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Política

Tras el fin de la causa celeste, entre los diputados que llegaron con Granata cada quien atiende su juego

“Hay que reinventarse”, dijo un asesor en la Legislatura que admite que con la sanción de la ley que consagró el aborto en la Argentina se ha perdido uno de los estandartes que podían portar, con toda naturalidad por sus posiciones religiosas e ideológicas, los seis diputados provinciales elegidos en 2019, cuando todos estaban vestidos de un mismo color celeste. La división llegó antes que el fin de su causa.

Ese año contaron con una campaña electoral que parecía hacerse sola, fruto de que quienes armaron la lista de “Unite por la Familia y la Vida” pudieron encabezarla con una figura disruptiva, atractiva y famosa que en cada aparición calienta las pantallas. Ya no con sus curvas, ahora con su cabeza.

Amalia Granata fue una Magdalena que muy pronto recogió los votos de quienes ven como un crimen el derecho de las mujeres a disponer de lo que ocurre en sus cuerpos, y también de los que odian a los dirigentes políticos en general y tampoco están dispuestos a esforzarse por elegirlos mejor. Votarán sólo a los que no parezcan parte de “los políticos”, a los más distintos de ellos, aunque fingir no hacer política sea una forma eficiente y calculada de llevarla a cabo.

Sorpresas de 2019

Amalia lo hizo. Todos lo reconocen, pero muy pronto la abandonaron y a la sorpresa de su enorme elección, le siguieron otras. Todavía no habían jurado los diputados que estaban debajo de la foto de la modelo en la boleta única santafesina para la Cámara baja cuando ya se habían apartado al crear “Somos vida y familia del Bloque Federal”.

De un nonato bloque de seis imaginarios granatistas emigraron cuatro: Nicolás Mayoraz y Natalia Armas Belavi de fuertes vínculos con líneas muy conservadoras de la Iglesia Católica por una parte, y Walter Ghione y Juan Argañaraz que, por otra, pertenecen al movimiento de iglesias protestantes cada vez más fuerte en la provincia.

Nicolás Mayoraz y Natalia Armas Belavi (arriba); Walter Ghione y Juan Argañaraz (abajo)

Azul celeste

El cuarteto sigue firme pero tiene dos secciones marcadas, incluso a la hora de firmar proyectos y sobre todo para sus actividades políticas, además de religiosas y de vínculos con la comunidad. Eso sí, además del celeste los une un marcado azul justicialista que tiene la mira puesta en lo que suceda con el ala peronista de Juntos por el Cambio y el Pro.

Durante 2021 serán algo más que el grupo soporte local de lo que pueda armar a nivel nacional el ex candidato a vicepresidente Miguel Ángel Pichetto. De entre los cuatro de “…y familia” se destacan como solistas Ghione, porque además de presencia en la Cámara la tiene en redes sociales, donde abunda el rebaño que busca líderes en tonos azulinos. Su barbijo dice “Uno”, un partido político que pelea por su reconocimiento ante la Secretaría Electoral Nacional y puede ser clave para las alianzas a constituir.

La otra voz relevante es la de Mayoraz, porque el abogado de Rosario ha llegado a donde quería y disfruta de ser parte del Poder Legislativo con intervenciones para cada debate importante (fue de los pocos diputados que participaron de la audiencia pública sobre el aumento de la EPE). A sus espaldas se dice que pertenece al grupo Yunque, un sector que por conservador o reaccionario hace empalidecer al Opus Dei. Sus discursos son los de un peronista ortodoxo.

Las conversaciones se dan con el Pro en el plano nacional y a nivel provincial con Federico Angellini. Habrá que ver si también allí se suman los protestantes que también avanzan para forman su propio esquema en el país.

Mientras, con la misma fe, las dos corrientes del sector piensan en una candidata a concejala en Santa Fe: Alicia Velázquez, la esposa de Eduardo  “Curro” Ramos, un represor autor de crímenes de lesa humanidad que desde agosto del año pasado goza de libertad condicional.

Sola

Muy pronto, demasiado, al cerúleo estelar de Amalia en 2019 le quedaba solo una compañera de banca, que parecía la ideal porque la complementaba: bajo perfil, dedicación a la agenda legislativa y total disposición para los tiempos de la negociación y los pasillos que exige la representación política parlamentaria. Justo lo que no tiene Amalia que, tal vez por la pandemia, nunca dejó de vivir en Pilar. Pero apenas diez meses después también la perdió.

La diputada Betina Florito se cansó de la jefa del bloque y sus maneras de conducir el binomio. De todas formas, ya tenía previsto tarde o temprano ir por su propio tono celeste.

Quienes se encuentran cerca de la fonoaudióloga que ahora tiene el bloque unipersonal “Somos Vida Santa Fe” explican lo ocurrido como un problema de incompatibilidades personales. “Demasiadas decisiones delegadas en un asesor”, Álvaro Zicarelli, que militó en el Pro con Gabriela Michetti y más bien se identifica con los liberales “libertarios”.

Amalia Granata y Betina Florito

Un armador con experiencia

Florito no está sola. Es parte de un proyecto político que bien pudo ser con Granata, pero no de Granata.

Cristian Hoffmann es el esposo de la diputada Florito. Fue funcionario del reutemanismo con Darío Scataglini y Alberto Hammerly, colaboró con la intendencia de Martín Balbarrey (la última del peronismo en la ciudad de Santa Fe). Integró la Mesa de Dirigentes Justicialistas que logró que Roberto “Chiquito” Campanella fuera concejal y se acercaron a Miguel Torres del Sel con el Pro pero para 2017 jugaron con el massismo, como Granata: buscó siempre alternativas al Kirchnerismo.

