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Política

La otra cara de la reforma: pensar el mundo del trabajo con los trabajadores

El gobierno de La Libertad Avanza salió envalentonado de las elecciones de medio término y avanzó con ímpetu en la presentación de un proyecto de reforma laboral que fue duramente rechazado y criticado por todos los actores del sector del trabajo. El enunciado “reforma laboral” se asocia siempre a la pérdida de derechos por parte de los trabajadores en favor de los sectores patronales. Ahora bien, voces del sindicalismo santafesino sostuvieron a este medio que “hay un montón de reformas por hacer, hay un montón de temas que son para discutir; si queremos hacer una reforma, nadie mejor que cada gremio para saber qué se puede arreglar, qué se puede modificar”. Suma Política dialogó con referentes del universo de la producción y del trabajo para responder a esa pregunta: ¿cómo debería ser una reforma laboral en favor de los trabajadores?

Entre los temas a abordar, pican en punta los altos niveles de informalidad presentes hoy en Argentina —según datos del Poder Ejecutivo Nacional, los trabajadores informales representan el 44,1 % de la población económicamente activa, lo que representa 12,7 millones de trabajadores— lo cual lleva a tener que resolver los modos de contratación, la incapacidad de la estructura económica argentina para generar nuevos puestos de trabajo formales y la falta de actualización y ampliación normativa, convenios colectivos, prestación de la salud y seguridad, entre otros. Y reducir la jornada laboral para ampliar los márgenes de empleabilidad.

“Si querés que crezca el empleo, tenés que hacer crecer la economía de manera sostenida”, afirmó sin vueltas a Suma Política el exministro de Desarrollo Productivo Matías Kulfas, quien subrayó que el empleo está estancado desde 2011 “porque la economía está estancada”.

Según el autor del libro Producir en la globalización, la situación de la informalidad laboral está fundamentalmente asociada a un conjunto específico de empresas y sectores relacionados “al comercio, al mundo agrario, la construcción y, fuera de todo este mundo, casas particulares y servicio doméstico. Resolver la cuestión de la informalidad no tiene que ver con una reforma laboral sino, en primer lugar, con la dinamización de la economía. Y en segundo lugar, tiene que implementarse un régimen para pequeñas y medianas empresas”. 

El exsubsecretario de la Pequeña y Mediana Empresa analizó que el régimen laboral actual le exige lo mismo a las empresas grandes que a las microempresas, “lo que hace que no sea viable tener el mismo esquema de registración. La reforma que realmente necesitamos es atacar de lleno no a todo el sector laboral, las que te piden flexibilización son las empresas grandes, que no tienen un problema en este asunto, sino a las micropymes”.

A esto le agrega que Argentina se encuentra desde hace años “en un círculo perverso que se mantiene más o menos firme de 4 millones de hogares, que cuando se van a jubilar no tienen los aportes. Es mucho más razonable que hagan un aporte que sea menor a los que trabajan en una empresa grande pero que le permita tener un beneficio. El empresario se beneficia con tener una seguridad jurídica y el trabajador no deja de tener beneficios”, propone.


Matías Kulfas

Trabajar menos, producir más

El presidente de la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas, Matías Cremonte, opinó que otra cara del debate sobre la actual situación del trabajo no sólo es los niveles de ingresos y la informalidad, sino saber identificar los problemas “para que el trabajo sea menos penoso”, debate que se salda con reformular la jornada de trabajo.

“Sería repensar una ley que se sancionó en 1929. La ley de descanso dominical es de 1905. No puede ser que Argentina sea uno de los países donde más se trabaja, con semanas laborales de 48 horas cuando en el mundo hay países de 30 horas”, señaló el letrado a Suma. 

Un informe de la Organización Internacional del Trabajo señala que el promedio de los países es de 43,9 horas por semana, siendo que más de un tercio de la población trabajadora a nivel global supera ese límite. Los países con las jornadas laborales más largas del globo son la India (56 horas semanales), Bután (53,3 horas), Bangladesh (50,4 horas) y Uganda (50,3 horas). El décimo lugar en la lista está ocupado por Zimbabue, con una jornada laboral de 48,1 horas a la semana. Los países donde menos se trabaja por semana son Países Bajos (29,8 horas, en una semana de cinco días laborables y 6 horas promedio de trabajo), Ruanda (29,9 horas), Irak (31,6 horas) y Austria (32,4 horas).

