Como corresponde en la era de los caudillos cool, el primer acto de campaña del espacio federal Provincias Unidas fue en el marco del encuentro de Idea que se realizó en la Bolsa de Comercio de Rosario. Allí, los gobernadores de Córdoba y Santa Fe, Martín Llaryora y Maximiliano Pullaro, denunciaron el retiro del Estado nacional de los territorios y advirtieron que los gobiernos locales son actualmente los “garantes de la paz social” en medio de la crisis.
En el diagnóstico que acompañó su propuesta de “equilibrio fiscal, federalismo y desarrollo”, los principales referentes del sector cortaron una tarde de presentaciones optimistas. Por convicción o disciplina, economistas y empresarios venían apilando opiniones amigables a la política económica del gobierno nacional durante el tradicional encuentro Experiencia Idea Rosario.
Por caso, los máximos ejecutivos de Renault, la cerealera Cofco, la tecnológica Accenture y la Cámara de Exploración y Producción de Hidrocarburos presentaron las claves de un futuro de expansión para esas actividades, que en rigor sería la continuidad de un proceso que experimentan desde hace unos años.
En la hoja de ruta de esos negocios figura saltar a un piso de inversiones de u$s 15 mil millones anuales en el complejo de hidrocarburos, recuperar la molienda de oleaginosas, reconvertir la industria automotriz en un polo de producción de utilitarios y subirse a la revolución de la Inteligencia Artificial. El aval al ajuste y la desregulación marcan el norte en la brújula de su política corporativa.
Un poco antes, el jefe de Economía de la consultora Black Toro, Fernando Marengo, aseguró que la economía argentina está batiendo récords de actividad y elogió el proceso de desinflación y el superávit fiscal, a la vez que relativizó la preocupación por el déficit de cuenta corriente en la balanza de pagos.


¿La tasa está en orden?
Definiciones audaces en el medio de la tormenta que azota al programa económico de Luis Caputo. El gobierno pudo esta semana contener la suba del dólar oficial a cambio de un apretón monetario que llevó el costo del dinero a niveles siderales. El riesgo cambiario se turna con el de la sostenibilidad de la deuda pública. El fracaso de la licitación de letras de principios de semana y la intervención del Banco Central para inducir a los bancos a ingresar en el repechaje convocado para el próximo lunes no serán inocuas para la economía real.
El brutal aumento de las tasas profundizará el freno de la actividad. El economista Amilcar Collante subrayó que el stock de adelantos empezó a caer porque las empresas no quieren convalidar tasas que llegaron a estar arriba del 80%. En las familias, “los hipotecarios ya están en UVA +10%”, detalló.
El jueves pasado estuvo en Rosario el economista Fausto Spotorno, ex integrante del consejo de asesores de Javier Milei, que integra el estudio de Orlando Ferreres. En rueda de prensa advirtió que “la actividad económica se está frenando y se va a quedar frenada por un tiempo porque el tema tasa de interés no se va a resolver fácilmente”.
“El gobierno decidió sacar las Lefi, que eran títulos cortos, para canjearlos por títulos más largos, las Lecap, en un periodo preelectoral, en el que todo el mundo prefiere estar corto”, amonestó. El protagonismo que retomó el Banco Central podría “empezar a resolver el problema que se generó cuando decidió dejar de garantizar la liquidez”. Si bien estimó que la situación “se va a ir calmando”, consideró que lo hará “en algún nivel de tasas altas”. Por distintas vías, esto afectará el consumo. “Los bancos se frenan, y eso frena el crédito, que a su vez frena mercados como el automotor, que venía creciendo mucho”, apuntó.
La demanda de productos de mayor valor, antes blindada por el atraso cambiario, se suma ahora a la depresión que ya experimenta el consumo popular. Los balances de empresas como Arcor, Mastellone o Ledesma convalidan lo que vienen cantando las estadísticas. Y las crisis de financiamiento, empleo o salarios se encadenan en los territorios. Algodonera Avellaneda y Vassalli volvieron a prender luces rojas en el hervidero santafesino.

