Después de la goleada histórica 6 a 0 en el Senado del pasado 10 de julio, cuando una oposición muy ampliada consiguió golpear en varios frentes simultáneamente al oficialismo, y lo dejó desairado como nunca antes, ahora se arma la próxima batalla de Diputados, con una fecha precisa: 30 de julio.
El oficialismo quiso evitar por todos los medios lícitos, y los ilícitos también, que la pretensión opositora de aprobar el aumento a los jubilados, la emergencia para el hospital Garrahan y para Discapacidad, y el “contra veto” al apoyo extraordinario a Bahía Blanca se concretaran en el Senado, pero no pudo eludir una oleada que habla de la precariedad política del oficialismo, de la buena gestión del peronismo para articular una oposición amplia, y principalmente, de una vibración que está en el aire y a la que por ahora nadie se anima a ponerle nombre propio ni a mensurar su justa medida: está operando un cambio de tendencia en el clima político con el que el gobierno logró controlar un largo año y medio de ajustes brutales, y con el aval o la pasividad de una presunta mayoría consistente.
El derrumbe de la actividad económica y de los salarios, la creciente desconfianza sobre la sustentabilidad de la macroeconomía que ya deja ver incluso el entorno bancario empresario que sostiene el programa ultraliberal, le han hecho perder casi todo el brillo a aquello con que la Casa Rosada hizo un relativo éxito en el último año: contener la inflación a niveles inferiores a la post pandemia, aunque sin igualar la siempre inflacionaria (menos que en la actualidad) kirchnerista de los famosos “12 años ganados”. En este punto radican, en lo esencial, las razones por las cuales podría replicarse una oposición generosamente ampliada en la Cámara baja, que vuelva a darle otro cachetazo al oficialismo en (casi) todos los temas donde le entraron balas a LLA en el Senado, y fundamentalmente voltearle a Milei los vetos a las leyes que muy probablemente se terminen concretando en las próximas semanas. (Siempre que el presidente de la Cámara baja, Martín Menem, firme las leyes que aprobó el Senado hace ya 9 días, y que ya firmó su par Victoria Villarruel, y que, entre la imprudencia y la ilegalidad, retiene antes de enviar al Ejecutivo nacional, con la intención de postergar por unos días los plazos del veto presidencial —10 días desde que lo recibe—).
¿Por qué este año la oposición conseguiría rebasar los dos tercios de los presentes en ambas cámaras, para consolidar, por caso, la ampliación del presupuesto universitario, al Garrahan, o el aumento a jubilados, si el año pasado no lo consiguió?
Porque el gobierno está más débil, y ya no retiene la totalidad de manos por falta de expectativa de un sector de aliados estratégicos, ciertos provincialismos, que han hecho un clásico de la política del tero: poner el grito en un lado, pero los huevos (los votos en sesiones) en otro. Por caso, en 2024, Santa Fe aportó seis “héroes” de los 87 que bloquearon la insistencia contra los vetos en Diputados, y ayudaron a sostener el tercio de hierro con que Milei gobierna parlamentariamente a la Argentina.
¿Estarán los seis “héroes santafesinos” (diputados del PRO, LLA y UCR) disponibles para sostener los vetos contra las universidades, los jubilados o el Garrahan, en este 2025? Se repite, como un mantra, que “el cierre de listas” con vistas a las elecciones del próximo 26 de octubre, podría posicionar con firmeza a los incorporados en las listas —con posibilidades reales de ingresar— del oficialismo y aliados, de un lado neto y a favor de la Casa Rosada. Pero la realidad, ahora y siempre, es que la previa a las elecciones, deja a más gente herida que satisfecha. Por caso, la bota santafesina renueva nueve bancas, entre el sector violeta y algún violeta-púrpura táctico, que juegue en la alianza Unidos (sin incluir al PS en ese caso) ¿podrían disputar cuatro o cinco bancas? Como se ve, no es fácil para el oficialismo volver a juntar a los seis héroes de Santa Fe y a los 87 del todo el país.
Otro elemento que flota, inquietante, en el aire tenso bajo la hermosa cúpula del Congreso, y sobre las cabezas de los diputados en el recinto, es la consigna electoral presidencial para octubre, “la libertad arrasa”: las fuentes consultadas por Suma Política ven en esa afirmación una debilidad. La frase es redonda, y tiene la forma aparentemente eficaz de un buen slogan, pero a la vez tiene una carencia demoledora: no es creíble. “No estamos viendo que arrasen, podrán hacer elecciones dignas en algunos lugares, pero arrasar, no es lo que se ve”, explicó un diputado nacional no peronista, que suele tener el pulso sensible de, al menos, aquello que está craneando la mayoría transversal de la Cámara baja.
Con todo, el gran impulso ganador de la sesión del 10 de julio en el Senado perdió un poco de brillo para la pretensión opositora: no consiguieron asegurar una sesión la próxima semana (del lunes 21 de julio, por eso pasaría al miércoles 30). Aun cuando en el invierno no tiene ningún receso formal el Congreso, termina primando una extraña tradición: las vacaciones de julio de las provincias se terminan trasladando también al Parlamento. “Hay gente un poco vaga, digamos” soltó un diputado a Suma Política. La excusa es que los vuelos a las provincias se complican por el turismo, que los chicos de vacaciones en las escuelas, etcétera. Nada explica seriamente por qué el Congreso debería parar en vacaciones de invierno si no hay ningún receso legal en la actividad de diputados ni senadores.
Con todo, si los planetas se alinean, y la oposición consigue “hacer recinto” (quórum) el próximo miércoles 30 de julio está por verse si el esquema de los dos tercios con que José Mayans y los suyos humillaron al gobierno en el Senado, podrá repetirse tal cual en Diputados. De no conseguir los dos tercios para el tratamiento “sobre tablas”, sin dictamen previo, el impulso opositor deberá conformarse con la ya clásica (y no menos insólita) “calesita” de reunir el plenario para desde ahí (con mayoría simple) “emplazar a las comisiones”, y que recién luego todo vuelva al recinto. Sería el caso de los temas clave: impuesto a los combustibles y ATN coparticipables para las provincias.
Los gobernadores “están firmes” con el proyecto que firmaron todos sin excepción y al que el Senado le plantó la media sanción con la velocidad de un rayo pero, contrariamente a la buena prensa que los ayuda, los gobernadores manejan en el Congreso bastante menos de lo que muchos suponen. Se vio con claridad en el Senado, cuando esa votación consiguió 56 votos, no muchos más que los 52 que consiguió “jubilaciones”, donde no hubo ninguna gestión de gobernadores.
O, en todo caso, varios de esos gobernadores juegan todo el tiempo a dos bandas; “te firmo un proyecto para sacarte la coparticipación que me estás robando”, pero simultáneamente, “si me das algo, te saco al diputado del recinto por un par de semanas, y negocio”. Esa es la lógica de los gobernadores filo oficialistas que hasta acá han sostenido las principales leyes del oficialismo, pero que de a poco ahora huelen el agotamiento de un programa económico y social sin destino.
Eso sí, hay al menos tres temas donde el gobierno tendría el boleto picado inexorablemente: universidades, Garrahan y jubilados, aunque en este caso no pasaría el veto la moratoria y estaría muy ajustado el aumento generalizado del 7,2 %, aunque pasaría sí o sí el aumento del bono para las jubilaciones mínimas de 70 a 110 mil pesos.



































