Desde el 30 de julio la fachada del Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Macro) devino en asunto de una discusión pública que trasciende las fronteras de la comunidad artística e incluso de la ciudad. Ese martes el viento esparció una parte de la pintura rosa que bajaba por los silos para darles nuevo color, y terminaron salpicados la vegetación aledaña, un sector de la vereda, algunos autos y transeúntes. Mientras el debate se encarnizaba en medios y redes sociales, no hubo mayores explicaciones sobre protocolos de protección del entorno o de reparación de eventuales daños, tampoco sobre la cadena de responsabilidades.
La polémica recrudeció la última semana en medio de un contrapunto entre la Secretaría de Cultura y los artífices de la performance, nuevos repudios, expresiones de solidaridad y críticas cruzadas. Pero no se trata sólo de una compulsa retórica: la Municipalidad canceló la intervención, por la que había pagado un premio de un millón de pesos en el marco de un concurso nacional, y anunció que en octubre pondrá en su lugar un mural figurativo. Los autores de Paint is not dead (La pintura no ha muerto) ahora resisten dentro de un expediente y, tras casi dos meses de silencio, defienden ante la opinión pública su factibilidad. Con el apoyo del Colegio de Arquitectos y de colectivos de artistas, la obra lucha por sobrevivir, aunque parece tener los días contados.
“El 17 de septiembre nos notificaron, por correo postal, la resolución de la Secretaría de Cultura y Educación que anula el fallo del jurado del concurso nacional. Tenemos diez días hábiles para responder y pediremos revocatoria de la nulidad”, anticipa la arquitecta Florencia Meucci, ganadora junto con su colega Manuel Cucurell del cuarto certamen para la pintura exterior del Macro. A lo largo de veinte años, el diseño se ha concursado periódicamente porque se lo considera en sí mismo una obra de arte efímero.
“Resolvimos dar de baja el proyecto. Hemos generado un expediente que da cuenta de informes, de áreas como Defensa Civil, Ambiente y Espacio Público, Seguridad Laboral, sobre la imposibilidad técnica de llevarlo adelante”, argumenta a su vez Federico Valentini, secretario de Cultura. El funcionario integró el jurado que en agosto de 2023 eligió Paint is not dead entre 300 proyectos de todo el país, junto con los artistas Diego Bianchi y Valeria Gericke, y Leandro Comba, del equipo del museo.
No todo es color de rosa
Las posiciones se yerguen irreconciliables aunque ambas partes asuman en sus discursos cuotas de responsabilidad por el incidente del 30 de julio, cuando tuvo lugar la segunda y última pintada. La inaugural había sido 48 horas antes, en el contexto de una amplia convocatoria de público que siguió las alternativas de la performance desde el llano del Parque de las Colectividades, con el acompañamiento sonoro de DJ Cutx.
A casi dos meses de aquellos acontecimientos, la dupla de arquitectos-artistas plantea alternativas para evitar la repetición de percances a causa de factores climáticos, “dispuesta al diálogo” a los fines de encontrar una salida que permita concluir la obra. En cambio, Valentini asevera: “Lamentamos esta situación, es incómoda. Pero como funcionario público debo tomar una decisión, que no tiene que ver con la censura. Es importante que lo que sucedió no vuelva a suceder, más allá de que entendemos que hay algún tipo de responsabilidad de parte nuestra”.
El secretario reseña que Meucci y Cucurell habían presentado inicialmente otro modelo de dispositivo para derramar la pintura desde la cornisa de los ex silos Davis, siempre de cara a provocar un efecto de veteado, a diferencia de lo que ocurre si las paredes se cubren uniformemente con rodillo o pincel. “Tras ocho meses de trabajo conjunto con equipos del museo, se generó otro dispositivo”, advierte el funcionario en referencia al aparato que cuenta con distribuidores, mangueras y boquillas terminales, entre otros componentes.
