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Informe

Denuncian que, por un decreto de Milei, la falta de serenos a bordo de los barcos facilita operaciones criminales

El 30 de abril pasado, el capitán del buque carguero MV “Ceci” proveniente de Emiratos Árabes —amarrado ese día en la unidad portuaria de San Lorenzo perteneciente a la empresa Vicentín, donde era provisto de una carga de granos para su exportación—, denunció el hallazgo de varios paquetes sospechosos en una de las cámaras frigoríficas y en el interior de los vestidores del barco. La denuncia derivó en uno de los más impactantes operativos fluviales antinarco de los últimos tiempos: se secuestraron 469 kilogramos de clorhidrato de cocaína, boyas, flotadores y rastreadores satelitales. “Nos enteramos porque el capitán hizo la denuncia. Esto no hubiera pasado si los serenos del buque estuviéramos trabajando”, afirmó, taxativo, a este medio Nicolás Trompos, ex delegado durante doce años del Sindicato Único de Serenos de Buque Regional Rosario. 

El gobierno nacional quitó desde el 20 de enero de este año, por medio del decreto 37/2025, la obligatoriedad de la contratación del servicio de los serenos de buque en todas y cada una de las embarcaciones que atracan en puertos nacionales. Con esto no sólo se deja sin empleo a unos quinientos trabajadores en todo el país, sino que, además, se facilita la realización de operaciones criminales como la antes denunciada en Rosario a bordo del buque proveniente de Emiratos Árabes, según evaluaron fuentes del sector sindical de los serenos.

El tránsito fluvial en el Paraná es profuso: por año llegan a pasar más de tres mil doscientos buques. En los primeros cinco meses del año, en la zona del Gran Rosario atracaron aproximadamente quinientos buques cargueros, de los cuales sólo quince contrataron los servicios de los serenos.



¿Por qué un sereno de buque?


Los serenos de buque son trabajadores tercerizados (no dependen ni de Prefectura Naval, ni de la Aduana), contratados por los armadores portuarios (que son los encargados de las operaciones en los puertos), para ser “los ojos de la Aduana a bordo de los barcos mientras éstos realizan sus operaciones una vez que están atracados”, explicó Trempos. Esas eran sus funciones hasta antes de la publicación del decreto 37/2025.

Trempos añadió además que “los serenos de buque en Argentina son trabajadores portuarios responsables de la vigilancia general de los buques amarrados en puerto, así como de la carga o mercaderías depositadas en muelles, riberas y plazoletas oficiales”. Las funciones de un sereno —amplió— van desde impedir y denunciar intentos de introducción o salida clandestina de mercaderías, a controlar acceso a bordo y supervisar amarras y defensas del buque; verificar personas que suben o bajan del buque, hacer exhibir el contenido de los bultos que conduzcan y dar cuenta a la autoridad naval de novedades producidas a bordo y de cualquier falta o infracción observada.

“Esto ocurre porque la Aduana tiene potestad en tierra firme, pero pierde jurisdicción al subir al navío en tanto éste siga en el puerto, ya que se trata de una entidad (la mayoría de las veces) proveniente de una nación extranjera. Allí comienza la función del sereno: Somos los ojos de la Aduana arriba del barco. Cualquier problema que ocurra ahí arriba puede derivar en un conflicto internacional. El sereno es un actor estratégico porque está entre el privado que trabaja en el puerto y la naviera”, explicó el ex referente sindical.

“Hoy no hay nadie, suben y bajan la gente y cargamentos como se les da la gana. Los barcos que están hoy en puerto no tienen control a bordo”, precisó el sereno, y apuntó que el argumento del recorte por abaratamientos de costos no tiene solidez: “Si esa es la razón, están mal asesorados, porque el que nos paga es el armador, es decir el dueño del puerto. Los barcos que están parados frente al puerto pagan veinte mil dólares por día mientras estén anclados en el río sin atracar, con lo cual el sueldo de un sereno de barco es ínfimo en el volumen de dinero que se maneja. Lo que se hizo con nosotros fue sacarnos del medio sin motivo alguno”.

Vale destacar que ocho de cada diez toneladas de proteína vegetal que exporta el país se embarcan desde las casi cuarenta terminales portuarias instaladas sobre la Hidrovía Paraná-Paraguay, en la zona del Gran Rosario.

“Los barcos llegan, están en movimiento. Entran y se van, pero no sabés lo que está pasando. Si ocurre un derrame, si se contamina el río, tenemos la potestad de hacer los descargos y denuncias en Prefectura. El trabajo nuestro es tan viejo como el puerto, no es algo nuevo”, dijo Trempos a Suma Política.  

“Hoy no sabés lo que está pasando en el puerto —subrayó Trempos—. Hacé de cuenta que hoy tenemos la casa con el portón abierto. Puede ser que no te entren a robar, pero tenés la posibilidad abierta de que suceda, y ya tenemos varios casos de que ha entrado mercadería en negro al país. Además, no hablamos solamente de droga, podemos también hablar de trata de blancas, de todo… Pueden hacer un desastre y sólo depende de la voluntad de los oficiales a bordo para hacer la denuncia si nosotros no estamos”.

Según el ex dirigente sindical, “dentro de una terminal portuaria nunca una persona de allí va a denunciar si están tirando contaminantes al río. Ahí también estaba nuestra tarea. Hoy esa zona está liberada. Nosotros tenemos la libertad de denunciar ese tipo de irregularidades. Si te sacan un lugar estratégico como era el nuestro, te liberan la zona para que pase cualquier cosa. Estábamos en el medio de la logística, ahora no hay nada”.



Cuestión de voluntad


El sindicato informó que son más de quinientas familias las que se encuentran en situación vulnerabilidad en todo el país tras la desobligación de las agencias navieras respecto de contratar serenos de buque. Sólo en Rosario, treinta y un trabajadores que hacían turnos de doce horas, con contrataciones promedio de quince días vigilando barcos que tocaban puerto en las terminales del cordón industrial o en la ciudad, no fueron convocados en los últimos seis meses. Si se suman los de los puertos de San Lorenzo, Puerto General San Martín y Timbúes, el número asciende a ciento un trabajadores. 

Esto resulta en que, como se dijo antes, de quinientos buques de carga que tocaron puerto en la zona de Rosario en los últimos seis meses, sólo quince contrataron el servicio de los serenos. Éstos ya no son obligatorios sino opcionales: “Estamos en un gris. Las agencias marítimas ahora nos contratan si tienen ganas”, lamentó Trempos.

Esta situación detonó el alerta de diferentes localidades portuarias, como es el caso de Puerto General San Martín, y diferentes comunas del cordón industrial se pronunciaron en favor del restablecimiento de la actividad de los serenos, a lo que se sumó el Concejo Municipal de Rosario, el gobierno municipal de Bahía Blanca y la voluntad del gobierno de la provincia de Buenos Aires.

“Nos falta el contacto con Maximiliano Pullaro, gobernador de Santa Fe, pero ya tenemos el apoyo de las comunas y de Rosario. Ahora necesitamos el respaldo del gobierno provincial para poder tratar y aprobar un proyecto de ley que establezca la obligatoriedad de tener un sereno de buque a bordo. Si esto ocurriera, nosotros ya estaríamos trabajando”, evaluó el ex dirigente sindical.


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