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Informe

Cómo es por dentro la nueva cárcel, que se hizo en tiempo récord y permitirá vaciar de presos las comisarías

“Queríamos que los periodistas pudieran ver cómo se hace una cárcel en tiempo récord, que pudieran recorrerla por dentro, por única vez con las puertas abiertas antes de que sea inaugurada en apenas dos semanas”. La explicación oficial en medio de una recorrida con la prensa pareció habilitar una comparación inevitable: con la cárcel federal de Coronda, que Patricia Bullrich puso en marcha después de más de diez años de construcción, con una ceremonia a puertas cerradas y una polémica por presos traídos y devueltos a otros lugares del país.

Pasaron seis meses y esa cárcel federal sigue sin estar con funcionamiento pleno. Actualmente están alojados allí sólo 139 presos santafesinos de un cupo de 462 lugares.

Diferente es la velocidad que le imprimió el gobierno santafesino a esta nueva unidad de detención (la cuarta) dentro del Centro Penitenciario de Rosario. Se construyó en un año, se inaugura en junio y va a permitir desalojar de presos a todas las comisarías de Rosario, que seguirán abiertas como primer destino de una detención, pero donde nadie ya podrá permanecer más de quince días, algo que está totalmente desbordado en el presente. Los casos de personal de fuerzas de seguridad y delitos complejos se destinarán directamente a este nuevo complejo.

La Sub Unidad 4 costó 7500 millones de pesos y va a permitir alojar al menos a 320 reclusos (todos hombres). Se ubica en la zona oeste de Rosario, dentro del complejo penitenciario de 27 de Febrero al 7899, el mismo que fue noticia en marzo y abril del 2023 por sendos ataques a balazos en su frente, donde funciona la Oficina de Recepción de Detenidos de Rosario (ORDER), y a uno de los laterales del complejo, donde todavía se pueden ver los cristales con los impactos de balas.  “No es ventilación, es un recuerdo de la gestión de Perotti”, comenta por lo bajo un funcionario del área de seguridad del actual gobierno.  

Como consecuencia de aquellas balaceras se empezó a construir un muro externo que por ahora ocupa la mitad de la cuadra. En el predio también funciona la Cárcel de Mujeres.



Visita de puertas abiertas 


Este jueves el ministerio de Seguridad provincial organizó una visita guiada para la prensa para recorrer por dentro antes de que sea habilitada la nueva cárcel, una de las pocas ocasiones en las que se lo podrá hacer con las puertas abiertas. No está definido aún el día de apertura, pero no pasaría del 10 de junio. 

Los “nuevos inquilinos o invitados a este baile” serán los presos actualmente alojados en todas las comisarías de Rosario. En paralelo a las obras, ya está previsto el personal que va a ser destinado a cumplir con los turnos de trabajo en la nueva cárcel, así como el mobiliario y el resto de las cuestiones que van a ser necesarias para su total funcionamiento.

“Por indicación del gobernador Maximiliano Pullaro, en Santa Fe obra que se termina se usa, y cárcel que se inaugura, se llena”, explicó a los periodistas la secretaria de Asuntos Penales, Lucía Masneri, quien junto al secretario de la Unidad Ejecutora de la obra, Diego Leone, brindaron las explicaciones técnicas y políticas de la flamante construcción, en medio del trabajo de los obreros.

Los periodistas pudieron subirse a los techos, entrar a las celdas, recorrer el patio y las áreas que después tendrán circulación restringida. También ver el sistema de seguridad y la técnica de construcción con hormigón armado y premoldeado.


Vaciar las comisarías


Actualmente en Rosario están alojados en comisarías 288 hombres y 81 mujeres. En la nueva unidad de detención se va a trasladar a todos los hombres, mientras que las mujeres serán reubicadas en un lugar específico.

La cárcel que se va a habilitar en dos semanas está diseñada con mecanismos de seguridad que otros penales de otras provincias no tienen. Por ejemplo, un “sistema de barras” que permite que las puertas de las celdas se cierren y traben en todo el pabellón al mismo tiempo y desde afuera, con los presos ya adentro. Recién después los agentes penitenciarios colocan los candados y accionan las llaves en las cerraduras. Eso permite que ningún personal quede sólo ante los presos. También hay un espacio de separación entre el celador y las celdas para que no puedan estar en contacto, como pasa en otros penales como el de Coronda.