En el concurso se presentó un prototipo a ajustar en función de la temperatura, el viento y la humedad, convalida la arquitecta, sin verlo como algo negativo. “Es un proceso natural en arquitectura: se hace un anteproyecto y luego se desarrolla un proyecto ejecutivo, incorporando todas las variables”, explica. “Las bases dicen que si hay que ajustar el diseño los autores trabajarán en conjunto con el museo, y así fue. Investigamos hasta concluir que la mejor opción era hacerlo por gravedad”, agrega.
“En octubre de 2023 tuvimos la primera reunión con técnicos de Tersuave, con quienes definimos el horario para la performance: a mitad de mañana o a la tarde temprano. También nos asesoraron sobre la densidad de la pintura, la posibilidad de diluirla para que fluyera correctamente”, continúa Meucci y aclara que ella y su compañero confeccionaron la mayoría de las piezas del artefacto por el que fluyó el material —para lo que invirtieron fondos propios que superan el monto del premio— y luego volcaron en él la pintura, desplazándose en el techo del complejo edilicio a 34 metros de altura, con arneses de seguridad.
Colores y figuras
Después de algunas pruebas in situ, listo el trabajo de pintura de fondo de los silos, el debut de la nueva imagen del edificio llegó el domingo 28 de julio. “Había bastante viento pero la dirección era favorable al silo intervenido. Salió todo bien y el lunes la Secretaría de Cultura nos pidió establecer una agenda con acciones públicas durante la semana”, recuerda Meucci.
“Entendemos que el domingo tampoco salió bien la cosa”, contradice Valentini. Y añade: “Lo que impidió que se derramara la pintura hacia el entorno fue que se eligió el silo del medio, los de los extremos hicieron de contenedor”.
Lo cierto es que el martes siguiente se pautó otra pintada, a transmitirse en vivo por un noticiero del mediodía, “sin planteo alguno de precauciones extra en su ejecución”, insiste la arquitecta, y relata la siguiente secuencia: “La pintura se desprendió del muro a mitad del silo porque había viento tangente muy fuerte. Lo sentimos en el cuerpo. Habíamos propuesto trabajar en el silo colindante a la torre, incluso trasladamos el dispositivo, pero insistieron en que fuera el más cercano a la calle por el corte de tránsito. No fue un fallo del dispositivo sino de la organización, el proyecto es viable”.
“Si bien la decisión última de volcar la pintura es nuestra, nos vimos superados y no tuvimos la firmeza de anular la acción. Por otro lado, no vemos lo que sucede mientras la pintura cae, algo que dura de cinco a diez minutos. Nadie nos avisó que paráramos y después estuvimos hasta las cinco de la tarde (unas cuatro horas) limpiando el dispositivo, por lo que hasta ese momento no fuimos conscientes de los incidentes”, asegura. Los dos pintores que el domingo los habían ayudado, revela, debieron bajar al momento del volcado porque su jefe los llamó a colaborar en el corte de la avenida de la Costa.
“Los autos seguían pasando y los peatones circulando. Las personas que se mancharon venían del lado norte. El lunes habíamos recomendado que cortaran ambas manos pero solo cortaron una”, toma aire y completa: “Esto no es una manera de señalar culpables sino de definir una responsabilidad compartida, para revisar los hechos y continuar la obra corrigiendo estos errores”.
Valentini, sin embargo, no deja margen para nuevas instancias. “Ellos dicen que fueron obligados pero no creo que nadie sea obligado a cometer un error, a poner en riesgo su prestigio profesional”, afirma y ratifica la anulación del concurso, difundida el sábado pasado a través de un comunicado oficial. En diálogo con Suma Política, detalla: “Un artista argentino, conocido en el mundo del muralismo, realizará una obra de hiperrealismo que estará lista en octubre. Va a estar 30 días pintando con maquinarias pero la acción no requiere corte de tránsito”.