“Hoy por hoy, por los bajos ingresos, el pluriempleo es una realidad porque los salarios no alcanzan para garantizar una vida digna. El artículo 116 define el salario vital, es decir lo que debiera garantizar el salario por sólo trabajar ocho horas. Hoy no se cumple, eso no existe. Eso no es un problema de la ley, es un problema de este país. Son dos cuestiones que son centrales, pensando en que la vida sea un poco mejor”, reflexionó Cremonte.

La secretaria general del Unión Trabajadores de Entidades Deportivas y Civiles (UTEDyC) y secretaria adjunta de Innovación y futuro del Trabajo de la Confederación General del Trabajo (CGT), Vanesa Núñez, profundizó esta línea: “Hay un atraso muy importante en el debate que tiene que ver con cómo impacta la innovación en el trabajo. Subió 300 por ciento la productividad de cada trabajador desde la utilización de tecnología, con una inversión que ha sido mínima de parte de los dueños de los medios de producción”, destacó la líder sindical.

“Mientras más grande es el calado de la empresa, más ganancias tiene y esto nunca se vio reflejado ni en mejoras de las condiciones de trabajo ni en salario. Para compensar el crecimiento exponencial de la productividad gracias a la tecnología, tenemos que ir hacia la reducción de la jornada de trabajo”, argumentó Núñez, quien desestimó los señalamientos realizados hacia los gremialistas por una supuesta falta de constricción al trabajo: “Esto no tiene que ver con que somos vagos sino con nuestra plusvalía. No podemos pensar el trabajo solamente como un hecho privado y aislado, el mundo del trabajo forma parte de los indicadores de bienestar social”, argumentó.

Cremonte sostuvo que la mayoría de los estudios que impulsan y buscan fundamentar la importancia de la reducción de la jornada se basan en que “la productividad es la misma o incluso llega a crecer, porque la concentración es mayor, se reducen los accidentes laborales”. Según el último registro de la Superintendencia de Riesgos de Trabajo, correspondiente al primer trimestre de 2025, se produjeron 10.252 accidentes laborales en la provincia de Santa Fe, y siete de ellos le costaron la vida al trabajador. Las matemáticas reflejan que se trata de 114 accidentes laborales diarios, uno cada doce minutos.

“Trabajando menos se pueden repartir las tareas y se pueden generar más puestos de trabajo. Pero más allá de esto, no es el único ángulo sobre el cual se puede trabajar este tema, si genera o no productividad, si genera mayor o igual ganancia de las empresas. Estamos hablando de generar una mejor y mayor calidad de vida”, esgrimió el líder de la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas.

Esta arista despierta otro gran cuco de los adalides de la reforma laboral libertaria: los juicios laborales. Cremonte rápidamente desestima esto como un problema: “¿Cuál es la ilegalidad del empleo argentino? Más del 40 por ciento, lo que significa que puede haber más de 6 millones de personas que podrían iniciar un juicio laboral. Sin embargo se inicia menos de 1 por ciento de esos juicios, de los cuales la gran mayoría, cerca del 80 por ciento por lo menos, son contra las aseguradoras de riesgo de trabajo (ART)”, lo cual quiere decir que estas iniciativas ni siquiera son contra los empleadores. “Ni siquiera son juicios contra empresas. Y por otro lado, la necesidad de iniciar un reclamo laboral está basada en un incumplimiento”.

Matías Cremonte

Convenios viejos, convenios nuevos

Durante los años 70 hasta las postrimerías de la década de 1990, el mundo del trabajo estaba más relacionado con una serie acotada de modelos de trabajador o de actividad, por lo cual era más sencillo generalizar reglamentaciones que abrazaran sin demasiadas tensiones al grueso de las ramas productivas. Hoy, hacer una radiografía del trabajo es patear un hormiguero y observar a los insectos correr.

“La realidad del trabajo es muy fragmentada, donde la reforma está sucediendo de hecho, con trabajadores formales empobrecidos, con un salario que nunca recuperó su capacidad adquisitiva en los últimos años después de los altísimos niveles de inflación que atravesamos en 2023”, reflexionó Núñez y deslizó que pensar una reforma laboral para y desde los trabajadores “es tramposo” porque se trata de un presente “producto de una serie de políticas y decisiones que lastimó a la patria toda. Con ese contexto, la ley de Contrato de Trabajo debiera tener significativas modernizaciones como piso de derechos”.

