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Política

La bala nunca se da por vencida, si no mata hoy por lo menos deja una herida

La imagen es escalofriante. Un hombre emerge entre militantes que querían saludar a Cristina Fernández cuando regresaba a la noche a su casa, le apunta con un arma cargada y le gatilla a pocos centímetros de la cara. El disparo no sale de milagro. Al día siguiente, una pregunta recorre toda la escena política: ¿qué hubiera pasado si esa bala salía, qué país tendríamos hoy?

“Estuvimos a milímetros de vivir en un país que hubiera sido totalmente diferente, demasiado cerca de una catástrofe, con un conflicto social tremendo”. Así se evalúa lo ocurrido en los diálogos políticos durante las primeras 24 horas.



Algunas reflexiones también apuntan a saber cómo pudo pasar, qué se mueve detrás y qué dejaron al descubierto algunas repercusiones personales e institucionales que hubo en Santa Fe tras el intento de magnicidio, el hecho más grave en términos institucionales que la democracia argentina recuerde en los últimos 40 años.

Todo el arco político santafesino, con muy escasas excepciones, salió a repudiar el intento de asesinato de la vicepresidenta. Con gestos de unidad que se reflejaron en fotos y comunicados que dejaron entrever en algunos casos sutiles interpretaciones, pero casi siempre apartando a un lado las diferencias políticas que pueden enfrentarlos en otros temas, y poniendo de relieve la defensa de la democracia y sus instituciones.

Maximiliano Pullaro, uno de los principales opositores al kirchnerismo en la provincia, apuntó a aprender de lo ocurrido como si se tratara de una segunda oportunidad para la clase política. “Fue una luz naranja que nos señala que hay que dialogar más y ser mejores, que hay que cambiar desde ahora y no exagerar las diferencias sólo para que nos escuchen”, aconsejó.



Las dudas de Granata


La excepción a tanta prudencia fue la diputada provincial Amalia Granata, que con una lógica más de panelista de TV que de una legisladora que representa a una porción del electorado, sorprendió al asegurar que el “supuesto atentado es un circo, una pantomima y está todo armado”, aunque no dudó en prometer que si después se comprueba lo contrario, no tendrá problemas en pedir disculpas. 

La diputada de Somos Vida desoyó los consejos de algunos de sus pares que la llamaron a la prudencia y siguió desafiando los discursos por Twitter. La justificación es que sus dichos representan lo mismo que piensa mucha gente.

El bloque del justicialismo pidió de inmediato que se considere su expulsión como legisladora, un intento de dudoso resultado ya que requiere reunir dos tercios de los diputados presentes, pero que marcó el límite de lo que se consideró aceptable. En casi todas las expresiones de repudio se incluyó un párrafo destinado a “condenar los discursos del odio que incitan a la violencia”. 

“Es demasiado grave lo que ocurrió, es parte de lo que la Legislatura tiene que hacer para fortalecer los procesos democráticos. No se puede pretender resolver los problemas más importantes de la Argentina si se intentan quebrar permanentemente las reglas de juego. Casi terminamos con la vicepresidenta muerta, y ella pone en duda el atentado y el funcionamiento de la democracia”, defendió Leandro Busatto al retrucar a Granata, con quien no aceptó cruzarse al aire en el programa de Alberto Lotuf en Cadena 3. 

En esa entrevista, Granata dijo que lo que afirmó en Twitter: “es una simple opinión sobre un hecho que está en investigación. Si estamos en democracia podemos expresarnos como queremos. Ellos —dijo en una referencia bien amplia— quieren instalar que tengo un discurso de odio y después se les cae el relato”.

—¿Por qué planteás dudas sobre el hecho? —le preguntó Hernán Funes.

—Porque tengo derecho a plantear dudas.

—¿Pero en qué sentido?¿Para vos está armado, premeditado?

—Tengo muchas dudas. Hasta el custodio se agacha cuando le ponen el arma, ella sigue saludando como si nada. O la custodia es un mamarracho, o esto es muy dudoso. Déjenme dudar. Si tengo dudas también lo puedo decir hasta que se demuestre lo contrario. Entonces saldré a pedir disculpas. No se me cae ningún anillo. Uno se puede equivocar.

Al opinar sobre los dichos de Granata, Pablo Javkin también coincidió en que “hay que cortarla con decir cualquier cosa, por más que eso sirva para que te aplaudan”. 



Javkin y el precipicio


El intendente de Rosario pronunció el discurso más elaborado de los que se conocieron después del atentado, al sostener que la conmoción por lo ocurrido “debe ser un punto de quiebre, que les permita a los argentinos reaccionar y ser distintos, entre otras cosas dejando de lado las discusiones electorales que llevan a muchos políticos a decir lo que les conviene para tener mejor repercusión mediática”.

