Dos personas se enamoran. Encuentran un obstáculo para sus deseos y es la relación matrimonial de una de ellas. Durante ocho meses hablan de cómo eliminar el escollo. Eso finalmente ocurre con una muerte que ofrece dudas. Aparece un teléfono donde se recupera toda la guía manifiesta de la planificación de esa muerte. Las dos personas que viven el romance hablan del plan, son dos mujeres, son detenidas. Las llevan delante de un juez que las deja presas de modo provisorio tras una audiencia de alta vibración emocional. Pero el asunto, que es un script pasional para una larga temporada, recién empieza.
Este viernes fueron acusadas del homicidio agravado de Carlos Royer, un funcionario jubilado de la Defensoría del Pueblo en Rosario de 78 años, con estrechos contactos en el mundo de la política. Él murió en su departamento de La Paz 704 el 28 de octubre pasado. En el interior estaban su mujer de 35 años y la hija de ambos de 8. La autopsia que no está concluida tiene un informe preliminar que indica que la causa de muerte son golpes en el cuerpo y una asfixia provocada.
María Carla Martínez es la esposa de Royer y está acusada de homicidio triplemente calificado. En el estrado a cinco metros de ella, separadas por tres defensores, estuvo Julia Andreoli, de 27, una profesora de talleres de música de la Municipalidad de Colón, en el norte de la provincia de Buenos Aires. Ambas se conocieron a través de una red social en noviembre de 2024. Sus intercambios hasta que les secuestraron los teléfonos muestran un amor tan torrencial como, en apariencia, determinante para el desenlace que es motivo de juicio. En casi un año se contactaron al arrasador ritmo de 800 mensajes por día.
El caso es dramático y de una intensidad novelesca en sus febriles detalles. Es muy llamativo en sí mismo, pero además porque el veredicto hacia las mujeres juzgadas lo decidirá un jurado de doce ciudadanos. Cuando llegue el momento determinarán la culpabilidad o inocencia de ambas. Carla está acusada de autora material del homicidio de su esposo, lo que implica una pena de perpetua. Julia de ser partícipe secundaria.
Carla y Julia se conocieron por mensajes el 11 de noviembre de 2024 hasta que se vieron personalmente en Rosario el 22 de enero de 2025. Ese día se declaran ambas oficialmente novias. Carla le envía regalos a Julia en Colón, entre ellos zapatillas y una guitarra. “Ya te dije que alquiles un depósito porque no vas a saber dónde poner los regalos”, le dice. Se muestra muy amorosa. Conoce a los padres de Julia, le pide a ella permiso para mandar a su madre un ramo de flores por su cumpleaños. No les dice la verdad de su situación. Le había contado a Julia, y a toda su familia, que estaba separada. También les refirió que su padre había muerto en España pocos meses antes.
En esa etapa inicial Carla le refirió a Julia que el matrimonio con Royer era muy reciente y que lo había hecho porque tenía un pacto con él, que era cuidarlo como una enfermera. En realidad estaban casados hacía cuatro años, desde noviembre de 2021, y él le había gestionado por sus contactos el ingreso de Carla como empleada a la Defensoría del Pueblo de Rosario, donde la detuvieron la semana pasada.
Julia mostraba un gran empecinamiento por instalarse a vivir en Rosario. El viernes los fiscales dijeron que esa determinación, y la ansiedad de ambas, le dieron un vuelco a las cosas. Las dos mujeres empezaron a hablar de la eliminación de Royer. Está muy claro que ambas están de acuerdo en lograrlo. El gran desafío para la defensa de Julia, que no participó de la concreción material del hecho, es determinar en qué circunstancias ella intervino. Será arduo negar que ella estuvo de acuerdo en matarlo y que colaboró para eso. Por eso alegan su endeblez psicológica de larga data y que estaba bajo sometimiento emocional de Carla que faltó a la verdad cuando se inició la relación.

A partir del 17 de febrero de este año comienzan a darse diálogos por WhatsApp que refieren a la planificación de la muerte de Royer. “Vos andá averiguándome por si esto se alarga mucho”, le dice Carla. Julia responde. “Eh?” A lo que Carla dice “lo que hablamos en el bar”. Para el fiscal Luis Schiappa Pietra por lo que sigue es evidente que en ese encuentro, donde estuvieron juntas, se habló de la eliminación de Royer. “Necesito una solución para después del 11 de marzo”, dice Carla. Le responde Julia: “Yo ruego que todo sea natural. No quiero que tengas eso en la cabeza por el resto de tu vida”.
Carla le dice entonces: “Che, ahí no hay algún gauchito que por unos dólares finja un robo”. Replica Julia: “Jajaja, millones hay amor. Allá tenés muchos más que acá”. Luego hablan de hacer maniobras con los medicamentos que Carla le administra a Royer. “Averiguame las cantidades. Porque mirá, cuando uno está muy mal en situaciones límites tanto físicas como mentales puede cometer actos contra su propia vida”, dice Julia.