Por su lado, la referente de Innovación en el Trabajo cegetista sumó que “los sindicalistas no queremos que haya mayor judicialización, sino que buscamos que los cuidados, y la prevención de accidentes y enfermedades, sean una prioridad. La nación y las empresas pierden muchísimo dinero por motivo de enfermedades que tienen que ver con el uso de la tecnología, el burnout o lo quemados que estamos como trabajadores”. 

Según la gremialista, una moderna ley laboral debería observar las nuevas formas de trabajo, entre ellas no sólo Uber o Pedidos Ya sino las modalidades freelancers, con desterritorialización o descolocación geográfica del trabajo y con cada vez más actividades entrometidas en los intersticios de cada rama productiva, abiertos en las últimas dos décadas por el advenimiento e incorporación de la tecnología y las técnicas digitales. “Y además, sin pagar impuestos en territorio nacional. Usan mano de obra argentina y no pagan impuestos en Argentina”, detalló.

Kulfas metió la cuchara en este asunto y opinó que “hay convenios laborales que tienen descripciones de la actividad con aspectos que no existen. Ahí no existe la necesidad de una reforma laboral sino un régimen especial de producción”, y arriesgó una propuesta: “Pienso en un pacto de productividad por sectores. El empleador pedirá algunas cuestiones especiales, pero el gremio lo negocia, lo discute, así son las negociaciones”, y la argumentó con los pactos llevados adelante por los sindicatos de los obreros de la minería cordillerana. “Están a 12 horas de su casa, tienen un régimen laboral exigente con un esquema de 14 días laborables por 14 días de descanso, con jornadas largas y tienen el resto del mes de franco y con salarios muy buenos”.

Pensar el futuro trabajando

En los últimos 10 años hubo una importante reducción de la natalidad. Núñez relaciona esto con los bajos índices de satisfacción social que existen entre los trabajadores: “Los bajos salarios, la inexistencia de políticas de cuidado, todo está relacionado. La reducción de la población afecta enormemente la economía global, pero las juventudes no observan que haya una proyección de futuro donde quieran tener una familia; las nuevas generaciones ponderan lo que desde UTEDyC denominamos la soberanía del tiempo del trabajo, que es conectarse cuando uno quiera, manejar los tiempos”.

Nuñez levanta la seguridad y la salud laboral como pilares que no deben pasar de largo en la discusión de una hipotética nueva ley de contrato de trabajo, “incorporando los nuevos factores de riesgo provenientes de la tecnología y los nuevos espacios donde los trabajadores se desempeñan, que van desde los peligros físicos hasta posibles casos de acoso y abuso. Las personas rotas y con severos trastornos de salud mental no le sirven a nadie y estos temas están desenganchados del trabajo”

“Cómo se incorporan las juventudes, de la misma manera que el clima o mal clima de trabajo, son temas que son pertinentes al mundo del trabajo. Hay estudiantes que, si tienen la dicha de terminar la secundaria, tienen una formación ciudadana sumamente despojados de herramientas para su incorporación al mundo del trabajo, no tienen conocimientos de sus derechos como trabajadores”, dijo a este medio Núñez. 

La discusión del trabajo del futuro tiene que ver con la productividad y el acceso sencillo al mundo laboral de las juventudes, no sólo en cuanto a oportunidades sino como ciudadanos con conciencia de trabajadores: “Tenemos que pensar cómo se vinculan las leyes laborales con las propuestas educativas en las provincias. Si estuviésemos ordenados, el gobierno nos debería decir cuál es la necesidad de profesionales y técnicos que requiere. Y en esto el sindicalismo tiene mucho para ofrecer”, dijo la líder de UTEDyC destacando la extensa red de formación y centros profesionales de formación que mantiene el movimiento obrero organizado.

Otro problema es que “los empleadores no saben cuáles son los trabajadores que necesitan porque tampoco tienen un know how de qué tipo de producción van a necesitar mañana. Y esto se debe a que muchas Pymes no saben si el mes que viene van a poder pagar la luz”. Para la cegetista, la agenda del trabajo “no debe ser escrita en el momento en que aparezca un gobierno que nos quiera escuchar a las organizaciones sindicales, sino que ya debemos tenerlo articulado. El trabajo no es un claustro cerrado que no se relaciona con la educación, con la producción, con los ejes que esperamos de nuestro país en el futuro. La modernización es sumamente debatible y el movimiento obrero organizado está totalmente dispuesto a debatirlo”.

“Es falso pensar que hay que reformar la ley laboral si el objetivo es la creación de empleo”, sentenció Cremonte.


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