Meucci confirma que el 21 de septiembre, “al mismo tiempo que todos (los rosarinos), nos enteramos de que sin haberse cumplido el plazo formal de respuesta en el expediente ya está definido cancelar el proyecto, y empresas privadas financiarán el trabajo de un muralista de renombre internacional elegido arbitrariamente”. A renglón seguido apunta que “si hay recursos disponibles, sería más adecuado invertirlos en finalizar la propuesta seleccionada por concurso abierto. No queremos una batalla judicial sino completar la obra en los ocho silos”.
Sobre el particular, el secretario de Cultura explica que “con una de las empresas que ejecuta la donación veníamos reuniéndonos porque quería donarle un mural a la ciudad, estábamos en la búsqueda de un espacio y aparecieron los silos”. Será la primera vez que la fachada del museo, transformada en una postal de Rosario por su ubicación estratégica en Oroño y el río, cuente con una o varias figuras en su decoración exterior ya que los diseños emanados de los otros concursos —realizados en 2003/2004, 2010 y 2016/2017 respectivamente— consistieron en distintas combinaciones de colores en cada cilindro. “Recibiremos la donación por tres años, es decir hasta que termine nuestra gestión, y luego se hará otro concurso nacional”, sostiene Valentini.
Paredón y después
¿Qué pasó exactamente el 30 de julio tras el derrame de material en el área circundante a los silos? Según los informes que constan en el expediente administrativo, la pintura demora una hora en secar, aporta Meucci. “Hubo tiempo para remediar los incidentes y no se hizo”, considera sobre los restos que se hubieran podido remover. Con respecto a un curupí que quedó teñido de rosa, a ella y a su compañero los anima que se trate de un árbol nativo, fuerte, resistente, según les explicaron especialistas a posteriori, y al que ya le encontraron brotes nuevos.
“Yo no estaba en el lugar, estaba en el Teatro La Comedia”, recuerda a su vez Valentini, quien se enteró por la radio del affaire. “Podríamos haber dado una respuesta más rápida y mejor con respecto a la vereda y el mobiliario urbano, no al árbol porque eso no es posible repararlo”, admite. En tanto automovilistas y transeúntes damnificados por las gotas de pintura recibieron ayuda económica para subsanar los daños.
Tras el fallido procedimiento las partes se encontraron al día siguiente y el 13 de agosto. En la primera reunión —con autoridades de Cultura y del museo— “nos pidieron mantener perfil bajo y se comprometieron a desarrollar las tareas de limpieza y el protocolo que debía haberse realizado en instancias anteriores. Desde entonces hasta el 13 de agosto la comunicación fue casi nula”, puntualiza Meucci. Durante la segunda reunión la profesional supo de la existencia de un expediente, al que se le habían incorporado informes varios y fotos de la intervención del domingo 28 “alegando que aquel día no funcionó, lo cual nos desconcertó”.
“Estuvo toda la voluntad de las partes y no creo que los artistas hayan querido generar un daño. Sucede que en lo performático tiene una gran importancia lo climatológico y eso es incontrolable”, evalúa Valentini y señala que los arquitectos no dieron una devolución técnica ni plantearon un seguro de caución tal como el municipio esperaba. “Para reconocer su trabajo les propusimos una alternativa intermedia, porque están el dispositivo y la pintura, que Tersuave creó especialmente. Teníamos identificadas algunas paredes, con un lugar privilegiado en la ciudad. A otra altura”, rememora el funcionario.
“Sin escuchar nuestras propuestas de cómo continuar la obra, nos dieron como opción firmar un convenio expresando que no es viable o presentar un seguro de caución, siendo nosotros responsables de cualquier incidente”, confirma Meucci. La respuesta formal la elevaron por escrito el 22 de agosto, tras tomar vista del expediente dos días antes. “Delimitamos las responsabilidades, expresando por ejemplo que no tenemos capacidad para cortar el tránsito y que por ejemplo incluso pintando a rodillo puede caer algo de pintura. Señalamos que las bases (del concurso) definen que el premio es monetario y es también la ejecución de la obra, por lo que cancelarla implica romper unilateralmente el convenio establecido”, detalla la profesional, que junto con su colega abrieron una cuenta en Instagram para difundir su versión de los hechos.
