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Economía

Fuera Patria: la economía electoral de Trump y Milei

En 2001 y 2002, el entonces secretario del Tesoro de Estados Unidos Paul O’Neill repetía que no iba a usar la plata de los plomeros y carpinteros norteamericanos para rescatar a los inversores que habían especulado con la deuda argentina, y su representante en el FMI, Anne Krueger, buscaba forzar una quiebra para aleccionar a los especuladores que timbeaban sin riesgo en los emergentes con el sector público estadounidense como prestamista de última instancia.

Casi veinticinco años después, otro secretario republicano, con el acompañamiento de la directora del Fondo, tomaron la dirección contraria. Anunciaron un rescate financiero de 20 mil millones de dólares, hasta ahora de palabra, para sostener a un gobierno cuyo plan económico está casi tan detonado como el de principios de siglo.

En el medio pasó China bajo el puente. La economía mundial se reconfiguró y la disputa entre el expansivo gigante asiático y la vieja potencia de occidente devolvió las decisiones de política económica a los manuales del imperialismo de fines del siglo XIX y principios del XX. La crisis política de un excéntrico y sumiso aliado, como Javier Milei, abrió otra ventana de oportunidad para consolidar su dominio del patio trasero a un costo relativamente bajo. Por ahora, un par de tuits con la promesa de garantizar el pago de las deudas que tomó Luis Caputo, una vez que se conozcan el resultado de las elecciones de octubre, los cambios en el gabinete y en el plan económico, así como su política de alianzas, sobre todo con el emergente club de gobernadores. 

Las especulaciones sobre el precio de este favor se amoldan al regreso de la disputa geopolítica más cruda. De hecho, no hizo falta llegar al show de fotos de esta semana para encontrar sus huellas. El freno al ingreso de Argentina a los Brics, donde habitan los principales socios comerciales del país, la demolición interna contra el Mercosur, el veto a la participación china en la licitación de la hidrovía, la obligación de contratar a una empresa norteamericana para las tareas de control en esa vía navegable y la privatización de Impsa, la primera empresa pública en sacar a la venta, a una firma que fue aportante de la campaña electoral republicana, llegaron antes de cualquier promesa de inversión o rescate.


Scott Bessent

China para los americanos


Pero fue el segundo posteo del secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent, el que le recordó al gobierno y al círculo rojo la dureza del mundo en tiempos de neo mercantilismo y guerra fría. Luego de detallar las herramientas de financiamiento que pondría a disposición tras los comicios, exigió que se diera marcha atrás con la suspensión temporal de las retenciones a la exportación de granos y subproductos y carne bovina y aviar. 

“Yo le voy a hablar de Corea del Norte y él me va a hablar de limones”, había dicho Trump poco antes de recibir al entonces presidente Mauricio Macri en 2017. Ocho años después, la conversación se invirtió. Milei ofreció su compromiso en la lucha contra el comunismo y el republicano le puso un prosaico reclamo sojero sobre la mesa.

La nueva versión del dólar agro fue, junto con el gesto norteamericano, uno de los últimos conejos que sacó de la galera el equipo económico para salir de las cuerdas contra las que estaba el viernes de la semana pasada, cuando el dólar y el riesgo país se habían disparado a las 1.500 unidades.

Era el único truco que le aseguraba dólares claves para domar el mercado cambiario. El Ministerio de Economía fijó en 7 mil millones de dólares esa necesidad y tejió un acuerdo con las agroexportadoras, como tantas veces en los últimos años. Solo que pretendió maquillarlo con una épica electoral de baja de retenciones.

En el cortísimo plazo, mientras siete grandes cerealeras presentaban declaraciones juradas por el 90 % de la cuota, se disparaban las declaraciones celebratorias en Rosario, donde se realizó la reunión anual de la asociación que nuclea a todos los actores de la cadena de la soja. Por supuesto, los ejecutivos de la industria aceitera, que animaron el panel final, fueron los más entusiastas.

“Siempre es mejor que las retenciones bajen, aunque sea temporal, lamentablemente no la van a poder aprovechar todos”, se sinceró el directivo de una aceitera de origen nacional, cuando los pasillos de la Bolsa todavía eran Jauja. También pidió a los productores moderar las expectativas de precios, a la luz del costo financiero que acusan las cerealeras por anticipar el ingreso de divisas para pagar operaciones que van a realizar después.



Una promo limitada


El “soja monday” disparó por un breve lapso el precio de la oleaginosa en el mercado de Rosario, aunque nunca en proporción a la magnitud de la reducción tributaria. Pero bajó la cotización en Chicago. En paralelo, China reservaba veinte barcos de soja argentina para seguir reemplazando el poroto de origen estadounidense, hoy en capilla como parte de la guerra comercial. Los farmers pidieron cortar con tanta dulzura y el secretario del Tesoro de su país transmitió el mensaje.

