En el recuento de votos oficial del departamento San Martín se había confirmado la victoria que se esperaba y que el provisorio había mostrado más exigua de lo que realmente era. En lugar de 54 votos, como parecía a la madrugada del lunes 11, la distancia definitiva fue de casi el doble: 105 tildes para cambiar a la senadora justicialista Cristina Berra por un nuevo legislador.
Quienes saben leer política en San Martín no dudaron nunca del triunfo de Esteban Motta. De todos modos, confirmada la décimotercera banca de las diecinueve de la Cámara, se llega a dos tercios para el futuro oficialismo. Y eso significa tener el número capaz de aprobar cualquier expediente sobre tablas, sin pasar por comisiones o tener que negociar con el peronismo. O mejor dicho, para que desde esa posición de fuerza se proponga acordar la unanimidad que históricamente se ha buscado (y logrado) en la mayoría de las leyes aprobadas por los senadores. Obviamente, tendrá quórum propio (de once).
La Legislatura que viene tendrá como característica principal la fortaleza en el número de los electos por la coalición triunfante, en las dos Cámaras. Y sin embargo también pese a tratarse de partidos políticos con una larga tradición, con muchas caras nuevas.
Se combinará la mayoría especial del Senado con la que ya tiene prevista la Constitución para el ganador de la elección de la Cámara de Diputados, con 28 bancas sobre 50 y un arco opositor sumamente desperdigado.
Tanto habrá renovación de nombres como continuidad de los actores políticos partidarios, dentro de la alternancia: salen las autoridades y los funcionarios del peronismo; entran las del frente de frentes, del ex Frente Progresista, Cívico y Social y de Juntos por el Cambio, que desarmaron la competencia electoral de tercios. Ahora de un lado hay dos tercios.
Novedades
Indudablemente, la novedad es el crecimiento del voto de centroderecha o derecha, identificado con los celestes. Y el decrecimiento del voto de izquierda o centroizquierda que, encima, pone en el final del proceso electoral un horrible tironeo entre Rubén Giustiniani y Fabián Palo Oliver por la última banca en disputa. Al ex intendente de Santo Tomé se le olvidaron los principios que siempre sostuvo contra el piso impuesto por un decreto de la dictadura. En su impugnación el radical enojado con sus ex correligionarios que aceptaron al macrismo, invoca esa norma de dudosa legitimidad.
Precisamente fue el sector de Carlos del Frade (su principal socio) el que siempre peleó contra el piso discriminatorio. Palo Oliver advirtió que es la Corte la que en un fallo validó el decreto polémico porque la Legislatura no subsanó el vacío legal.
En definitiva, como dijo en su cuenta de Twitter el diputado provincial electo Rubén Galassi del socialismo (de la línea de Antonio Bonfatti), una norma clara evitaría “personalismos” sin nombrar a nadie. Fue un palo bien dado al presidente de la Corte Daniel Erbetta, que en minoría votó contra aquella resolución del pleno del máximo tribunal y ahora no se desdice como autoridad de los comicios provinciales (pese a la doctrina de la Corte).
¿En dos Poderes?
¿Será el único patinazo que se verá en la Legislatura? En los últimos días se especula con senadores oficialistas que asumirían su banca y luego pedirían una licencia sin goce de su dieta para ser ministros. Sería lo mismo que hizo —y tanto se criticó— Marcelo Sain en 2019 cuando retuvo su cargo de titular del Organismo de Investigaciones del MPA al mismo tiempo que asumía como ministro de Seguridad, licencia sin goce de sueldo mediante. Un pie en cada Poder. Cuesta creer que pueda suceder lo mismo.
Ciclos
Se considera en la política de Santa Fe que el peronismo en el gobierno tiene claramente dos ciclos en los 40 años de democracia. El primero, si se quiere fundacional, de José María Vernet y Víctor Félix Reviglio y luego entre un menemismo local y sus veladas resistencias, con dos liderazgos provinciales marcados, hasta la llegada del Frente Progresista, Cívico y Social, que sostuvieron Reutemann y Obeid.
Ahora el peronismo está reducido como nunca antes a un rol casi testimonial inédito. En la Cámara de Diputados peleará por ser efectivamente la primera minoría ante la intensidad de la derecha celeste que se ha calzado la camiseta de los libertarios.
En el Senado, a los cinco integrantes del bloque justicialista que encabezará Rubén Pirola tras el paso al costado de Armando Traferri nadie les discutirá ser la oposición. Pero al quinteto de experimentados legisladores les tocará ver, una y otra vez, cuánto poder tienen los otros trece. Y eventualmente uno más, porque Joaquín Gramajo ya comunicó a sus compañeros que tomará su propio camino y tendrá un bloque unipersonal, de Unite. El senador lo explicó muchas veces: “Son los propios dirigentes locales de mi grupo político los que quieren que nuestra representación sea independiente”. En buen romance, desde el territorio le han dicho al senador que no quieren quedar pegados del lado del peronismo, que tampoco colaboró con Perotti como se esperaba en las poblaciones del norte.

