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Un gremialismo de cuño propio y un lugar central en la historia obrera

Desde Antropología del Trabajo, Gloria Rodríguez, investiga el tema en la ciudad y la región y aún recuerda lo que significaron en su adolescencia las huelgas de Villa Constitución, de 1974 y 75. Hija de un obrero gráfico, el mundo de las relaciones laborales nunca le fue ajeno, ni en su infancia. Ya como antropóloga social, y docente de la Facultad de Humanidades y Arte de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), evoca las batallas contra la avanzada liberal, que en la década del 90 negaba la incumbencia de estos estudios en la academia.

“Dentro de las relaciones humanas el trabajo es una de las más importantes, la familia y el trabajo”, dice. Y repasa el daño estructural que significaron los “años noventa”, a través de las transformaciones en los procesos de trabajo, las privatizaciones y las políticas de valoración financieras. A esto sumó el desprestigio y la crisis de representación de algunas organizaciones sindicales. Ya no había convenios colectivos y las categorías laborales estaban desdibujadas. “Siempre me pregunté por qué cuando hablaban de dirigentes corruptos no nombraban también a los empresarios que los corrompían”, ironiza.

“En Rosario comienza la preocupación por la crisis de representación, tengo en mi memoria las actas, a Omar Fanucchi y Héctor Cuagliaro, de la CGT rebelde y otros preocupados en debatir para recuperar la confianza de los trabajadores en sus dirigentes”, evoca. Y agrega que a comienzos del milenio comienzan a discutir el modelo sindical la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) a favor del pluralismo y la CGT por el unicato. Y con el fin de la convertibilidad, las medidas productivistas y con cierta recuperación de los índices de empleo, los sindicatos tratan otra vez de posicionarse.


El legado del Siglo XX


Rodríguez reivindicó con creces el lugar que tiene Rosario dentro de la historia del movimiento obrero argentino, con génesis en la actividad agroportuaria y sus desarrollos comerciales vinculados, como frigoríficos y metalmecánica. “Es una ciudad que supo albergar una clase obrera importante y poderosa, luchadora, a mí me gusta recordar lo que era el cordón industrial en la avenida Ovidio Lagos, inimaginable con lo que es ahora, una fábrica al lado de la otra, y eso no sólo eran puestos de trabajo sino momentos de grandes luchas, la resistencia, el Rosariazo y demás”, enfatiza.

“Ver esas columnas de obreros que venían desde zona sur hacia el centro para manifestarse, llegando a poner tanta gente en la calle, creo que todavía no ha sido ponderado como corresponde”, señala, y destaca la gravitación de las luchas en la política sindical. Más allá en el tiempo, repasa las grandes huelgas de principio de siglo que le dieron prosapia a las gestas de los trabajadores, como las de Refinería a principios del siglo XX y la resistencia al golpe cívico militar de 1955 (Revolución Libertadora) que acá duró mucho más tiempo.

Además, apunta otros elementos para el análisis. “Rosario no es capital de provincia, no tenemos una burocracia estatal desarrollada, el empleo público es escaso, por lo tanto es una ciudad muy susceptible a los altibajos; si hay crisis, pega muy duro, y por eso también fue capital de la desocupación y del paro”, describe. Lo contrario también existe: cuando hay bonanza enseguida se recupera como cuando fue el boom de la soja y capitalizó gran variedad de rubros.


Con características propias


¿Se puede hablar de una característica del gremialismo de Rosario, tiene un sello? “Creo que sí, el movimiento obrero tiene particularidades pero muchas veces de visiones que probablemente no fueran las más apropiadas o las más felices; se ha hecho hincapié en denunciar la burocracia, sin embargo cuando hablamos de burocracia es una palabra que en sí misma no nos dice nada, si bajamos a tierra y vemos cómo se comportan dirigentes gremiales que hace muchos años que están en sus cargos, adquieren unas características que son muy distintivas respecto de las dirigencias centrales de las organizaciones”, comenta y abunda para explicar. “Por ejemplo uno va a la mayoría de los locales gremiales y encuentra a sus secretarios generales de la mañana a la noche atendiendo los reclamos de los trabajadores, muchas veces podemos protestar por sus modalidades, pero no se trata de Los Gordos, que carecen de absoluta representación con sus bases, acá cualquier trabajador sabe quién es el secretario general de su gremio”, describió.

“En Rosario siempre las respuestas sindicales y gremiales a las políticas que se aplicaron fueron hechos en forma coordinada con CGT y CTA, los paros generales en Rosario siempre fueron con movilizaciones donde veíamos llegar conjuntamente a representantes de las distintas centrales”, señala la especialista en Antropología del Trabajo. Y recuerda con una sonrisa cuando para el acto contra el Área de Libre Comercio de las América (ALCA), desde Rosario ambas organizaciones compartieron ómnibus, algo impensado en Buenos Aires, donde hasta hicieron actos por separado.

“Probablemente la gente tenga frente a su mirada todo lo que los medios le ponen en foco, que existe sin lugar a dudas, pero que los medios ponen la lupa en gremios peculiares, que están más alejados de los trabajadores, pero en su conjunto creo que es un sindicalismo digno de ser atendido”, sintetiza.


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