“Santa Fe es una de las pocas provincias que no imagina una cárcel sin un sistema de barras que se manejan desde adentro de la celaduría”, contó a los medios Masneri.

En el Centro Penitenciario de Rosario hay cuatro pabellones similares al que se va a inaugurar, cada uno cuenta con un patio. Son 40 celdas para 80 personas, dos por unidad, aunque podrían alojar a 120, “si fuera necesario para cumplir con el objetivo de no superpoblar comisarías”.

Cada celda tiene alrededor de siete metros cuadrados (3 metros por 2,50 metros), posee dos camas, una mesa, un artefacto con una bacha arriba y un inodoro debajo en una sola pieza, al que por eso denominan “antivandálico”. La salida de agua que reemplaza a la canilla también tiene una limitación o coeficiente de seguridad: antes los tanques se vaciaban si se mantenía apretado el pulsador. Cada unidad ahora tiene una mochila que limita el consumo de agua.

Cada celda posee además un espejo, una luz y una entrada de aire para ventilación. La ventana tiene un blindex, una reja y un tejido que no permite sacar ni entrar nada, como pasó con las palomas que se detectaron en Coronda.

Un detalle de este nuevo sistema de construcción en las celdas es que salvo la cama que está soldada a una chapa en el piso, no hay ningún borde entre las placas, con lo que no hay espacios que pueda ser roto por los presos.

Todas las instalaciones sanitarias y eléctricas están por fuera de la celda, de manera que se pueden hacer reparaciones sin necesidad de desalojar a los presos. En la puerta de cada celda hay una luz pulsador que se acciona desde afuera y permite ver a cada interno por una mirilla.

Este modelo de celda se viene mejorando desde el primer módulo de construcción que el actual gobierno empezó a construir en Piñero. Esta es la quinta unidad que se realiza utilizando el sistema premoldeado.

En los techos se realizó una cubierta metálica despegada, de extremo a extremo del pabellón, que mejora la temperatura interior. Los patios tienen cercos olímpicos.



80 hectáreas para cárcel


El actual gobierno provincial se propone ejecutar en los cuatro años de gestión cuatro mil celdas nuevas (unas 6500 plazas). Actualmente además de la unidad que está a punto de inaugurarse hay otra obra en marcha en Recreo (para 880 presos) y hace dos meses empezó con pilotes y base la construcción de la cárcel a la que llaman “El Infierno”, que permitirá alojar en celdas individuales a 1152 presos de alto perfil.

En Piñero este gobierno expropió 80 hectáreas para fines de obra pública penitenciaria, una lonja que va desde la AO12 a un camino rural paralelo y atrás del penal 11. Ahí se construye El Infierno y hay suelo de reserva para cuando haga falta seguir ampliando.

Antes de la gestión Pullaro, en 2023 había en la provincia 7000 plazas de detención (no presos). Y en los últimos 40 años (de 1984 a fines del 2023) se hicieron 4200 plazas nuevas. Ahora planean construir 6500 en sólo cuatro años, y la mayoría estarán terminadas para fines de 2026.

Entre los gobernadores, Miguel Lifschitz había sido hasta ahora el que más cantidad de plazas de detención construyó en la historia de Santa Fe; Omar Perotti no sumó obra penitenciaria, sólo terminó un 5% que faltaba en la Sub Unidad 3 del Centro Penitenciario de Rosario. Ahora el plan es más ambicioso y con un planteo que incluye tres patas: cero presos en comisarías, no a la superpoblación y como novedad un cálculo de crecimiento poblacional en las cárceles que se controla semanalmente.

Ese índice hace cuatro meses que está estancado en 3,2 por día en la provincia. Al inicio de la gestión ese número era de 4,9 por día, debido a lo que llaman “una impunidad atrasada”. 

Consideran que los niveles actuales, de unos cien presos por mes (Córdoba suma 140) es razonable, unos 1200 presos nuevos por año, computando como resta los que terminan con el cumplimiento de sus penas y cesan sus plazos en prisión preventiva. Actualmente en Santa Fe hay 12.100 presos repartidos entre comisarías y el servicio penitenciario.


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