Luego valoran una hipotética situación violenta. “Robo. En la calle”, dice Carla. “¿Con eso qué hacemos? ¿Y vos y tu hija? El no sale”, repone Julia. “En mi casa. O cuando vaya a algún médico. Yo voy a buscar el auto con (menciona el nombre de la hija). Y él esperaría en mi casa. Lo llamo para que baje cuando yo esté llegando”, agrega Carla. “Es raro amor. Me da miedo”, responde Julia. “O un choque. Atropello”, sigue Carla. “En plena calle a las 15 horas. Es muy turbio todo esto. Yo no creo que falte mucho”, replica Julia. En supuesta referencia a una muerte por causas naturales.
En algún momento, el 17 de febrero, Julia dice: “Mejor mi método. Ya lo tengo. Infarto”. “¿Y cómo?”, le pregunta Carla, que unos días antes le había pasado todos los fármacos recetados a Royer. “Dos de los medicamentos regulan el ritmo cardíaco. Se complementan con otra que también están ahí. Es diabético también veo. Cuando nos volvamos a ver te digo. Es superfácil. Yo supongo que con menos de una semana con un par de cambios ya está”. Carla le replica con una broma: “Con vos cuando llegue a vieja cagué”.
Más adelante Carla menciona algo no dicho hasta entonces. “Movimiento brusco de cuello”. Responde Julia: “Sí lo pensé. ¿Latigazo cervical? Lo estudié creo. En accidentes”. Carla: “¿Víste cuando le hacés sonar el cuello?” Julia: “Daño de la médula espinal por quebradiza de los siete huesos que componen la zona cervical. Pero tiene que ser en un choque o algo similar”. Contesta Carla: “Yo digo girar la cabeza. Bruscamente”. Julia: “¿Qué le vas a agarrar la cabeza? Asesinato es eso”. Carla: “Por eso. No se puede. ¿Pero una caída por escaleras?”, pregunta.
Es entonces cuando Julia menciona sustituir las pastillas que toma Royer por otras parecidas estéticamente. Le sugiere omitir dos comprimidos, el Valsartan que es el que regula la presión alta, le dice, y darle dos comprimidos de Viagra, que es vasodilatador. “Si hay autopsia capaz vas en cana, porque la encargada de que tome la medicina bien sos vos”, agrega.
Posteriormente mencionan lo que en definitiva es la causa aparente de muerte de Royer. “¿Asfixia? Con una almohada. Le enchufo dos Clonagin”, dice Carla. “Si no hay marcas es muy buena esa. Pero no tenés que hacer mucha presión. El tema es que cuando no entra oxígeno al organismo seguro se despierta buscando aire. Y ahí vas a tener que apretar. Dejame que algo se me va a ocurrir”, le dice Julia.
En un momento Carla afirma que no quiere “quedar clavada mucho tiempo”, en relación al tiempo de vida remanente de Royer. Julia le dice: ¿No te vas a quedar traumada de por vida?”. Carla: “Y sí. Pero iré a terapia”. Eso alarma a Julia. “No. No podés contar eso. ¿Vos dimensionás lo que estás pensando? Estás declarando”. Carla: “Secreto de confidencialidad. ¿Vos no vas a terapia?”. “No bebé. Sí pero no”. Y agrega en un audio. “Sí, o sea te ayuda pero vos no podes ir y decir eso, hice esto esto y esto, boluda te denuncia. Estás declarando un delito. Si vas a hablar con alguien, hablalo conmigo, con nadie más”. Carla: “Voy al cura y me confieso para liberar la culpa”. Julia: “Bueno, pensalo bien, no sé, yo iría por el lado de la medicación, vos averiguame bien las marcas comerciales, las drogas. Pensalo, vos me lo decís en broma o pensás hacerlo en serio”. Carla: “Si es viable lo hago. Pero tengo que ver bien todo. Todo. Igual vos nunca te vas a enterar. No quiero involucrarte en algo así”.

El 11 de octubre Julia le anuncia a Carla que a más tardar el 30 de noviembre se instalará en Rosario a buscar trabajo. En ese hilo de diálogo Carla le dice que le pondrá tres medicamentos en un café. Tres comprimidos de Tramadol, tres de Clonazepam y tres de morfina. “Con tres clona se ahoga en su vómito dormido”, dice. La defensa, aquí, señala que esas sustancias no podían lograr el objetivo buscado. La fiscalía replica que eso no es tan relevante como el ánimo que moviliza el propósito.
Carla sigue cavilando en mensajes expresos a Julia. “Él muere en casa, ¿no? Viene la ambulancia y la policía. ¿Se llevan el cuerpo al instituto forense?”, inquiere Carla, a lo que Julia responde que puede pasar. “Ahí cagué”, dice Carla. Le hacen una autopsia quedo en la mira, agrega. “Sí, porque convivís”, replica Julia.
El 12 de octubre Carla confiesa. “Hoy a la tarde le hice un café. Estuve a punto”. Julia le dice. “Si lo hacías ahora era un momento perfecto”. Carla le apunta: “Cuando te diga hecho consumado es que ya está. ¿Entendiste?”. Responde Julia: “Sí, perfectamente. Avisame el día nomás”. Carla replica: “Cuando haga eso vos no me escribas. Por lo menos hasta que lo cremen”.
