En política, lo que vale es lo que sucede. La frase sirve para dos cosas después de unas inéditas elecciones internas del Partido Socialista. Primero, para reafirmar el liderazgo del sector de Miguel Lifschitz, que doblegó a sus contrincantes en los primeros comicios en serio de los últimos 20 años de ese partido. Y también para saber, no más allá de los próximos dos meses, a quiénes incluirá el relanzamiento del Frente Progresista, que se perfila para avanzar como espacio propio en las elecciones de este año con el faro del ex gobernador como candidato a senador.
“Con el PRO no es”, ratifican desde el sector que ganó por 70 a 30 en las elecciones internas del socialismo en la provincia y que logró el 50% de los votos a nivel nacional. La posibilidad de una alianza que terminara por incluir a los socios de Cambiemos fue la principal crítica de los grupos internos que se opusieron al oficialismo en el PS.
“Una cosa es el discurso, que procura sumar apoyos, y otra un acuerdo político”, dicen para explicar algún malentendido que se tejió a la hora de armar lo que en su momento se llamó un Frente de Frentes. “Ese es un invento de los radicales para resolver el problema de su interna”, descartan.
Las elecciones en el socialismo, en la que los Zoom reemplazaron a los búnkers, consagraron a Mónica Fein como la primera presidenta que tendrá un partido político en la Argentina y a Enrique Estévez lo reeligieron como secretario general en la provincia. Pero el gran ganador fue Lifschitz, que ahora tendrá las manos libres para disponer la estrategia nacional y provincial del partido de cara a las próximas elecciones.
La primera incógnita que tendrá que develar es si quiere ser candidato a senador nacional. Todos sus movimientos van en ese sentido, aunque son varios los que le aconsejan que no le conviene arriesgar si su proyecto más importante es volver a gobernar la provincia. El Covid le puso una pausa a su tarea proselitista por la provincia. Este lunes fue internado y quedó en observación en un sanatorio rosarino por complicaciones en su cuadro.
Después tendrá que resolver la forma, el modo y con quiénes se relanzará el Frente Progresista, o como se lo llame, ya que es casi seguro que se cambiará ese nombre para facilitar acuerdos con otras fuerzas políticas. Ya no tendrá los cuestionamientos de antes, cuando tejió una alianza con Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey. Ahora lo acaba de legitimar en las urnas una mayoría de 20 mil afiliados socialistas.
Para Joaquín Blanco, el resultado electoral “engorda” al partido para lo que viene, más allá de la dimensión electoral. “Se votó Frente Progresista y una forma de entender la construcción en Santa Fe. Ganó un proyecto político heredero del binnerismo, una propuesta del socialismo que quiere volver a ser gobierno en la provincia y una alternativa real y no testimonial a nivel nacional”. Para el legislador provincial “sale un partido socialista fortalecido, con vocación de poder y donde más allá de los nombres hay un mensaje de futuro”.
Desde el sector de Eduardo Di Pollina, que se consagró segundo a nivel nacional por sobre Roy Cortina, festejaron la posibilidad de las elecciones. “El partido había dejado de funcionar. Las decisiones se tomaban al margen del partido. Ahora se abre una nueva etapa en la que va a ser muy saludable que se elijan democráticamente las autoridades. Este es el principio”.
En este punto se abre una pequeña polémica. Desde ese sector advierten que el mandato de dos años de las autoridades recientemente electas y que asumirán en junio va a terminar a mediados de 2023, en el medio del próximo proceso electoral. Aspiran a que haya otra compulsa de autoridades para esa época, y postulan que se tomen las fechas de los mandatos originales, antes de las prórrogas, con lo que si se atiende a este planteo el PS tendría que volver a elegir autoridades el año que viene.
La integración de las autoridades de la nueva conducción partidaria se debe realizar de manera proporcional a los votos obtenidos, según el reparto que resulte de aplicar el sistema Don’t de distribución de cargos.
A Antonio Bonfatti, que después de llamar a la unidad se sumó en un acuerdo político al sector de Lifschitz, por ahora le reservan cargos partidarios: podría sumarse a la mesa de Acción Política de la conducción nacional del partido o a la dirección de la Alianza Progresista. Descartan que asuma alguna candidatura electoral porque, como ya dijo, a los 70 años le quiere dar paso a las nuevas generaciones.
Entre otras tantas hipótesis que seguirán dando vueltas, a Miguel Lifschitz le tocará poner en acto la realidad de un socialismo que se entusiasma con que el 2022 no sea igual al 2017 en cuanto a que en lo electoral tendrán su propio espacio otras expresiones políticas no alineadas con alguna de las dos mayorías nacionales.
Mientras, en el discurso de la flamante presidenta del PS se destacan dos ideas: un partido unido en la diversidad y un futuro progresista. “No es sumar a todos para ganarle a alguien”, ratifican desde la usina de ideas de Lifschitz después de haber ganado una elección interna en 15 provincias y en medio de la pandemia. “Quiero verlo”, le responden sus opositores, que prometen seguir activos y descreen que en el 2023 se sostengan estos mismos postulados que pueden valer ahora, en 2021, en medio de la euforia que transmite la victoria electoral.
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Periodista. Licenciado en Comunicación Social de la UNR. Ex jefe de Redacción de La Capital. Twitter: @DanielAbba_