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Sociedad

Cómo ponerle freno a los consumos problemáticos en “la ciudad narco”

En los últimos años Rosario aparece ligada al narcotráfico, entre balaceras, ajustes de cuentas, soldaditos, búnkers, grandes bandas criminales donde fichan incluso policías. Si la oferta no para de derramar por barrios y clases sociales, a su vez se multiplican los vecinos atrapados en la red de la adicción —panorama que se agravó durante la pandemia— así como los que buscan ayuda para sí mismos o algún familiar. También crece el conjunto de instituciones públicas y privadas, de particulares y organizaciones ocupadas en contener y asistir, aunque en desventaja. Referentes de esa trama consultados por Suma Política dimensionan y le ponen rostro humano a la categoría de consumo problemático, un asunto colectivo y acuciante más allá de los titulares catástrofe sobre el tráfico de drogas.

La Agencia de Prevención de Consumo de Drogas y Tratamiento Integral de las Adicciones (Aprecod), dependiente del Ministerio de Desarrollo Social, existe en la provincia desde 2016. Su línea de orientación virtual, que funciona a través del 0800-3455640 de 8 a 24 horas, recibe 430 llamadas mensuales, un 70 por ciento proveniente de los entornos de la persona afectada. En tanto el Centro de Atención Inmediata de Rosario, inaugurado hace un año en España 1455 y donde se puede concurrir sin turno previo de lunes a viernes de 8 a 14, interviene en 300 casos por mes, el 95 por ciento a demanda de los propios involucrados en este tipo de adicciones. Que no necesariamente se manifiestan respecto de sustancias ilegales (la dependencia más importante sigue siendo al alcohol) sino también de prácticas, como la ludopatía.

Quien aporta estos datos es Camila Bettanin, la titular de Aprecod desde agosto de 2021. Cuenta que son 80 en total las instituciones de la Red Provincial de Abordaje de los Consumos para ciudadanos sin obra social; alrededor de 30 de esas organizaciones que brindan contención y acompañamiento están localizadas en Rosario. La red debió ampliarse (triplicarse) porque durante la pandemia se observó un recrudecimiento de los hábitos adictivos de la población, explica la funcionaria, y suma los llamados “operativos multiagenciales en barrios priorizados”, de momento instalados en Los Pumitas y en Grandoli y Gutiérrez. Estos dispositivos implican la presencia de la Agencia en territorio, en un esfuerzo para generar acceso a los tratamientos y otras herramientas de abordaje disponibles.

El año pasado cuando Aprecod lanzó una diplomatura sobre estos temas en conjunto con la UNR, se encontró con 300 inscriptos. A la formación para preventores territoriales en consumos problemáticos que comenzó el martes pasado en Rosario se anotaron más de 200 personas; buscan prevenir y detectar estos comportamientos en los barrios. “En el auditorio había trabajadores de centros de día, de comedores comunitarios, militantes, grupos religiosos de diferentes credos, docentes, organizaciones: quieren no sentirse solos, trabajar en red”, evaluó Bettanin. La recurrencia a sustancias o prácticas en pos de transitar la cotidianeidad atraviesa a todas las capas sociales pero, como siempre, golpea duramente a los más vulnerables. Y en la Argentina hay 18 millones de pobres.

A la Defensoría del Pueblo, sobre todo a través de su centro de atención a las víctimas, llegan permanentemente familiares y vecinos que dan cuenta de hechos de violencia de género, maltrato infantil, laboral y a la tercera edad. Cuando los equipos empiezan a intervenir en los casos, los encuentran relacionados o agravados por los consumos. Dispuesto a realizar “acciones más concretas, orientadas a encontrar soluciones”, el organismo se contactó con la ONG Seres Libres que lidera el actor Gastón Pauls, apunta el defensor Gabriel Savino, y anuncia la firma de un convenio para desarrollar estrategias de prevención. En contraposición señala que “hace 26 años no se lleva adelante una campaña nacional seria de prevención de adicciones, masiva, como sí se hace por ejemplo en materia de accidentes de tránsito. Hay campañas particulares de algunas organizaciones, desde el Estado no”.

Savino cree que las adicciones aún son tabú y que incluso proliferan hábitos que no se asumen potencialmente peligrosos, como el uso excesivo de tecnología y en especial en niños, niñas y adolescentes. “Somos una institución protectora de derechos y queremos poner en la agenda pública este tema, que consideramos muy grave. No se trata de un problema particular o de una familia, ni empezó ayer. Es de la comunidad toda y debe priorizarse, traducirse en políticas públicas, en compromisos. Recuperar a una persona que tiene consumo problemático es empezar a luchar contra el narcotráfico, porque bajás la demanda”, resumió el defensor.

Vicente Bondi dirige la asociación civil Nazareth, donde empezó a trabajar hace 20 años. “La demanda creció de manera exponencial: en 2001 eran 15 o 20 personas y hoy son más de 100 familias. A veces hay hermanos o parejas, madre e hijo, a veces es más de una generación”, describe y advierte: “El aumento en el consumo es innegable. En la pandemia creció mucho la ludopatía, el alcohol y los psicofármacos. Tenemos lista de espera para las modalidades más complejas, que son las residenciales”.

Bondi confirma que los consumidores “se inician a edades cada vez más tempranas: antes era a los 15 o 16 años y ahora es a los 11 o 12”. Convalida que la sustancia más consumida es el alcohol, referenciando su apreciación tanto en su experiencia como en informes de la agencia nacional Sedronar. Y agrega otro dato: el número de mujeres en tratamiento fue aumentando, pasó en unos años de una cada 10 personas a tres o cuatro sobre diez. 

“El consumo de sustancias es histórico por parte del ser humano, pero en la Argentina hubo un momento bisagra en los 90, cuando se masificó y se transformó en un bien de consumo más, entró en una lógica de oferta y demanda. Desde entonces no para de crecer”, analiza el operador, a punto de recibirse de antropólogo. “Nuestro objetivo sería hacer más prevención que atención, eso significaría que ha bajado la demanda”, finaliza.


Con el acento en los cuidados


Si los consumos problemáticos afectan a todas las edades —de hecho se aguardan con expectativa los resultados de la séptima encuesta nacional que se realizó en el tercer trimestre del año pasado en conjunto con la EPH ampliada y relevó a personas entre los 16 y los 75 años— la prevención apunta a los más jóvenes. En ese sentido desde la Aprecod implementaron jornadas culturales en plazas de barrios como Santa Lucía y Villa Banana, donde se destacan las competencias de rap, “un circuito de expresión que nos sirve para llegar a los pibes, para generar conversación”, cuenta Camila Bettanin. “El enfoque no es moral porque ese enfoque se vuelve una barrera para el acceso. Queremos que los distintos actores se involucren y den un mensaje de cuidado. Ahora también vamos a llevar  a los raperos a las escuelas, a los séptimos grados y primeros años de la secundaria”, cuenta la titular de la agencia provincial.



Vicente Bondi, de la Asociación Nazareth, considera que “con mucho trabajo y con muchos cambios es posible salir o resolver un consumo problemático aunque lo ideal es no entrar, no comenzar, cuidarse. Conocer los riesgos, las consecuencias en la salud. Vivir sin pensar que la solución tiene que estar afuera y ser instantánea, muchas veces las soluciones y las búsquedas están adentro”.


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