Hoffmann no fue diputado porque en los acuerdos que tuvo con Walter Ghione, por la vieja ley de cupo femenino una mujer debía ocupar el cuarto lugar. Fue la suya, que ha desarrollado muy pronto condiciones para transmitir empatía y tener su propia agenda legislativa. Dos cualidades que en política valen.

La trayectoria de Hoffmann explica lo que hizo ese sector que parece chico en Diputados y sin embargo es el que menos ha perdido el tiempo de los seis votados dos años atrás: desarrollar territorio y aceitar relaciones fuera de su militancia católica y del peronismo prekirchnerista.

Fue el “armador” Hoffmann quien acordó los términos de un encuentro entre el ministro de Seguridad Jorge Lagna y ocho de los pastores más influyentes en la provincia: tres y tres de Rosario y Santa Fe, y uno y uno por Reconquista y Rafaela.

Tiene una estrategia para la boleta sábana de la elección nacional con Luis Contigiani que todavía no se ha cerrado, pero va en buenos términos. El diputado nacional que le debe esa banca al recientemente fallecido ex gobernador Miguel Lifschitz (fue su ministro de la Producción) termina su mandato, marcado por sus dos votos contra el aborto. El socialismo no se lo perdonará. Y entre celestes esa posición de principios católicos –impuestos a los partidarios– es especialmente valorada. La candidatura al Senado de la Nación sería para Florito, y a buscar votos para construir con paciencia y visión de futuro.

En el orden local tienen definidos candidatos en el departamento La Capital para formar una lista de concejales encabezada por Ana Catena, docente y ex directora del Colegio Adoratrices, que integra la Junta Arquidiocesana local y trabajó con la diputada Florito en buscar cambios a la letra de la Ley de Educación Sexual Integral que la mayoría no aceptó pero pastores y curas han valorado. Rechazar es más fácil que debatir y aunque no pudieron negociar lo intentaron.

Sueñan con el sí de un ex deportista para Sauce Viejo y decidieron apoyar a una dirigente vecinalista en Recreo que ya es concejala.

Horizontes

En la Legislatura se sabe que cualquiera puede tener su bloque unipersonal. Es una decisión de cada legislador. Sin embargo, hay una regla no escrita que dice que solo tendrán las ventajas de un bloque aquellos legisladores que además de total independencia tengan algún respaldo partidario. Es un concepto que involucra despachos y asesores. No es lo mismo decir represento a tal o cual partido (por chico que sea) que estoy en soledad porque rompí con quien era el jefe del bloque.

Florito hizo pesar a “Unite”, uno de los partidos reconocidos por la Justicia Electoral de Santa Fe, creador de “Somos Vida”, la alianza que llevó a Granata a la Cámara del cuadro de Roux.

José Bonacci, a la derecha junto a Aldo Rico

Un proveedor

Los ciudadanos no logran ser precandidatos a cargos electorales de buenas a primeras, simplemente por haberlo decidido, más allá de que tengan la enorme ventaja de ser ricos o famosos o ambas cualidades. Los tiene que proponer un partido o un sector de un partido que tenga los avales necesarios, es decir, cierto número de personas que pertenecen a esas fuerzas.

El proveedor del sello para todo el experimento Granata fue José Alejandro Bonacci, un peronista que formó filas en el Modín de Aldo Rico. Nacionalista y católico, con valiosas carpetas de avales. Fue candidato a presidente con armados partidarios nacionales que logra renovar en cada elección.

Granata creyó que iba a ser convocada por Boca o por Ríver, pero por ahora sólo recibe ofertas de equipos que militan en el ascenso. Tampoco aceptó hacer lo necesario para tener su propia fuerza política, crear su propio partido en base a una recorrida territorial que le insuma tiempo y escuchar a la gente. Varios le propusieron independizarse de los proveedores de sellos para poder entrar en las Paso con su propia fuerza electoral, más ante la evidencia de que los acuerdos que la habían catapultado no llegaron a ver la luz en las bancas. El azul bebé de un espacio propio le hubiera quedado de maravillas.

Granata creyó que iba a ser convocada por Boca o por Ríver, pero por ahora sólo recibe ofertas de equipos que militan en el ascenso. Tampoco aceptó hacer lo necesario para tener su propia fuerza política

La mediática no entendió lo que otros sabían de antemano en el espacio que creyó que iba a liderar sólo por ser la dueña de los votos que alcanzaron para seis. Siempre se ha tratado de estructuras, de organizaciones, con presencia en la sociedad, se llamen partidos políticos, cultos que renieguen de representaciones iconoclastas y el oro de Roma o de las etapas barrocas, clásicas o conciliares de la institución religiosa con más años de poder en Occidente. No basta con una figura popular para lo que se propuso Granata: “demostrar que somos distintos” a la política tradicional, además militar contra el aborto. Tal vez a su pesar, no pudo. Los contactos con Cambiemos están en buenas condiciones pero la han medido y su sola presencia pone a esa marca un techo. Hay santafesinos que jamás la votarían sin importar a quién acompañe. Es decir, ideal para pequeñas agrupaciones políticas o partidos de “clase b”. Un problema para los que disputan gobiernos.

El primero de mayo pasado, Granata prefirió hacer su programa de radio con Polino a escuchar el discurso del gobernador.

Puede prescindir de construir algo en 2021 tanto a nivel de intendencias, concejos municipales y comisiones comunales como de legisladores nacionales. En 2017 quedó lejos de poder ser diputada nacional con 60 mil votos. Dos años después sumó 210 mil más y superó los 270 mil al buscar una banca en la Provincia.

Primero en la TV y luego en Santa Fe fue la legítima portadora del color celeste, respaldado por movilizaciones de pleamar tan fuertes como la marea verde feminista que las provocó. El mar sigue moviéndose y la playa siempre es una tentación.

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