La estrategia de navegar al borde de la línea de flotación, y de acelerar en las curvas, esta vez no le resultó al gobierno nacional. Cuando daba por ganada la votación durante toda la jornada, y en los días anteriores también, perdió una disputa muy sensible en el Senado por un voto (alcanzó 36, y necesitaba mayoría absoluta, 37): se cayó el estratégico proyecto oficialista y del PRO de Ficha Limpia que tenía como objetivo principal impedir una candidatura nacional de Cristina Kirchner.
La pata legislativa de la proscripción de la ex presidenta, largamente trabajada en sucesivos períodos anuales entre la Cámara de Diputados y el Senado, en acompañamiento sincronizado con el acoso judicial extremo y sistemático sobre Cristina Kirchner a través de la reanimación de causas judiciales –como el caso de Vialidad–, en las que había sido absuelta cuando fue investigada en años anteriores, finalmente quedó desactivada en el momento menos pensado.
Con todo, la Corte Suprema de Justicia tiene en sus manos la posibilidad de sacar a CFK de la cancha de una posible candidatura para el próximo 26 de octubre: si confirma el fallo en segunda instancia que firmaron desde Comodoro Py, habrá quedado confirmada la condena y no habría en ese caso candidatura posible.
Ficha Limpia, al cabo, adelantaba un escalón lo que ya establece la Constitución nacional: no se puede competir en una elección cuando pesa sobre el candidato una condena confirmada por la Corte Suprema; en este caso, la ley impulsada por el oficialismo situaba la inhabilitación en un momento anterior, cuando se sucede el llamado “doble conforme”: primera instancia y confirmación de cámara. En ese punto radicaba la impugnación constitucional principal que argumentó el peronismo al votar en contra.
¿Por qué otorgarle a una Cámara de Apelaciones la potestad de imposibilitar a un candidato?, cuando la Constitución habla claramente de ese punto, pero lo sitúa en la última instancia, la Corte.
Otro argumento muy desarrollado por los senadores del oficialismo y sus aliados, a favor de Ficha Limpia, fue que nueve provincias de las 24 de la Argentina cuentan con leyes similares a la fallida de este miércoles en el Senado. Entre ellas Santa Fe. Sin embargo, ese argumento soslaya las diferencias enormes entre los estados provinciales y las dimensiones de un gobierno nacional. Otro tanto, entre los sistemas judiciales comarcales y el nacional, y el impacto político de un liderazgo nacional y referentes provinciales, que por fuerte que fueran no cambian el clima político nacional.
El impacto político de la caída de Ficha limpia, se cifró, en gran medida, por el efecto sorpresa. Nadie la vio venir, excepto los dos senadores misioneros que amagaron para un lado y terminaron votando en contra, Carlos Arce y Sonia Rojas Decut del Frente para la Concordia, el partido provincial hegemónico que oscila apoyos a distintos gobiernos nacionales, y que mantenía una aparente buena relación con la Casa Rosada.
Es cierto, sin embargo, a nadie se le escapa, que Ficha Limpia no funciona en Misiones, y que esa posición había sido expresada en varias oportunidades por el jefe político de ese enclave provincial: Carlos Rovira, exgobernador de la única provincia con clima subtropical de la Argentina.
Para explicar el viraje de última hora de Arce y Rojas Decut se tejen distintas hipótesis, pero la más obvia revela el creciente deterioro del gobierno nacional con los jefes provinciales, aun con aquellos que vienen apoyando la estrategia económica de la Rosada. Misiones es la provincia argentina con el mayor kilometraje perimetral en proporción a su pequeña superficie en situación de límite internacional con Brasil y Paraguay. La insólita situación cambiaria que sostiene Economía (dólar hiper barato, con inflación creciente) tiende a la destrucción de la industria nacional, pero en el caso de las provincias, destruye, adicionalmente, al comercio.
Los argentinos migran para hacer sus compras del otro lado del puente, cuando lo habitual es que la migración fuera al revés.
El clima adverso con las provincias para un gobierno que apuesta todo o nada a una extraña ingeniería financiera y deja la economía del interior a la intemperie ya viene dando señales de agotamiento, como pudo verse en la semana que termina en la provincia de Entre Ríos (Paraná) con la reunión de media docena de gobernadores, incluido Maximiliano Pullaro y un peronista clave como Axel Kicillof, y plantearon sus reclamos.
Con la caída de Ficha Limpia -la votación final fue 36 a 35 (el peronismo tuvo una ausencia por razones de fuerza mayor)-, detona la estrategia de LLA, deja en mejor situación relativa a la principal líder de la oposición, Cristina Kirchner, y abre muchas preguntas sobre la impericia del oficialismo en el Senado.
Fue un golpe evitable que recibió la alianza LLA-PRO-UCR, que ya viene en tensión por la regular y mala elección en Santa Fe, y la tiene difícil en la CABA, donde el próximo 18 de mayo se presenta (todo ese conglomerado oficialista) con al menos cuatro listas.
Los senadores santafesinos, presentes los tres, y sin sorpresas, votaron a favor de la Ficha Limpia los dos oficialistas (Carolina Losada y Eduardo Galaretto) y en contra el peronista Marcelo Lewandowski. Losada fue la que más arriesgó, la única que habló de los tres.
La ex panelista televisiva expuso con su estilo picante contra la “corrupción kirchnerista”, prácticamente celebró por anticipado lo que era a media tarde un triunfo seguro, y además, propuso “votemos hoy esta ley así como está” y luego “vemos de agregar otros delitos”.
Se refería, en especial a los delitos de narcotráfico, algo muy reclamado por el peronismo, en el sentido de dotar a una eventual Ficha limpia de otros ingredientes, más allá de los de corrupción en el ejercicio de la función pública (como se acusa a CFK). Incluso Losada fue aludida (aunque sin mencionar su nombre) por la senadora kirchnerista por Mendoza, Anabel Fernández Sagasti, señalando una presunta resistencia de la santafesina a meterse contra el narcotráfico. Losada eligió no contestarle a Fernández Sagasti.