El show continúa, aunque con dudas
por el sostén de las y los artistas


Por Bárbara Verino
Una ciudad que agita las más variadas expresiones culturales padece cuando sus salas de espectáculos anuncian “cerrado temporalmente” en el buscador más poderoso del planeta. Después de las reacciones espontáneas con los vivos desde casa en las primeras semanas del confinamiento, surgió una oferta de actividades programadas desde espacios públicos y salas privadas. Esta respuesta ante la emergencia modificó la relación con los públicos y permitió sostener propuestas culturales con ingresos ajustados para la mayoría de las y los artistas.
Cuando comenzó el aislamiento social muchos creadores salieron a las redes para sostener, compartir y acompañar. El malestar ante los espacios vacíos y la necesidad emocional de volver a las tablas revelaban que el show debía continuar. Los vivos desde casa fueron cediendo lugar a los espectáculos en sala pero sin público, transmitidos en vivo por streaming. Quizás haya sido la música la que más tempranamente pudo encontrar hueco en esta dinámica con una parte de las audiencias más habituada a ese tipo de transmisiones.
“El espectáculo de Tiago y Los Pájaros desde el Complejo Cultural Atlas (CCA) fue el primer concierto en streaming de la provincia con más de 4.000 reproducciones”, destaca Agustín Pousif, presidente del CCA. “Desde entonces, se han realizado más de 28 transmisiones musicales en vivo con más de 25.000 reproducciones. Este formato nació de una necesidad, con la prioridad de sostener la actividad y encontrar un espacio para los artistas”.
Si bien no se trata de una práctica nueva, tomó protagonismo ante la crisis. “Fue un tipo de respuesta y estrategia que encontramos dentro de un paraguas más amplio para cuidar a los que crean, comenta Carina Cabo, secretaria de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario. Pero “sin público en sala” no es sinónimo de gratuito, explica. “Requiere recursos que no todos los artistas tienen disponibles para lograr los resultados deseados en cuanto a calidad y para la monetización de los productos”.
La Provincia de Santa Fe y la Municipalidad de Rosario facilitaron el equipamiento, la técnica y los escenarios para las transmisiones con la Sala Lavardén, el Teatro La Comedia y el Galpón 11 como principales espacios de transmisión en Rosario. El Complejo Cultural Atlas tuvo apoyo político para financiar los vivos y Distrito 7 lo resolvió distribuyendo lo recaudado a través del sistema de gorra virtual.
“Pudimos retomar algunos de los shows que quedaron suspendidos. Antes de comenzar conversamos con algunos artistas y bandas. No es sencillo y es costoso. Por eso, es necesario pensar muy bien qué propuesta se hace para que le rinda a los músicos. Todos los espectáculos que hicimos fueron con gorra virtual”, explica Valentina Frare del equipo de Producción de Distrito 7.
En qué medida el streaming genera ingresos sostenibles para los productores culturales es un interrogante que no está aún resuelto. En la mayoría de los shows, lo recaudado a través de la gorra virtual se distribuyó entre los artistas y, en algún caso, con un porcentaje para la sala para financiar la transmisión. Además, se puso a disposición la comercialización de las ticketeras y, en menor medida, se pagaron los cachés habituales para los eventos presenciales.
Al analizar los beneficios para los productores culturales, Hugo Vitantonio, secretario general del Sindicato de Músicos de Rosario diferencia dos niveles: “El de los artistas o bandas con rodaje nacional o internacional que fueron incluidos por las industrias culturales que los representan y pudieron mantener algunos niveles de facturación; y el del músico local, para quien es, básicamente, terapéutico y auto satisfactorio”.
“Lo que deja expuesto este contexto es que con las situaciones de crisis las diferencias se agudizan —expone Valentina Frare—. Los y las artistas que cuentan con una trayectoria más larga han podido generar recursos y tuvieron muchas vistas, pero se hizo más cuesta arriba para los que están empezando o tienen menos llegada a nivel nacional”.
Claudio Cherep, director de Programación Artística del Ministerio de Cultura de la Provincia, también comparte esta visión: “La mayoría de las bandas que se presentaron tuvieron una repercusión acorde a la que venían teniendo. Las más taquilleras fueron las más vistas. Pero entendemos que el rol del Estado es generar las oportunidades para que puedan actuar todos”.

