Mientras la microeconomía da malas señales, un reloj de arena liga su marcha a la suerte de millones de jubilados. El 4 agosto próximo vence el plazo para el veto del Gobierno al aumento del 7,2 por ciento en los haberes jubilatorios, y la extensión de moratorias, dispuestos por el Congreso. El presidente Javier Milei anunció que nada romperá el equilibrio fiscal y su ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, dijo el aumento aprobado por el Congreso generaría cinco millones de niños pobres. Según especialistas consultados por Suma Política, los argumentos orientados a sostener el veto para no otorgar los aumentos constituyen una falacia. Plata hay, según para qué o quiénes. La longevidad, virtuosa para sus protagonistas, es carga pesada e improductiva para el Estado, que pareciera demorar reajustes en función del tiempo.
“El costo fiscal de jubilaciones tiene distintos análisis que pueden ser de mínima y de máxima, el bono y el aumento porcentual representan aproximadamente un punto del PBI, y algo importante que no se dice, porque es funcional al Gobierno, es que no tiene que ser todo o nada, hay variantes”, dijo el economista Guido Agostinelli. A modo de ejemplo, podrían aumentarse la jubilaciones y mantener el bono, o viceversa, señaló. “Lo que me parece interesante es por qué hace ese vínculo Sturzenegger, cree que el aumento genera déficit, inflación y esto pobreza, pero es una falacia”, aseguró el autor del libro Experimento Libertario.
“Es una falacia porque podés mantener el superávit fiscal dándole aumento a los jubilados. Por ejemplo, reimplantando el impuesto a Bienes Personales y el impuesto País, que licuó este Gobierno, y que podría aplicar a las importaciones, que están destruyendo la industria nacional. O sea que con ambas reinserciones —agregó—, más el superávit fiscal, que para eso está, se podrían aumentar las jubilaciones, incluso sostener las tres leyes votadas por el Congreso”.
Con una mínima de 309.294 pesos, más el bono de 70 mil, este mes de julio el haber fue de 379.294, para cubrir una canasta básica que, con vivienda incluida, supera el millón doscientos mil pesos. En la vida real, esta brecha numérica equivale a comer una vez al día, comprar los medicamentos por blisters y la angustia constante por el alquiler y los servicios, que superan por lejos los pretendidos porcentuales oficiales de inflación.
“Desde 2017, cuando se cambió la fórmula de movilidad, los jubilados perdieron casi todos los años, con todos los gobiernos; lo más grosero fue 2023, cuando perdieron un 30 por ciento de su poder adquisitivo; si antes compraban tres changuitos de mercadería, durante ese año compraban dos”, explicó el abogado especialista en temas previsionales Adrián Troccoli. La situación actual agravada y la de arrastre devino en miles de presentaciones ante Tribunales.
“Una semana atrás, la Corte Suprema de Justicia de la Nación publicó que el 60 por ciento de los juicios que allí se tramitan son contra la Ansés, de modo que esa sola materia supera a las demás, como los litigios en los fueros penal, laboral, comercial, civil. La explicación es muy sencilla: a medida que un jubilado va cobrando la jubilación, advierte que le rinde cada vez menos. En los últimos años fue muy alevoso: la medida de comparación es contra la inflación, pero los precios suben más que la inflación del Indec”, explicó Troccoli.
¿Qué respuesta da la Justicia? “Respuestas variadas según las Cámaras Federales. Rosario, con posiciones contrapuestas de dos Salas, y Ciudad Autónoma de Buenos Aires, aún no se han expedido para el período de Alberto Fernández, el de mayor pérdida”, comentó Troccoli. En cambio, sí lo hicieron las de Mendoza, Bahía Blanca, Córdoba, Tucumán, Salta; son Cámaras grandes que cubren más de una provincia cada una, abarcando casi la mitad del país. Los distintos fallos dan un aumento entre el 70 y el 90 por ciento de lo que hoy están cobrando los jubilados. “Dejando afuera las jubilaciones mínimas que ya tuvieron una recomposición, aunque está claro que nadie puede vivir con una jubilación mínima”, enfatizó Troccoli.
“También hay juicios, pero menos, con quejas del primer haber jubilatorio. La gente cobra mal, cobra poco con respecto al salario. Ansés siempre pagó mal, sobre todo retroactivos, la única manera de asegurarse que la sentencia esté razonablemente bien paga es iniciando una ejecución de sentencia”, dijo Troccoli. Además, señaló que “Ansés calcula mal, comete errores, se olvida de cosas y muchas veces paga mal, tanto el haber mensual como el retroactivo. En general, los haberes mensuales los corrige, se equivoca mucho más en el retroactivo”.