A conversar
La elección del presidente de la Cámara de Diputados será la primera prueba de fuego para el frente Unidos para cambiar Santa Fe.
El socialismo piensa que porque Clara García encabezó la lista más votada, con su figura en ascenso, tanto en las Paso como luego en las generales cuando dejó en segundo lugar al gobernador saliente, debe presidir las sesiones. Y encargarse de la administración de la Cámara baja.
Quien ocupa la presidencia de Diputados queda a espaldas del cuadro de Roux, pero si “La Constitución guía al Pueblo” o sus representantes la cambian también se verá, en parte, en cómo se resuelva ese cargo codiciado.
El sillón principal, desde el que se conducen los debates, podría ser la primera cuestión a dirimir entre un gobernador que sumó más de un millón de votos y el frente que lo permitió. Pullaro es consultado sobre quiénes presidirán los bloques del oficialismo, además de negociar los nombres de su gabinete. Hasta ahora, todos son de su máxima confianza, radicales y sobre todo de Evolución.
Rojo y blanco
En el radicalismo de Santa Fe hay, en términos generacionales, una nueva sensación. Esta vez los festejos no son por haber ganado la interna, sino la provincia. En términos históricos, lo que hoy vive la UCR no sucede desde hace más de 60 años. Toda una vida.
Felipe Michlig lo dijo con todas las letras el día del triunfo, en los festejos de Rosario: seis décadas; esa fue la espera del radicalismo santafesino desde el ex gobernador Aldo Emilio Tessio hasta aquí.
Una simplificación porteña, tantas veces copiada en Santa Fe, ve las cosas con los parámetros de la capital federal y pinta a la bota santafesina del color amarillo del PRO, dominante en JxC. En realidad, la provincia fue roja, tanto como puede serlo una rosa, durante los gobiernos frentistas de 2007 a 2019 de gobernadores socialistas. Y ahora es rojiblanca, porque es el radicalismo el que ha logrado poner al gobernador y hasta aquí a las principales figuras que se mencionan para el gabinete provincial. Y habrá que ver en las Cámaras si ese fuerte predominio de la mesa chica que acompañó durante tres años las aspiraciones de un diputado provincial del sur-sur se extiende a Diputados.
Pullaro solo contaba con el antecedente de haber sido el ministro de Seguridad de Miguel Lifschitz, con resultados discutibles pero que mejoraron muchísimo gracias a los del gobierno siguiente.
Todo es conversable cuando se discuten lugares en un gabinete, son muchos cargos. Pero la presidencia de la Cámara de Diputados es tan unipersonal como si se tratara de un cargo ejecutivo. Eso sí, se vota cada año, pero a ese lugar miran y dirigen sus discursos cuando no se distraen con los bellos trazos del mural que en el recinto exalta una épica de las instituciones.
Y la tentación de ir por más
“Nos sobra un voto para reformar la Constitución”, presumió mientras tanto un senador provincial, en un reencuentro con cronistas parlamentarios respecto de los resultados desde la óptica de los ganadores Unidos para Cambiar Santa Fe.
El comentario del legislador implica lo mismo que decir “una reelección sería viable”, pero fue más una demostración de ese impensado y repentino poder que un plan a ejecutar ya sopesado.
Está claro que el futuro gobernador Maximiliano Pullaro deberá pensar —y mucho— antes de meter a la irritada sociedad santafesina en un proceso de reforma constitucional. No fue parte de la campaña electoral, ni del debate.
Más allá de lo que depare el futuro, vale preguntarse hoy qué efectos tendría disparar algún escenario así puertas adentro de Unidos.

Noticias mendocinas
Santa Fe y Mendoza tienen caminos constitucionales similares. Son las dos únicas provincias cuyas constituciones no admiten la reelección inmediata del gobernador.
Esta semana, la noticia política mendocina fue que por “primera vez en su historia el sillón de San Martín (una expresión envidiable) será ocupado dos veces por la misma persona”.
El triunfo de Cornejo es distinto de lo que vivió con Carlos Reutemann y Jorge Obeid, en 16 años, el justicialismo santafesino. Muchos años atrás el único gobernador con más de un mandato fue Carlos Silvestre Begnis (dos golpes militares le impidieron completarlos).
Otra vez, el contexto nacional fue determinante para esa carrera de postas que aún con muchas tensiones pudo completar toda una vuelta olímpica, entre reutemanistas y obeidistas.
Que los resultados dejen la puerta abierta no quiere decir que se pueda entrar tan sencillamente en ese escenario.


