El día 20 de octubre se produce lo que el fiscal Luis Schiappa Pietra denominó el primer intento de homicidio. El fiscal dijo que en los mensajes se advierte que Julia consulta a Carla acerca del tiempo en que podrían producirse los efectos de los medicamentos que le habría suministrado para provocar un infarto. La respuesta de Carla es que el lapso sería de entre 20 y 40 minutos. Transcurrida media hora, Julia vuelve a escribirle. Pregunta “¿Y?”. La respuesta es “Anda”. Deducen que la expresión podría corresponder a una corrección automática del sistema predictivo de escritura, presumiblemente en lugar de “Nada”.
De inmediato Carla le comparte a Julia un texto que dice: “Cuando alguien fallece en casa, el primer paso es contactar a un médico o al servicio de emergencias (como el 112 en Argentina) para que certifique la defunción”. En los mensajes se advierte que las mujeres acuerdan borrar el historial de sus intercambios y continuar conversaciones de manera presencial. Realizan consultas destinadas a conocer en qué casos corresponde la realización de una autopsia. Mencionan la supuesta fecha de casamiento (11 de marzo que es una falsa referencia que da Carla, que le indicó a Julia que debió casarse entonces para cerrar un vínculo acordado por conveniencia con Royer) y que, para evitar que el deceso resulte sospechoso, debe transcurrir varios meses desde la muerte.
El 28 de octubre es el día de la muerte de Royer. A las 17:58 Carla se comunica al 911 y refiere un hecho grave ocurrido en su departamento. Indica que alguien ingresó al domicilio, que la golpea a ella y pierde el conocimiento. Y al restablecerse toma en cuenta que su marido estaba en el suelo fallecido. Del análisis del registro de llamadas entrantes y salientes del teléfono surge que antes de realizar el llamado al 911, Carla llama a Julia a las 17:51:15 y Julia llama a Carla a las 17:51:52.

Transcurrida la audiencia del viernes pasado, Carla luce muy complicada, acusada de autoría material de homicidio. La afectan no solo los contenidos de su teléfono recuperados por las pericias tras haber sido borrados. También sus actos ante los investigadores el día de la muerte de su esposo. Se desconectó el sistema de seguridad de la empresa Verisure instalado en la casa seis horas antes del hecho. Ella dijo que había entrado un extraño al departamento que los atacó a su marido y a ella. No se detectó en las cámaras del edificio y del garaje ningún movimiento de personas extrañas. En el departamento, a la hora de la muerte de Roger, solo estaban su esposa y la hija de ocho años. La nena quedó a cargo de los padres de Carla, quien había dicho a la familia de Julia que habían fallecido.
Estas falsedades son tomadas por la defensa de Julia para postular que ella estaba bajo el efecto de una fuerte manipulación emocional hacia una persona, como ella, de una psiquis frágil y con problemas de salud mental de antigua data.
“Carla le dijo a Julia que estaba separada, que su padre había muerto hace unos meses, de hecho lloró porque su padre hacia fallecido en España hace unos meses, que estaba sola en el mundo. Ahora supimos que no solo tiene padre, sino que ese padre hoy está a cargo de su hija. Carla tenía familia, sostén y sin embargo construyó el relato de la mujer sola, desamparada y sin nadie”, dijo la defensora Bárbara Reynoso en la audiencia.
Julia es una persona conocida en Colón por su trabajo en talleres de música. Tiene familiares en los tribunales, sus padres son trabajadores y personas apreciadas, pudo saber Suma Política. “Un dato no menor es que Carla fue la primera pareja estable de Julia, Carla le presentó un mundo desconocido, y Julia cayó en una relación absolutamente asimétrica de poder. De hecho Julia le preguntó por qué no se separaba y ahí es cuando Carla le miente con las fechas del casamiento, le dice que tienen un acuerdo con el marido. Una persona que vive en un relato inventado por su pareja no puede coplanificar un hecho delictivo real. El dolo exige comprensión”, alegó la defensora.
Sin embargo habrá que ver si estos elementos convencen al jurado de que estuvo al margen o tiene un acuerdo activo, según los mensajes, en la trama del homicidio. Busca manuales de medicina, sugiere cómo provocar un efecto con la medicación. Ambas querían sacarse un obstáculo de un hombre que dejaría una pensión y una herencia millonaria e intercambian miles de mensajes para ello. El total de textos entre ambas es asombroso: 318 mil en un año.
Según expusieron sus defensores, Julia padece trastorno de personalidad límite, trastorno del control de impulsos, dependencia afectiva y tiene antecedentes de internación psiquiátrica. “Julia nunca aportó un medio, nunca acercó el resultado, nunca inició una ejecución. Julia no conoció al señor Royer, ni nunca estuvo en el departamento”, dijeron.
Es cierto que los roles de las mujeres son muy distintos. Por momentos Julia parece no impulsar a Carla en la búsqueda del desenlace, en otros parece una muy activa promotora. El papel de los defensores y los fiscales será muy decisivo, cuando llegue el momento, en la determinación de los jurados. Las dos mujeres están presas y en menos de cinco meses serán llamadas a una nueva audiencia.



































