Se consumió en Diputados una primera semana de plenario informativo de tres comisiones: Legislación General, Presupuesto, y Asuntos Constitucionales. Una semana agitada, peleada, tres días con largas sesiones que se extendieron por 12 o más horas. El proyecto “Bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos” con que el oficialismo busca resetear casi todo el sistema jurídico nacional fue expuesto por funcionarios nacionales, dificultosamente, y sin la presencia, por ahora, del jefe de gabinete Nicolás Posse ni del ministro de Economía, Luis Caputo.
El oficialismo tratará de acelerar en la próxima semana, y buscará un dictamen rápido; sabe que la curva del tiempo le juega en contra en una pulseada donde importa mucho lo que suceda dentro del Palacio, y también fuera, extra muros. Donde se cocina un clima de agobio económico de imprevisible pronóstico.
La oposición peronista, tácticamente en sintonía con la izquierda trotskista, juega a lentificarlo todo, y meter a los argentinos de carne y hueso dentro del Palacio. Algo consiguió, ya que el próximo lunes habrá audiencias públicas a pedido de Unión por la Patria: organizaciones no gubernamentales tomarán la palabra en el plenario.
La oposición peronista y la izquierda clasista constituyen un universo de 107 diputados, un número grande en la Cámara baja, aunque sin capacidad propia de bloqueo. Suma Política pudo saber que el peronismo está funcionando y activo, como un mecanismo aceitado. Aunque, desde ya, no es visible en la superficie.
Cristina Kirchner, Sergio Massa, Axel Kicillof, la CGT, gobernadores e intendentes ya funcionan con agilidad y analizan cada paso a dar en esta batalla política, por ahora parlamentaria.
Del lado del oficialismo, los libertarios y el PRO macrista, apuestan a atropellar con el viento a favor de los 14,5 millones de votos del 19 de noviembre, que muchos perciben han comenzado a diluirse.
En el medio navegan -entre la duda y en muchos casos el silencio- una treintena de diputados que se autodefinen como “oposición colaborativa” o socios críticos del oficialismo, dispuestos a acompañar con reparos, cambios, y vetos parciales un proyecto de una dimensión descomunal por tamaño y alcance temático.
La pretensión oficialista de apurar y liquidar durante enero la ley ómnibus, sin cambios ni recortes, resulta una quimera. El gobierno lo sabe, y tal vez se aferre a obtener una aprobación parcial. La reforma política (sistema electoral), la delegación inédita y discrecional de facultades del Congreso al Ejecutivo que incluye la posibilidad de privatizar 41 empresas públicas, y, entre otros temas, la derogación del régimen de ajustes jubilatorios dejándolo en manos presidenciales, son temas con pronóstico reservado.
El principal éxito oficialista en la primera semana de extraordinarias se explica en el silencio y la falta de rechazo claro de los bloques que, a priori, no conforman el conglomerado que trabajó para el triunfo de Javier Milei en el balotaje. Una parte del bloque de la UCR y el heterogéneo “Hacemos Coalición Federal” donde tributan Miguel Pichetto, los cordobeses de Juan Schiaretti, socialistas santafesinos y representantes de partidos provinciales de Río Negro, Salta y Misiones, entre otros distritos.
El peronismo con sus 102 diputados, y la izquierda del FIT, tuvieron protagonismo durante las jornadas en el Anexo de Diputados, pero no consiguieron hasta hoy constituirse como una fuerza transversal ampliada, con discurso unificado y que los arrime al número mágico de 129, al cabo, lo que buscan tanto el oficialismo como la oposición, unos para aprobar y los otros para hundir el proyecto “Bases”.
En términos políticos, el recorrido que todavía le falta al proyecto en Diputados es enorme. Resulta impensable que una reforma de estas dimensiones no surja, al menos, de un ámbito de discusión política de “mesa chica” entre los socios directos de Milei y los “colaborativos”. Esa mesa, por ahora, no parece siquiera constituida, y menos aún, tramitando acuerdos. Todo ese esquema arrancaría desde el lunes 15.
Domina sí, la idea filo oficialista de “colaborar porque la gente votó un cambio de 180 grados”, y también pesa, como desde hace una década y media, la tentación de aislar a todo lo que huela a peronismo kirchnerista. Una valoración que se agravó con el balotaje, pero que, a la vez, envejece rápidamente al ritmo del brutal deterioro de los ingresos de la mayoría de la población.
En clave santafesina, las tres jornadas del plenario de comisiones tuvieron alto protagonismo opositor y consiguieron revelaciones de madrugada. Como el reconocimiento de parte de los funcionarios de Economía (Pablo Quirno), a la 1.20 del jueves, que el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (Anses, jubilaciones) será usado para pagos corrientes.
Fue destacado lo del jefe de bloque de UxP, Germán Martínez (por la precisión en el rechazo conceptual y profundo a la reforma propuesta), y los también santafesinos Eduardo Toniolli (desnudó el plan de LLA de reprivatizar los ferrocarriles), Florencia Carignano, Diego Giuliano y Roberto Mirabella, entre otros, que dejaron en varios momentos silenciados a los funcionarios con argumentos y datos contra el proyecto “Bases”. También se destacó por sus críticas sólidas el diputado Esteban Paulón (PS).
En la semana que comienza, una pregunta por ahora sin respuesta para el campo oficialista es hasta dónde aceptará la Casa Rosada la “ayuda” de los colaboracionistas, que pretenden cambios y recortes en el dictamen. Una fuente segura de la Cámara baja le contó a Suma Política que el experimentado Pichetto le dijo a Martín Menem (presidente de la Cámara): “Nene, si no viene (Luis) Caputo a poner la cara al plenario, no hay dictamen”.
El peronismo y la izquierda, por su lado, confían en la maduración del acto y paro de la CGT del próximo 24 de enero. Podría cambiar el clima, creen, y empezar a hundir las pretensiones del proyecto “Bases”.



