Para el especialista, la cantidad de expedientes en la Corte responde a que las jubilaciones bajaron muchísimo y a que aún no hay criterio uniforme respecto de las sentencias. Por lo demás, los expedientes llegan hasta allí porque Ansés apela todas las sentencias que le son desfavorables en las instancias judiciales anteriores.

Mirada mediocre y antigua
Para el Defensor de la Tercera Edad y presidente de la Sociedad Iberoamericana de Gerontología y Geriatría, Eugenio Semino, gran parte de la actual litigiosidad está dada, entre otras causas, “por una medida que pocos tienen presente, que fue la suspensión de la ley de movilidad que regía hasta marzo 2019, cuando Alberto Fernández dio reajustes decrecientes desde jubilaciones mínimas que recibieron 11,56 por ciento de aumento, bajando el índice hasta el 3,7 por ciento para haberes mejor pagos”. Y señaló que esta medida, presentada como un virtuoso “achatamiento de la pirámide”, generó más de 300 mil juicios.
“Esa diferencia nunca se saldó y empeoró con la fórmula que votó el Congreso en diciembre 2020 y que rigió hasta marzo 2024. Todos esos juicios que fueron a la Corte establecen que entre el 1 de enero 2021 y marzo 2024, las jubilaciones y pensiones perdieron 50,8 por ciento respecto de la inflación”, dijo Semino.
Y consideró un “sincericidio brutal” las expresiones del intendente entrerriano, Oscar Francou que días pasados, defendiendo la política del actual gobierno sobre el tema, dijo que “mejorar los sueldos de los jubilados va a llevar a que se mueran muchos para que entren a bajar y recién allí entren a cobrar mejor los demás”. “Expresó brutalmente lo que muchos, piensan y no dicen, suponen que eso resolvería el problema. Esto es tan absurdo y carente de sentido —evaluó Semino—, que al margen de la condición humana, que es lo fundamental, el negocio más importante para las economías es que las personas sigan consumiendo, es decir comprando bienes y servicios porque esto genera trabajo e impuestos”.

¿Por qué la jubilación es siempre un problema? Según el Defensor de la Tercera Edad, hay factores concurrentes a nivel mundial que devienen en crisis de la seguridad social: cambios productivos y longevidad, uno de los grandes fenómenos del siglo XXI. “Hay una mirada mediocre y antigua por parte de los actores políticos, es una concepción bismarckiana (Otto von Bismarck, Alemania) según la cual la seguridad social se financia por vía activa del trabajador. Hoy ha cambiado el mundo, y aquella mirada ha generado crisis sucesivas que llevaron a que los países tuvieran que reformular los sistemas, adaptarlos a la realidad”, opinó Semino.
“Sin embargo en Argentina —añadió— esa mirada antigua prevaleció y ha hecho que, a través de distintas administraciones, la economía se vaya ajustando sobre los recursos de la seguridad social. Hoy tenemos un sistema totalmente quebrado, para siete millones y medio de jubilados y pensionados con haber mínimo, y unos 700 mil más con haberes que superan los 400 mil pesos”.
“Las administraciones en lugar de solucionarlo van evadiendo el tema, tomando medidas de coyuntura y no sobre la necesidad de financiamiento y cambios profundos, como sí ocurrió en el mundo. Así van haciendo moratorias y bonos en lugar de mejorar el sistema. Quienes aportaron parte de su sueldo y hoy son jubilados, más que beneficiarios resultan víctimas”, explicó.
Para Semino, “esto es muy perverso” y “esa mirada anquilosada de los actores políticos” coincide con el desconocimiento respecto del proceso de envejecimiento. Suponer que al concluir su edad productiva ese trabajador “carece de roles sociales y de valor para reproducir riqueza” deriva en “pensar en la jubilación en términos de dádiva y no de derecho”, señaló.
Con respecto al criterio de reducir el gasto en jubilaciones en términos de puntos del PBI, Semino fue categórico: “No. Primero porque las cajas de la seguridad social, el recurso del sistema, está al margen del manejo del Presupuesto, no puede cada gobierno hacer ajustes sobre esa caja, sobre ese recurso, sino que, al contrario, debe blindar ese recurso de forma tal que genere la posibilidad de que aún con crisis económica se sigan desarrollando los mercados internos a través de la seguridad social”. Blindaje no aplicado en Argentina, donde se da la situación inversa, la utilización discrecional del Fondo de Garantía de Sustentabilidad.
También se refirió a las expresiones del presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, que días atrás dijo que su papá es jubilado, que no se queja y que los jubilados deberían entender que ya son abuelos y pensar en el futuro de la Argentina, o sea inmolarse a favor de la prosperidad. “No se considera al haber como un derecho del trabajador jubilado, sino como una dádiva, y esto pensado por dirigentes políticos es representativo de una falta de empatía social enorme, que hace que la política se convierta en un instrumento para un bien pasar, nada que ver con modificar y resolver cuestiones de la sociedad. Una estructura de poder que desconoce el mundo paralelo que es el que vivimos el resto de los ciudadanos”, enfatizó.
