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Informe

Un crimen tramado durante ocho meses por WhatsApp, contra un jubilado de la Defensoría del Pueblo

El 28 de octubre pasado un funcionario jubilado de la Defensoría del Pueblo de 78 años, Carlos Alberto Royer, fue asesinado en su departamento de La Paz al 700. Su esposa llamó al 911 para dar cuenta de que una persona desconocida había irrumpido en el departamento, los había golpeado a ambos y dejado desvanecido a su marido. Ella tenía un fuerte golpe en la cabeza y por inconsistencias en la escena del crimen se dispuso que la demoraran. A las 48 horas el fiscal interviniente la dejó en libertad. En la vivienda, al momento de los hechos, estaba la hija del matrimonio, una nena de ocho años.

Pasaron 45 días hasta este viernes cuando la mujer quedó imputada de homicidio calificado por alevosía y por el vínculo tras una investigación que pone al desnudo un hecho de novela. Y que revela cómo Carla Martínez, también empleada de la Defensoría del Pueblo y de 35 años, orquestó un plan criminal durante ocho meses para quitarle la vida. 

Lo que empujó esta maquinación fue un motivo de fuertes pasiones. Hace exactamente un año Carla Martínez se había enamorado de una mujer de 27 años a la que había conocido en redes sociales. Ella se llama Julia Andreoli y es docente de tres talleres de música en la Municipalidad de Colón, Buenos Aires, donde hace tres días fueron a detenerla.  

La planificación del crimen de Royer con sus distintas variantes se gestó desde febrero pasado cuando ambas hacían explícito su deseo de poner fin a la distancia entre Rosario y Colón y vivir juntas. Entonces empiezan a internarse en conversaciones de cómo deshacerse de Carlos. Es una avalancha de mensajes por WhatsApp que llenan 100 páginas de un solo informe adicional que este viernes el fiscal Luis Schiappa Pietra leyó en una audiencia de alto voltaje emocional. 

Las mujeres intercambian en sus mensajes variantes y medios a utilizar para darle muerte a Royer. Aluden a la provisión por engaño de medicamentos recetados que alteren la salud de una persona que toma variados fármacos. Idean provocarle un accidente automovilístico. Consideran la contratación de sicarios. Y todo el tiempo hablan de minimizar los riesgos. “No quiero comerme cinco años por una sospecha”, dice en los mensajes Carla, la esposa de Royer.

Solamente los mensajes, de elocuente referencia a la trama del homicidio, llenan un legajo adicional de 100 páginas. El fiscal Luis Schiappa Pietra leyó los más indicativos del propósito que ambas mujeres tenían. De un matrimonio anterior Carlos Royer había tenido otras dos hijas. Una de ellas, la mayor, sollozaba de modo contenido entre las personas del público cada vez que se leían esos intercambios. 

Los mensajes muestran dos intentos de homicidio. El primero fue el 20 de octubre cuando se ejecuta por primera vez lo planeado. Royer tenía afecciones médicas diversas, tomaba medicación planificada que ingería diariamente y era provista por Carla. Ella, dijo el fiscal, le administró el día mencionado una alta dosis de Tramadol, Clonazepam y Morfina pero no logró el resultado buscado. Se lo comunica a Julia. Durante sus diálogos las mujeres habían hablado de suspenderle la medicación para la hipertensión que padecía y adicionarle una dosis mezclada de fármacos que estimulen una suba de presión. Las primeras alternativas sugerían la búsqueda de una muerte que aparentara ser por causas naturales o bien por un exceso de medicación. 

Carla le cuenta a Julia que le va a administrar tres Clonazepam con tres Tramadol en el café. “Con tres clona se ahoga en su vómito dormido”, dice. Hablan de hacer una transferencia de 20 millones para el velorio. Pero lo descartan porque suponen que alguien puede sospechar ante semejante monto. Antes Julia le había dicho que estaba leyendo sobre medicamentos y los que podían tener efectos letales “si tenés problemas cardíacos”. 

“Cuando pase esto no me escribas, por lo menos hasta que lo cremen”, sigue Carla. “No quiero involucrarte”, añade.

Ocho días después se reanuda la tentativa. El 28 de octubre a las 17.58 Carla se comunica al 911 y refiere un hecho grave ocurrido en su departamento. Indica que alguien ingresó al domicilio, que la golpea a ella y pierde el conocimiento. Y al restablecerse toma en cuenta que su marido estaba en el suelo fallecido.

