La victoria que llegó “del cielo”

Como un movimiento sísmico que atravesó a toda la Argentina, Javier Milei ganó el balotaje con 14,5 millones de votos, le sacó tres millones de diferencia a Sergio Massa y se convirtió en el nuevo presidente. Un triunfo aluvional, “una victoria que viene del cielo”, que nadie anticipó. El “miedo” al loco de la motosierra con que el peronismo trató de acotar el despliegue del libertario fracasó. El hartazgo con los problemas económicos de la Argentina y el antiperonismo prevalecieron. Y con notable impacto en las provincias argentinas —aún más que en el área metropolitana—, donde el libertario ganó con amplio margen. Con la sola excepción de las provincias de Buenos Aires, Formosa y Santiago del Estero, todo el país se pintó de violeta.

En su primera aparición triunfal, el libertario se refugió en los tips discursivos principales de su fuerza política, aunque sin dar mayores detalles del plan radical de gobierno que piensa aplicar desde el próximo 10 de diciembre. 

“Hoy comienza la reconstrucción de la Argentina”, anunció. “No venimos a inventar nada, vamos a hacer lo que hicimos en el siglo XIX. Dentro de 35 años volveremos a ser una potencia mundial”, arriesgó. Para el nuevo presidente, la meta es volver a la Argentina de hace más de 100 años. Asombrosamente se saltea un siglo, el de los gobiernos democráticos populares del radicalismo y el peronismo.

Una definición disruptiva con las tradiciones políticas que sin embargo fue refrendada por la mayor votación a un presidente de toda la historia democrática nacional: 14,5 millones de votos.

Con un discurso leído, que duró unos pocos minutos, el nuevo presidente habló de una “noche histórica” y valoró que se produjo “el milagro de tener un presidente liberal libertario”. Y fue con los agradecimientos: “Gracias a mi hermana Karina, y al gigante Santiago Caputo, el arquitecto de todo esto. Gracias a los fiscales, nuestros y los del Pro. Los votos estaban, el presidente (Mauricio) Macri y la señora (Patricia) Bullrich en un acto de grandeza como nunca se vio, pusieron el cuerpo”, reconoció.

Retomando el impulso radical con que tuvo su ascenso electoral y que pareció morigerar en las últimas semanas, Milei anunció que “no hay lugar para el gradualismo, ni la tibieza, ni medias tintas”, Por lo demás, el presidente electo pareció desentenderse de la transición hasta el próximo 10 de diciembre. Se abren tres semanas de incertidumbre en la Argentina.

“Se termina el modelo empobrecedor del Estado omnipresente. Volvemos a abrazar las ideas de la libertad, de Alberdi”, anunció. Todo el cambio radical se implementaría con tres premisas, “un gobierno que cumple a rajatablas sus compromisos (en referencia, presuntamente al FMI)”, “el fin del modelo de la casta” y el regreso de la Argentina al camino que en 35 años la convertiría “en una potencia mundial”

Los militantes contestaron con la consigna “que se vayan todos, que no quede ni uno sólo”.

Tal vez en el único tramo contemporizador de su corto discurso, el presidente electo abrió el juego a “todos los que se quieran sumar, que se sumen. Serán bienvenidos”. Aunque a modo de advertencia anunció: “No hay lugar para los violentos. Ha llegado una nueva argentina”.

“Se terminó una forma de hacer política, empieza otra”, aunque la aplicabilidad de lo nuevo por ahora deja a la Argentina con más preguntas que respuestas. “A pesar de lo sombrío, tenemos futuro, y el futuro es liberal”, concluyó.