El negocio ya estaba hecho. Caputo consiguió 7 mil millones de dólares a un precio de 1.540 millones. Ese es el costo fiscal de no cobrar retenciones, que será detraído del ya magro presupuesto nacional, y se distribuirá en los bolsillos de Cargill (21 %), LDC (14 %), AGD (13 %), Bunge (10 %), Cofco (13 %), Molinos (6 %) y Viterra (6 %). De acuerdo a un exhaustivo estudio del Mirador de la Actualidad, el Trabajo y la Economía (Mate) son las firmas que declararon el 90 % de las 19,5 millones de toneladas comprometidas para vender al exterior. 



El 31 de octubre, la fecha límite para participar de la promoción, devino abstracta y el miércoles se desactivó lo que los propios funcionarios de Economía que viajaron el lunes a Rosario definieron como “una ventana de oportunidad”. 

Casi al mismo tiempo, el precio de la oleaginosa, ahora de nuevo con retenciones del 26 %, comenzó a declinar. En los tres días previos, apuntó Mate, se vendieron 3,5 millones de toneladas en el mercado interno a 342 dólares por tonelada promedio, un 15 % más que el valor previo, contra un 35 % que hubiera resultado de trasladar completamente el beneficio fiscal. En el mapa, se abre una puja entre exportadores y productores por el precio de la mercadería que resta adquirir para cumplir con los embarques comprometidos. Pero el tiempo está a favor de los primeros para pactar las condiciones.



El fin del amor


En 2007 las cerealeras se anticiparon a una suba de las retenciones declarando apresuradamente ventas al exterior por millones de toneladas. El diputado santafesino Rafael Martínez Raymonda lo denunció y bastante después se terminó abriendo una negociación para saldar las diferencias. Pero en el medio se desató el conflicto por la 125. El recuerdo fresco de esa maniobra, apenas unos meses antes, le puso combustible extra a esa rebelión.

Con el fantasma de aquel antecedente, el jueves se activaron las manifestaciones de descontento por parte de algunas entidades representativas de los productores primarios. La presidenta de la Federación Agraria, Andrea Sarnari, que el propio lunes había advertido  que la promo libertaria llegaba tarde para sus representados, sentenció en la apertura del congreso anual de la entidad: “Una vez más, la transferencia de recursos benefició a los grandes exportadores”.

Fue el inicio de una seguidilla de críticas que soportó con diplomacia el subsecretario de Producción Agropecuaria, Manuel Chiappe, por parte de la dirigencia rural y la representación política local. La escena del hotel Ariston era impensada hace un año. El intendente Pablo Javkin arremetió contra un gobierno que “solo se acuerda del interior para sacarle los dólares en medio de una crisis” y el gobernador Maximiliano Pullaro cerró su proclama federal con un guiño a los productores: “Aquí tienen un gobierno aliado con el campo”. En la segunda fila del palco lo escoltaban los ministros de las áreas productivas de Córdoba y Santa Fe, alineados en Provincias Unidas, y sus colegas de Buenos Aires y La Pampa, enrolados en el peronismo netamente opositor.

“Es muy importante el trabajo con los gobernadores”, había subrayado en su discurso Sarnari, que en su primer año de conducción mostró una foto de relaciones federadas más densa y amplia que en épocas no tan lejanas.



Estados unidos


Aunque desde el primer momento cuestionaron el “hot sale” de la soja, los mandatarios de Provincias Unidas respiraron aliviados cuando el truco de la suspensión de retenciones se desvaneció frente a los ojos de los empresarios de la producción agropecuaria. Se ven rompiendo la línea Maginot que protegía ese terreno libertario.

Cierto es que el impacto electoral está por verse. No menos cierto es que el salvataje estadounidense está atado a las elecciones, y no solo a los resultados. La demanda involucra cambios en la estrategia económica y política. Como lo advirtió tempranamente el designado embajador Lamelas, los mandatarios provinciales serán convocados a la mesa de concertación para darle sustentabilidad a una agenda inquietante de reformas impositiva, previsional y laboral, como piso de conversación.

Ese programa parece chocar con la devaluación de la licencia social para el ajuste que acompañó los primeros veinte meses de gobierno nacional, en un marco de deterioro de las condiciones de vida que solo el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) es incapaz de captar.

Carlos Sadir, el gobernador jujeño que representa al litio en la liga de caudillos no kirchneristas, fue claro durante una entrevista brindada en Río Negro, donde participó del  XXVIII Foro Iberoamericano de Garantías y Financiamiento: “El salvataje de EEUU amerita una convocatoria de Nación a los gobernadores para ver cómo seguimos”.

Un día después, el gobierno nacional resucitó el Consejo de Mayo.


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