Cuando el fiscal llegó a la escena una hora después la policía le reportó que Carla tenía un fuerte golpe en la cabeza y que una ambulancia del SIES la había trasladado al Hospital Provincial. Allí el personal médico detectó que además la mujer tenía un corte profundo en el dedo índice de la mano derecha que ya había llamado la atención de la policía. Ella dijo que se había golpeado con una puerta. En la casa se encontró un bastón de madera que usaba la víctima que tenía una puntera de metal que estaba mellada o rota.

Los peritos del gabinete criminalístico no dejaron de advertir otras rarezas. Dentro del departamento había un sistema de cámaras de seguridad y alerta operados por la empresa Verisure. Cuando se procedió al relevamiento no había un back up físico en el lugar sino la transmisión de los contenidos a una nube. La fiscalía se los pidió a la empresa porque había cámaras hacia el living donde ocurrieron los hechos violentos. Los representantes legales de la firma comunicaron que el sistema de monitoreo de cámaras, que se controlaba desde la aplicación en un teléfono, había sido desactivado ese mismo día a las 12.27 horas. Esto es seis horas antes de que Carla Martínez reportara la muerte de su esposo al 911. Estaban en el departamento desde las 15.27 cuando Royer volvió de una consulta con el oftalmólogo.

Otro matiz endeble es lo que pasó cuando se revisaron las personas que entraron al edificio y a las cocheras por la mención de Carla de que habían ingresado personas ajenas. Ella agregó que Carlos Royer había tenido una discusión reciente en una reunión de consorcio con su vecino del quinto piso. Se investigó a esa persona. No solo no tuvo que ver con este evento sino que no se encontraba en el edificio en ese momento. Tampoco se detectó en las cámaras del edificio y del garaje ningún movimiento de personas extrañas. En el departamento, a la hora de la muerte de Royer, solo estaban su esposa y la hija de ocho años. 

También desaparecieron del departamento 105 mil dólares que guardaba Roger en un placard. De esa cantidad 100 mil se encontraron en el domicilio de los padres de Carla, en la calle José C. Paz. El resto se lo secuestraron de una cartera este lunes cuando fue detenida al entrar a trabajar a la sede Rosario de la Defensoría en Pasaje Alvarez al 1500. Un detalle aportado por los investigadores en la audiencia era que hablaban de que “apenas pase algo” se transfiera todo el dinero disponible de Royer a Carla. Quien tranquiliza a Julia diciendo que no es necesario. “Soy la esposa, tengo acceso a todos sus bienes y cuentas”.

Lo más contundente a nivel de evidencia son los mensajes que revelan un propósito criminal explícito y que se recuperaron tras haber sido borrados. La fiscalía consignó que el 12 de noviembre de 2024 Carla y Julia se conocen. El 22 de enero de 2025 son los primeros mensajes que acreditan el vínculo afectivo entre ellas. El 23 de enero comienza una planificación de la vida en común donde mencionan cómo vivir juntas sin la presencia de Carlos Royer. Primero según Schiappa Pietra queda claro que esperaban el fallecimiento de Carlos por razones naturales y se lamentaban porque eso no sucedía. La eliminación física surge como una deriva de una situación previa que ellas venían procurando.

¿Cómo se produjo la muerte de Royer? No hay una definición médica concluyente. Preliminarmente se considera que murió a consecuencia de golpes en el cuerpo y por maniobras de sofocación.  

El primer informe de autopsia del médico forense Rafael Pineda revela muerte dudosa ya que no pudo agotar el dictamen final por estar pendientes los estudios toxicológicos. No obstante Pineda estimó inicialmente que Royer murió por asfixia y la producción de la asfixia se debió a dos mecanismos posibles, distintos o combinados: o por sofocación o por ahogamiento. Con énfasis en la última variante porque el jubilado tenía roto el hueso hioides, y eso no ocurrió en maniobras durante la autopsia sino por un mecanismo de presión sobre el cuerpo, indicó el forense. 

La evidencia lució muy contundente en esta primera audiencia, que es la comunicación de los cargos para que los imputados puedan defenderse. Sin embargo el juez Lisandro Artacho resolvió una medida cautelar distinta a la que suelen imponerse a personas acusadas de un homicidio triplemente agravado en este caso por el vínculo, procedimiento insidioso y por codicia. Les impuso a Carla y a Julia cinco meses de prisión preventiva. Pesó el hecho de que no estuviera presentado el informe forense definitivo sobre la causa de muerte de Royer.


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