No se quedó en la superficie y alertó: “Este es un país que tiene muchísimos más años con episodios como los vividos en la noche del jueves que de paz, que fue el único acuerdo sostenido desde 1983 para acá. No hay que volver a eso”, advirtió.

“A la Argentina le costó 170 años vivir así, lo superamos hablando de la vida y de la paz, y lamentablemente nos acercamos a un precipicio que después no tiene forma de recomponerse rápido. El odio es esto, aunque pueda dar rating, votos o fama. Salgamos de esto. Recuperemos un poquito la memoria del riesgo que implica para un país caer en la violencia política”, dijo en una entrevista con Sergio Roulier en Canal 3.

En este punto el intendente de Rosario comparó con la violencia cotidiana que se vive en la ciudad con las organizaciones criminales vinculadas a la droga. “No quiero vivir en un país donde le puedan poner un arma en la cara a ningún ciudadano”, resaltó Javkin para poner de relieve la indefensión en la que se vive en estos tiempos.

“No puede ser tan difícil tener mecanismos que nos cuiden a todos en las calles: a una persona en un barrio o a la vicepresidenta en la Ciudad de Buenos Aires cuando vuelve a su domicilio. Me asusta que no podamos controlar una cárcel para resolver un crimen y no podamos cuidar a la vicepresidenta. Es una foto muy triste del país”, reflexionó.

El intendente aprovechó para poner en cuestión la custodia de la expresidenta, a la que después de los disparos fallidos nadie cubre. “¿Quién custodia? Si había una segunda persona o un segundo disparo, no había cambios de parte de quienes la debían proteger. ¿Y la inteligencia previa?”, se preguntó.



El equilibrio de los diputados


El presidente de la Cámara de Diputados de Santa Fe, Pablo Farías, fue el encargado de expresar los términos de una manifestación que acordaron por unanimidad todos los presidentes de bloque, que soslayó el tema Granata. El punto de encuentro fue el repudio y rechazo absoluto del intento de magnicidio, señalar la gravedad institucional y la preocupación por proteger las instituciones democráticas.

Se incluyó un agregado para amalgamar a todas las opiniones: “No vamos a permitir que un hecho de semejante gravedad quede sin ser esclarecido. Lo vamos a exigir hasta sus últimas consecuencias. Queremos conocer las responsabilidades que haya detrás de este hecho”. Un concepto que sirve para todos, incluso los que tienen dudas.

“No es un hecho más, no es un hecho aislado, tiene que ver con la violencia, con situaciones que se están viviendo en el país y que repudiamos fuertemente”, señaló el titular de la Cámara, ya con menos precisión.

Sobre el pedido de expulsión de Granata bajó las expectativas al apuntar que “ingresó una cuestión de privilegio que va a ser tratada oportunamente”, aclarando que “no puede darse de forma express, sino como lo dice el reglamento”. 

Ante algunas preguntas de los periodistas, admitió que hubo cierto desacuerdo con las expresiones de la legisladora. Farías reiteró que “no compartimos ningún discurso de odio ni banalización de los hechos ocurridos”.

Casi en simultáneo, el gobernador Omar Perotti —que había repudiado por Twitter la misma noche el atentado a la vicepresidenta— convocó a reunión de gabinete. Con todos sus ministros parados detrás de sí, grabó un mensaje en la Casa Gris. Pidió por “la unidad para luchar contra la violencia. No puede ser que naturalicemos amenazas, la unidad es el único camino para que el odio no gane”, resumió. También deseó “pronto accionar de la Justicia y el esclarecimiento del hecho”.

En el Senado no se logró formalizar una sesión conjunta con Diputados y se programó una reunión especial para repudiar el atentado a la vicepresidenta para el lunes a las 12. En el medio hubo expresiones individuales de varios legisladores. 

En el Concejo de Rosario todas las fuerzas políticas, sin divisiones, ofrecieron una foto homogénea que compartieron junto al intendente, y una declaración en la que convocan a “reflexionar sobre el estado de irritación colectiva que marcó los últimos tiempos”.

“Cuando la violencia se naturaliza, genera un daño irreparable en toda la sociedad. Promover el odio y la violencia solo deriva en situaciones que marcan un punto de inflexión. Lo ocurrido implica un momento límite para la Argentina”, plantearon los ediles.

A nivel nacional y provincial a muchos les quedó la sensación de que faltó una convocatoria amplia que resumiera en una sola foto tanto repudio repartido. 



Nota: El título de esta crónica fue tomado de la canción de Calle 13 “La bala”

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