El Ente de Coordinación Metropolitana de Rosario no suele formular denuncias, aun cuando sus estudios revelen un severo daño ambiental o urbanístico en determinadas zonas. La impronta del diálogo entre ciudades y localidades que lo constituyen orienta su labor: la coordinación. Sin embargo, nuevas urbanizaciones a la vera del Arroyo Ludueña, dentro de los límites del municipio de Funes, más otras que se proyectan allí mismo, han encendido la alarma en las oficinas de Maipú y Córdoba. Un trabajo reciente del ECOM alerta sobre el desastre ambiental que las mismas pueden implicar a futuro e intenta concientizar al respecto.
Los desarrollos urbanos en espacios abiertos se posicionan, la mayoría de las veces, siguiendo cursos de agua. Un ejemplo es lo que sucede en el tramo del Arroyo Ludueña entre la presa de retención de crecidas y las cercanías del Aeropuerto Internacional Rosario. El Arroyo, en el sector mencionado, configura una componente ambiental estratégica, capaz de ligar paisajísticamente grandes infraestructuras de saneamiento (como la presa), con la actividad industrial, las funciones de transporte y logística, servicios, y áreas libres en la cuenca de escurrimiento del curso de agua. “En la actualidad —dijo el ECOM— se observa con mucha preocupación la urbanización de este sector con la incorporación de nuevos barrios residenciales que invaden la cuenca, impermeabilizando el suelo y obstaculizando el libre escurrimiento de las aguas. Como añadido, generan un grave daño al paisaje libre, una agresión a la biodiversidad y condicionan el futuro acceso al Aeropuerto desde la Autopista”.
En el lugar se urbanizó una zona para un parque industrial al sur de la Autopista Rosario Córdoba y ahora se pretende urbanizar otra, localizada en el encuentro entre Avenida Illia (continuación de Mendoza) y el Arroyo Ludueña. Otros loteos en ciernes, hacia el oeste, entre la Autopista y Mendoza, complicarían aún más el panorama, además de dificultar el acceso al Aeropuerto.
En este marco, recientemente se conoció que La Finca Country Club es el nuevo barrio cerrado que se proyecta en el extremo sudeste de Funes, a la vera del Ludueña. Con 64 hectáreas, el country tendrá 443 lotes de unos ochocientos metros cuadrados cada uno (además de las cinco canchas de tenis, una de fútbol, lago propio y hasta un approach para golfistas, habrá un espacio para la plantación de vides que producirán vinos).

El ECOM, dirigido actualmente por el urbanista y arquitecto Ricardo Kinglsand, no tiene facultades ejecutivas para impedir tales iniciativas. Tampoco está entre sus objetivos polemizar frente a ellas; empero, lejos está de cerrar sus ojos o apagar su voz frente a procesos urbanísticos que a futuro pueden traer severas consecuencias para el medio ambiente y el cuerpo social. Tampoco el Ente hace foco exclusivamente en dichas urbanizaciones de Funes; éstas al lado del Ludueña son un botón de muestra de lo que le preocupa, por estar ocurriendo procesos similares en gran parte del Área Metropolitana.
“Ante la fuerte tendencia urbanizadora que registra el Área Metropolitana de Rosario en la actualidad, es necesario advertir sobre algunas cuestiones que generan problemáticas sociales y ambientales de muy difícil recuperación”, dice el ECOM en un documento titulado “Rescate ambiental”.
“El proceso en aumento de incorporación de tierra rural a urbana permite verificar que muchas veces —lejos de tratarse de una demanda legitimada socialmente para facilitar el acceso a la tierra con la incorporación de nuevos usos, especialmente residenciales o productivos— tiene una impronta económica de grupos o emprendedores inmobiliarios”, advierte el Ente.
Según un profuso documento titulado La expansión urbana de los aglomerados urbanos argentinos 1991-2019, elaborado por el Observatorio Federal Urbano de Presidencia de la Nación, solamente los municipios y comunas del Gran Rosario, en los últimos treinta años, incrementaron la superficie de sus plantas urbanas un 56%, frente a un 19% de crecimiento poblacional en el mismo período.
Este desfasaje implica para el ECOM “una disminución muy fuerte de las densidades óptimas y la consecuente dispersión territorial, que impiden un mejor aprovechamiento de los servicios y equipamientos públicos; a ello se agregan otros aspectos deficitarios como la falta de integración de las nuevas urbanizaciones a la estructura de las ciudades, el bajo nivel de conectividad, el deterioro de los periurbanos o el despilfarro del recurso ambiental. Entre otros aspectos enunciados —dice—, el resguardo ambiental de las condiciones topográficas, hidráulicas y de biodiversidad de un territorio debe ser una principal preocupación para definir una política de suelos a escala metropolitana”.
El ECOM ha desarrollado, en consenso con las comunas y municipios que lo integran, una serie de principios ordenadores comunes sobre las políticas generales que llamó “Directrices de ordenamiento territorial”. Uno de estos acuerdos propone la protección y optimización de recursos ambientales y patrimoniales junto a la necesidad de integrar valores ambientales del medio natural con el patrimonio edificado. En este sentido, para el Ente, “este entramado paisajístico necesita hoy un rescate ambiental”.
Sin mencionar el caso de Funes, el ECOM dice que con sus acciones se busca “encauzar de manera óptima la expansión de las áreas urbanas cuando estas ocurren sobre suelos con algún condicionamiento hídrico y se desalienta la localización y el desarrollo de actividades en sitios que requieran la ejecución de obras hidráulicas que alteren sustancialmente el régimen natural de una cuenca, u ocasionen una escorrentía incompatible con las capacidades del sistema de drenaje presente”.
Quizás la sociedad toda, como el ECOM lo propone en su documento, se ilusiona con “un abanico de intervenciones tendientes a conformar una membrana ambiental productiva de preservación de un territorio de alto valor natural y paisajístico que involucra el desarrollo de grandes espacios en el entorno del Aeropuerto y junto a los cursos de agua, respetando las condiciones topográficas y las dinámicas hídricas propias del arroyo, los canales y los bajos naturales”.
Las nuevas urbanizaciones ya instaladas en el Área Metropolitana de Rosario, más otras en ciernes, parecen demandar de manera urgente la visibilidad de ese abanico, que sólo la dirigencia política tiene la responsabilidad de desplegar.

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Músico, periodista y gestor cultural. Licenciado en Comunicación Social por la UNR. Fue editor de las revistas de periodismo cultural Lucera y Vasto Mundo.
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