¿Una nueva lógica?
Si bien el avance de lo digital resulta indiscutible, el espacio de encuentro sigue resultando irremplazable. “En cuanto a funciones de modo virtual ninguna de las salas nucleadas en ATIR hemos accedido a esa posibilidad todavía. Estamos intentando resguardar el sentido del teatro que es el encuentro de personas para compartir una experiencia sensorial, viva y real”, explica Mecha Núñez de la Asociación de Teatros Independientes de Rosario (ATIR).
Lo que sí comienza a pensarse como tendencia es la posibilidad de una convivencia entre lo presencial y lo virtual para potenciar lo mejor de cada uno de los formatos. “Se puede decir con certeza que se modifica la relación del público con los artistas. Desaparece el cara a cara, lo cual es una pena. Pero aún cuando recuperemos la normalidad extrañada y podamos volver a la calle, seguramente seguiremos trabajando con este sistema”, comenta Cherep.
Un aspecto no menor y sobre el que reflexiona Valentina Frare del D7 está vinculado al tipo de puesta en escena que implica el formato virtual y la importancia de abordar el streaming con sus especificidades: “no se trata de hacer un show en vivo hacia una cámara sino que es una puesta distinta, con un lenguaje y repercusión diferentes. Las bandas que han podido entender eso y adaptarse al medio, han tenido más impacto”.
Más allá del contexto de pandemia, Vitantonio encuentra coincidencias entre el streaming y el tradicional show en vivo. “De no ser por las restricciones impuestas por el aislamiento ningún sector del Estado contemplaba esta opción antes”. Y en coincidencia con el centenario de la radio agrega: “en agosto de 1920 un grupo de jóvenes estudiantes de Medicina apodados los locos de la azotea lograron una transmisión inalámbrica, sin conductores y a distancia: música, informaciones, ideas y noticias, es decir: streaming”.
Las transmisiones en vivo también abrieron una oportunidad para lo emergente y nuevas estrategias de producción y creación de contenidos pensados para la red. “Hemos tenido muy buena participación, en particular con la presentación de Lichi. Es youtuber y es un medio en el que ya está consolidado. Es muy interesante lo que viene pasando en los chats de las diferentes transmisiones realizadas, hay mucha interacción. La gente habla, comenta y se emociona”, explica Frare.
“Un aspecto positivo del streaming fue la oportunidad para ampliar el público que conoce el Complejo Cultural Atlas y que no necesariamente vive en Rosario o Argentina; y también la posibilidad incluir otros géneros musicales que no se adaptan tan bien a nuestra sala de espectáculos como el hip hop o el punk”, reflexiona Pousif.
La duración en el tiempo y la evolución que tengan los consumos de las audiencias pertenecen al futuro y como expresa Cherep “el hecho de que los artistas puedan presentarse en un teatro vacío genera sensaciones diversas”. Pero permite “comprar tickets desde lugares impensados y que los espectáculos se siguen viendo, en horarios y en lugares diversos. El espectador, en la comodidad de su casa, ante la opción de ver cuándo y cómo quiere establece otra relación”, concluye.

Pan para hoy, ¿y mañana?
La diversidad de incentivos desde el gobierno nacional fue muy valorada aunque no alcanza a compensar la frágil situación que surge tras seis meses de salas cerradas. Por ahora, el streaming ha operado más como una medida de urgencia y aún no genera ingresos similares a los espectáculos presenciales para los productores culturales. “Creo que es la peor crisis no sólo económicamente sino también por la incertidumbre; porque no sabemos cuándo volveremos a realizar funciones”, destaca Mecha Núñez.
“Cuando comenzó la pandemia el Instituto Nacional de Teatro ofreció el Plan Podestá, cuya implementación fue rapidísima. También recibimos desde la Municipalidad unos kits de limpieza cuando tuvimos la posibilidad de abrir los espacios para los talleres”, explica Núñez. Si bien a partir de junio se habilitaron las salas para talleres para un número restringido de personas y en horarios reducidos, con el reciente retroceso de fase volvieron a suspenderse las actividades. Los ingresos a través de las clases siguen siendo muy limitados para sostener los espacios.
En cuanto al sector de la danza, la pandemia profundizó los problemas preexistentes al tiempo que impulsó la reflexión sobre “la necesidad de la construcción de un sindicato, una ley nacional propia y de políticas públicas en todos los niveles del Estado. También para comprender la particularidad de este sector, en el cual la mayoría somos mujeres, lo que explica de algún modo el lugar que ocupa la danza dentro de las artes”, dice Patricia Ghisoli de la Asociación Argentina de Trabajadores de la Danza (AATDa), Delegación Rosario.
“Estamos gestionando varias mesas de trabajo para promover el debate al interior de la comunidad con iniciativas que tengan en cuenta la generación de trabajo, el fomento de la actividad y la inclusión de la danza en todos los programas de cultura”, comenta Ghisoli. Otros pedidos para actuar en un plazo inmediato contemplan acciones para reducir el impacto del cierre de los espacios. “Pedimos la exención impositiva y de servicios para los edificios donde funcionan las salas de teatro independiente”, comenta Mecha Núñez. La semana pasada este reclamo subió el tono en redes sociales bajo la consigna #TeatroEnEmergencia #EmergenciaCulturalYa.
Hugo Vitantonio expone las dificultades para el sector de la música: “Vivimos momentos de mucha angustia y aislamiento. Hemos trabajado asistiendo con alimentos a compañeros que se encontraban y aún se encuentran en situación de vulnerabilidad alimentaria, y hemos gestionado recursos, auspicios, asistencias técnicas y acceso a programas nacionales”.
Desde la Provincia, Claudio Cherep entiende que “los sectores afectados por la pandemia son todos y cada uno de los vinculados a la cultura. El Ministerio ha tenido que ofrecer ayuda alimentaria, en trabajo conjunto con Desarrollo Social. Esto se articuló con los colectivos constituidos de artistas y también se trabajó de manera coordinada con Nación en cuanto a respuestas específicas”.
El agravamiento de casos y la imposibilidad de una reapertura de salas en los próximos meses, demandará con certeza otras acciones de acompañamiento.



































