Contra todo pronóstico, y en una elección fuertemente polarizada, La Libertad Avanza rompió el escenario de tercios que auguraban la mayoría de las encuestadoras y logró imponerse cómodamente en Rosario con el 38.90 % de los sufragios según el escrutinio provisorio, superando por siete puntos a Fuerza Patria, que alcanzó el 31.83 %. Provincias Unidas, el espacio auspiciado por el gobernador Maximiliano Pullaro y sus pares de Córdoba, Jujuy, Santa Cruz y Chubut, quedó relegado a un tercer lugar con el 15.59 %, en un territorio que comienza a mostrarse reacio en lo electoral con el jefe de la Casa Gris.
Pese al creciente descontento social que marcaban algunos sondeos de opinión por la situación económica y los hechos de corrupción, la ciudad acompañó la tendencia provincial y nacional, y a priori los resultados muestran un voto más emocional que ideológico. En los comicios locales de junio, LLA terminó segunda detrás de la alianza de Ciudad Futura y el PJ, pero la nacionalización del proceso electoral favoreció al presidente Javier Milier, quien se involucró de lleno en la campaña y el último jueves eligió a la ciudad para encabezar un acto en las escalinatas del Parque España para respaldar la candidatura de Agustín Pellegrini, un completo desconocido que recibió la bendición de Karina Milei en una apuesta al sello partidario.
Fuerza Patria, encabezado por Caren Tepp, hizo una buena elección pero no le alcanzó tampoco para imponerse en la pulseada local. Pese al trabajo territorial y al peso simbólico de su espacio —construido en la confluencia entre Ciudad Futura y el peronismo local—, la lista capitaneada por la dirigente rosarina quedó en segundo lugar; sí demostró la capacidad de sostener un núcleo sólido que hace cuatro meses acompañó la candidatura de Juan Monteverde para el Concejo Municipal. Tepp capitalizó la narrativa opositora a Milei y jugó a contrarreloj para aumentar su nivel de conocimiento por fuera del pago chico.
El oficialismo provincial fue el gran derrotado de la jornada. Con la actual vicegobernadora Gisela Scaglia como candidata, la U quedó lejos del rendimiento que esperaban en las huestes del pullarismo. En Rosario, su discurso de orden y seguridad no encontró todo el eco esperado, y tampoco logró calar en una zona intermedia entre la gestión de gobierno y la agenda de austeridad y déficit cero pregonada por el gobierno nacional. Queda la sensación de que encarnar un libertarismo blue o una nueva avenida del medio, no sirvió para sintonizar con el cambio de época.
Los números dejan también un mensaje nítido: el liderazgo de Maximiliano Pullaro no alcanza para romper la polarización entre La Libertad Avanza y Fuerza Patria, al igual que sucedió hace cuatro meses con Carolina Labayru, la candidata del oficialismo para el Palacio Vasallo. La radicalización del discurso para disputar la representación del antikirchnerismo no terminó de seducir al votante refractario al peronismo, especialmente entre quienes rechazan a la figura de la ex presidenta Cristina Fernández; incluso fracasó la estrategia desplegada en los últimos días de apelar a los peronistas no K, amparándose en la sociedad con el cordobesismo de Juan Schiaretti.
El comportamiento electoral muestra a una Rosario que parece haber entrado en una fase de repliegue con respecto a su tradición progresista. La narrativa de las redes comunitarias y la política del encuentro convivió en esta elección con un nuevo humor social, más individualista y defensivo. No es necesariamente una conversión ideológica, sino un mensaje para los partidos políticos tradicionales. La otra señal de alarma se prendió cuando tempranamente fueron informados los bajos niveles de participación: 67.9 % a nivel nacional y casi cuatro puntos menos en Santa Fe con el 63.3 %, mientras que en la ciudad apenas tocó el 64 %, con un marcado descenso en los barrios.
En un análisis provisorio del desagregado barrio por barrio se observa una ciudad pintada de violeta en el centro, macrocentro y zona norte, con algunas franjas azules correspondientes al peronismo en la zona noroeste, sudoeste y sur, y sin ninguna seccional de color naranja, el color identificatorio de Provincias Unidas. Se puede inferir entonces que una porción de la ciudadanía desencantada con Milei tampoco encontró abrigo en el resto de las alternativas. A diferencia de las elecciones de medio término del año 2017 donde las listas del ex presidente Mauricio Macri se impusieron en casi todas las seccionales a excepción de Empalme Graneros, en esta oportunidad la coalición peronista logró pelear esa hegemonía en las zonas más alejadas del centro.
El mapa electoral rosarino muestra entonces la fragmentación del voto alineado con las ideas de centro derecha, con una abultada ventaja para el mileísmo, el retroceso de Provincias Unidas y la consolidación de un espacio opositor en manos del peronismo y sus aliados, que mantiene un piso competitivo y le permite conservar las tres bancas que puso en juego. Aunque todavía falta mucho para el 2027, los guarismos locales plantean serios desafíos para las principales fuerzas políticas de la ciudad: entender si este resultado es coyuntural o el inicio de un reacomodamiento duradero.


