El cruel estereotipo de la pasividad
Félix Temporetti es doctor en psicología por la Universidad Autónoma de Madrid, docente en la Universidad Nacional de Rosario, investigador y autor de trabajos sobre educación. Es categórico al analizar las representaciones sociales sobre jubilados: “Un estereotipo ligado a la pasividad porque no produce más en el modelo capitalista vigente, una idea de descarte, en el planteo neoliberal, para sacarse de encima el gasto que supone una política para los adultos mayores”.
“Creo que hay que diferenciar lo que es el jubilado y lo que son los adultos mayores. Incluso el concepto de jubilación es un término que está ligado a la tradición religiosa, teológica; de ahí el jubileo como momento de alegría. También viene de una voz judía que anunciaba el comienzo del período de celebración y descanso en la actividad laboral”, explicó. Y dijo que esa idea de jubileo está ligada a la devolución que hace la comunidad a quien ha trabajado en ella.
“Esta concepción no es individual, sino colectiva, de un Estado, una comunidad, porque es la comunidad que piensa en la población en todos los niveles, desde el nacimiento hasta los adultos mayores. De ahí que un indicador de una sociedad donde los niños trabajen y los adultos mayores continúan trabajando es una sociedad que se considera dudosa de su calidad de vida”, fundamentó. Y remarcó que no se puede pensar el tema de la jubilación y los adultos mayores sin pensar en toda la sociedad como tal.
Claro que la realidad parece contradecir tal concepción. “Actualmente lo que está ocurriendo en Argentina, en Europa o Estados Unidos, en Occidente judeo-cristiano, es el predominio del armado de un sistema capitalista liberal, que devino en neoliberal, en el individualismo salvaje que propone que de la infancia y la discapacidad se haga cargo la familia. Dentro de poco van a decir que de los adultos mayores se haga cargo la familia”, argumentó.
Según Temporetti, otro eje insoslayable de análisis es la categoría adultos mayores. “Los cambios que se producen a nivel científico, de la biología y los sistemas de salud, han llevado al adulto mayor a edades promedio entre 80, 90 años, es decir 30 más de la edad jubilatoria. Es ahí donde hay que pensar una política para ellos, no quiere decir que no puedan trabajar si quieren, pero eso requiere un proyecto de Estado, el neoliberalismo no sabe qué hacer con los adultos mayores en estos momentos porque, como dijo el intendente de Entre Ríos, estarían esperando que se mueran”.
“No hay un Estado presente para la familia, una escuela que eduque, ayude, en el proyecto de sostener la vida, un concepto de educación que supere al de escuela sólo para aprender y enseñar. Todo este abandono se liga a una crueldad social, a una concepción mecánica, individualista. Es difícil entender el concepto de seres humanos que tiene esta gente en su política, no hay compasión por el otro, falta la ternura, el reconocimiento del otro, la mirada, lo planteó el Papa Francisco cuando dijo que no escuchar al otro es no reconocerlo”, argumentó Temporetti.
Para el doctor en psicología, “además de lo ético, esto traerá un costo social altísimo” y opinó que “los seres humanos necesitan vivir en comunidad, la justicia social no es un invento de un sector político sino que responde a una realidad humana concreta. De lo contrario —subrayó— se cae en lo siniestro, eso es ser representante del maligno en la tierra”.

La vida y la muerte
“La política neoliberal, la política del ajuste contra la gente, es una administración de la vida y la muerte, una política de amenazar con la inviabilidad de la propia vida y la de los seres queridos”, dijo el doctor en Antropología por la Universidad de Brasilia, docente de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) e investigador, Alejandro Grimson.
Además de considerar a esa política “un chantaje que pide la rendición incondicional, la renuncia a las libertades más elementales”, apuntó que “sólo la recuperación de las propias autonomías y de la solidaridad puede ofrecer una alternativa”.
Difícil encontrar un eco de estas palabras en el discurso presidencial de Javier Milei, cuando se preguntó en Estados Unidos: “¿Ustedes se creen que la gente es tan idiota que no va a poder decidir? Va a llegar un momento donde la gente se va a morir de hambre y va a resolver el problema”. Y agregó: “No necesito que alguien intervenga para resolverme la externalidad del consumo, porque alguien lo va a resolver”. Sí. Con la angustia de quienes están al final de sus vidas y sus fuerzas, los jubilados.

