Freno de mano
En uno de sus últimos informes, la Fundación Mediterránea proyectó que en el segundo trimestre del año la actividad económica cerraría con un crecimiento cercano al 1%, apenas la mitad del crecimiento registrado en el último cuarto del 2024. Según el Estimador Mensual de la Actividad Económica (Emae) que difundió el Indec, en mayo siete de los diez principales sectores de la economía se contrajeron. Intermediación financiera, agro y minería estaban hasta ese momento sobre la superficie. Por debajo, construcción, industria, electricidad, gas y agua.
En rigor, como señaló Marco Kofman, economista del Mirador de la Actualidad, el Trabajo y la Economía (Mate), los indicadores económicos “venían mostrando ya desde fin del año pasado un escenario de crisis”. Y sobre fines de junio, recordó, comenzó a expresarse con mayor claridad la fragilidad del sector externo.
El economista Matías Kulfas, que la semana anterior estuvo en Rosario para presentar el libro Producir en la nueva globalización, completó la idea: “Este gobierno es una aspiradora inagotable de dólares, su plan económico se sostuvo por el blanqueo del año pasado y por el ingreso de dólares del Fondo Monetario Internacional este año”.
“Un tipo de cambio bajo genera una menor variación de precios y una recomposición de los ingresos, cosa que se dio principalmente en el segundo semestre del año pasado, pero no tanto en este”, señaló Guido Zack, coordinador del área de Economía del centro de estudios Fundar, en diálogo con el programa La Banda Cambiaria. Opinó que, tras el salto de julio, el “dólar está en un valor un poco más acorde pero la sensación es que todavía le falta”. La pregunta es “qué va a pasar después de las elecciones, cuando tenga que establecer un régimen más sostenible a largo plazo y evitar que se traslade a precios, algo que no está garantizado”.

Los precios se mueven
De hecho, pese a los pronósticos presidenciales y a la recesión, los movimientos cambiarios van empujando las remarcaciones. La inflación oficial de julio se aceleró por segundo mes consecutivo, a casi el 2%, en línea con indicadores como el de CABA (2,5%) y el del Instituto de Estadística de los Trabajadores (IET).
El coordinador general de ese instituto, Fabián Amico, llamó la atención sobre la dinámica que mostraron los precios de los alimentos, con un aumento que casi se triplicó respecto del mes anterior. El salto cambiario también alteró el precio de los insumos importados. “Estos dos efectos no se manifiestan en el índice de inflación de forma inmediata, sino que tienen en general un impacto rezagado; de hecho, los primeros sondeos en agosto revelan un aumento adicional de los bienes de primera necesidad”, subrayó.
Advirtió que el gobierno podría limitar el pass-through “si logra inhibir la reacción de los costos laborales”, aunque ese camino “profundizaría la caída del salario real”.
Tras pulverizar los ingresos en la primera parte de 2025, con una pauta de aumento de 1% mensual, el gobierno apuesta ahora a consolidar una actualización semestral. Por ese período ofertó el incremento salarial escalonado del 7,5% a los empleados nacionales y también homologó, luego de una intrincada puja, el acuerdo de la Federación de Empleados de Comercio, del 6%. El gobierno de Santa Fe se ajustó a este sendero, con aumentos de 7% semestral, y mínimos garantizados. La primera escala, del 1,5%, ya arrancó atrás de la inflación del mes. Mejores negociaciones tuvieron las tarifas del transporte urbano y de electricidad.
Desarbitrado el juego entre la tasa y el dólar, el ancla salarial y la recesión son los lastres que sostiene el presidente Javier Milei para llegar a las elecciones con un índice de inflación cercano al de su promesa electoral. No parece dudar en congelar la vida económica para asegurar ese breve momento que le abriría la llave del futuro político. Y adelantar, contra lo que decía Keynes, la certeza de la muerte al corto plazo.


