Fue poco después de la tercera reunión, el 10 de septiembre, cuando apareció en escena la posibilidad de trasladar la obra a otro muro. “Intentamos explicar el funcionamiento específico del dispositivo para la morfología de los silos, así como la elección del color. Propusimos, como nos recomendaron ingenieros ambientales, tomar precauciones extremas y colocar pantallas perpendiculares, tipo alerones, que no impiden ver la acción y serían una protección directa a una posible ráfaga tangente al silo. Nos ofrecimos a buscar algún patrocinador —como ya habíamos hecho para asumir parte del costo del dispositivo—, que proveyera estas estructuras adicionales, aun sabiendo que excede a nuestras responsabilidades. Pero no hubo diálogo posible, la decisión política ya estaba tomada”, interpreta la joven.
El secretario de Cultura refuerza su posición de la falta de garantías para evitar nuevos derrames de pintura. “A 32 metros (la altura de los silos) no existe una tecnología capaz de medir la velocidad del viento, las plataformas meteorológicas que usamos tienen un delay de una hora y se miden a menos metros”, argumenta. Para colmo, la cara del museo que da al barrio Puerto Norte y todavía no se había intervenido tiene árboles de 20 metros, subraya Valentini.
“Las empresas Pascual Construcciones SRL, Nasini SA, Ángel Álvarez SA, Disal SA e IMG Rental SRL donarán la intervención y, junto a Tersuave que aportará nuevamente la pintura, comenzarán en breve con un nuevo diseño. Esta iniciativa del sector privado surge con el fin de darle a la ciudad un nuevo punto turístico”, afirma el comunicado que anotició la inminente realización de un mural sobre la estructura que construyera el célebre arquitecto Ermete De Lorenzi para la zona portuaria hace un siglo.
Ecos en los silos
“Ante la desinformación y los rumores confusos, consideramos importante aclarar lo sucedido desde nuestra perspectiva”, comienza el posteo que Meucci y Cucurell publicaron en Instagram para que fuera escuchada su voz, literalmente, a través de un video. Entre los ejes que destacan, figura el respeto de la legitimidad del proceso de selección. La Municipalidad, en cambio, afirma que la anulación se decidió en ejercicio de las facultades del reglamento del concurso.
Quien de inmediato se hizo eco del reclamo de los artistas fue el presidente del Colegio de Arquitectura y Urbanismo de Rosario, Rubén Palumbo, y de paso recordó que ya se había suspendido previamente otro procedimiento concursal, el de la obra de ampliación y reforma del Museo Castagnino. “Desde el Colegio no podemos avalar que se anule un concurso, la herramienta más transparente que existe para elegir un trabajo ganador de una compulsa. Le pedimos al municipio que reflexione, más allá de la propuesta generosa de las empresas (en referencia a la donación del mural), que lo podrán hacer para la próxima oportunidad, porque esta oportunidad tuvo un equipo ganador”, manifestó.
En consonancia se pronunció el colectivo Trabajadores del Arte de Rosario. “Instamos a reconsiderar la cancelación de la obra”, pidieron a través de sus redes y el lunes 23 le mandaron una carta a Melania Toia, la directora ejecutiva del Castagnino + Macro, solicitando información sobre el destino de Paint is not dead. Junto a la Agrupación Artistas de Rosario (AAR) y el Colegio de Arquitectos de la ciudad y de la provincia apoyaron la convocatoria a la primera concentración pública en defensa del proyecto, el viernes 27 por la tarde frente a los silos.
El título de la performance, La pintura no ha muerto, parece haber adquirido un tono elegíaco en estos días cruciales, entre las intenciones de unos de cerrar el caso y la lucha de otros por revitalizarlo.
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