Luego de varias semanas de dimes y diretes, sainetes, peleas, renuncias y expulsiones en los bloques parlamentarios de la LLA, el presidente Javier Milei buscó sobre el final de un viernes lluvioso dar un gesto para reordenar a los propios y convocó a diputados a la Casa Rosada. Allí fueron los titulares de los bloques de ambas cámaras de LLA y una veintena entre propios puros y aliados más cercanos; el PRO y el antes divorciado grupo del MID (tres legisladores con Oscar Zago a la cabeza), que ahora retornó de la mano de Cristian Ritondo y hablando de “interbloque” con el macrismo.
La reunión, atípica, tuvo como objetivo principal dar una plataforma de presunta fortaleza al inmediato posterior anuncio de formalización de un “veto total” presidencial a la reforma de la fórmula jubilatoria aprobada por las dos cámaras, en ambas con los dos tercios de los presentes o más.
El gobierno viene de derrotas en ambos recintos y de una impensada (con ribetes escandalosos) sangría interna, en ambos bloques. Lourdes Arrieta, en Diputados, y Francisco Paoltroni, en el Senado, salieron de LLA, y es toda una incógnita que conducta adoptarán desde sus monobloques de ahora en más.
Con todo, el reagrupamiento de fuerzas que mostró el presidente en el final del viernes en la Casa Rosada no supera más de unos 80 diputados, una cifra todavía insuficiente, técnicamente, para evitar un efecto “contra veto” inmediato, y que las cámaras confirmen lo que votaron hace pocas semanas a favor de los jubilados con los dos tercios de los presentes. Se descuenta, de todos modos, que la operación legislativa de la Casa Rosada para evitar un “contra veto” con los dos tercios irá más allá de lo que estrictamente sentó este viernes en la Casa Rosada.
Varios de los concurrentes dejaron trascender luego de la reunión que si logran torcer el voto positivo de una decena de diputados de los bloques amigables (UCR y Encuentro Federal, entre otros), la oposición se quedaría sin los dos tercios de los presentes y no podría conseguir el “contra veto”. De todos modos, el pronóstico está abierto. En Diputados fueron 160 los votos a favor de la reforma jubilatoria, incluso con la abstención de los cinco diputados de la izquierda trotskista, que en el caso de cambiar de actitud en un escenario post veto, podrían complicar la matemática presidencial y su dogma draconiano con los jubilados de déficit cero.
Y aunque en la Argentina todo puede pasar y la teoría tradicional del “costo político” ya no cuenta como antes, ¿sería posible que determinados diputados, que votaron una ley en un sentido hace pocas semanas, luego del veto presidencial y en un escenario de insistencia legislativa, cambien su voto?
Pronóstico reservado, la moneda está en el aire.
Las sucesivas reuniones personales de Macri con Milei en las últimas semanas (habrían sido cuatro) desembocaron en el encuentro de reagrupamiento defensivo del viernes en la Rosada. Donde se distingue con nitidez la ausencia de Martín Menem, titular de Diputados. Macri ya vino limando a Menem (“hay que saber manejar a los diputados”), y el propio desempeño del riojano ha quedado en evidencia por lo pobre, en especial con el escándalo de la visita a Ezeiza y el posterior enfrentamiento interno con miembros de su bloque.
“Menem te miente en la cara y después queda la falsedad a la vista, te dice una cosa y luego opera en sentido contrario, es el retorno como farsa del menemismo original de los 90”, suelen describir quienes lo han ido conociendo en estos ocho meses. Lo curioso es que tanto oficialistas como opositores coinciden en algún punto al caracterizar al sobrino de Carlos Menem. Con todo, la presidencia de la Cámara de Diputados no se cambia de un día para el otro ni porque lo decidan en una bilateral de Olivos el presidente y el expresidente Macri. No está claro que Milei haya decidido entregarle a Macri semejante espacio de poder institucional y, en todo caso, será un tema para fin de año, cuando el plenario renueva formalmente a sus autoridades y ya esté maduro, para bien o para mal, el plan de fusionar a LLA y al PRO con listas comunes de cara a las legislativas de 2025.
Mientras tanto, fuera de los muros del Palacio, la enorme mayoría social mira con asombro –y docilidad- como avanza un plan económico que hunde mes a mes a la totalidad de la base de la pirámide económica y social. El sacrificio por un presunto futuro mejor parece esterilizar los ímpetus de protesta, junto al miedo y, también, a la desorientación política de varios sectores opositores. Un grupo de jubilados, algunos centenares, se presentaron este miércoles pasado en las puertas del Congreso para hacer escuchar sus ruegos por mejoras para sus ingresos. Fueron brutalmente apaleados por un dispositivo policial represivo desproporcionado para la circunstancia.
A la CGT, parece, se le ha mojado la pólvora que mostró en los primeros meses del gobierno libertario. Un sector de los (muchos) perjudicados por el programa económico de ajuste libertario, los universitarios, sin embargo, estarían consiguiendo la sensibilidad de los sectores medios para movilizarse e intentar frenar la debacle salarial y de mantenimiento de la educación pública. El Congreso tiene en sus manos avanzar con el Fondo de Incentivo Docente y darle formato de ley. ¿Se vendrá otro veto presidencial? Curioso o no, pareciera que los siete millones de jubilados con ingresos (la mayoría) bajo la línea de la pobreza, concitan menos solidaridad que los estudiantes y docentes universitarios. Como señaló el periodista Facundo Cardoso, la asombrosa Argentina parece atravesar una tragedia pero sin espanto.

































