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Sociedad

Más cerca del aborto legal: el problema es el deseo, el problema es la libertad

Más cerca del aborto legal: el problema
es el deseo, el problema es la libertad


Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito

Carolina Raduan


Terminó una jornada histórica. La Cámara de Diputados le dio media sanción (por segunda vez) al Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, y ahora queda el paso por el Senado de la Nación, que en 2018 rechazó el proyecto. Pero en este año tan particular quienes apoyamos esta ley tenemos un poco más de esperanzas.

Las mujeres venimos luchando por nuestros derechos desde hace siglos y esos derechos también contemplan la posibilidad de decidir sobre nuestros cuerpos. Hoy elegimos, decidimos y deseamos, todo lo que a lo largo de la historia fue un privilegio pura y exclusivamente masculino. Hoy contamos con derechos que en algún momento parecían impensados y que también logramos a través de la lucha feminista. Sí, feminista, esa palabra que tanto molesta e incomoda, esa palabra insultada y bastardeada. El feminismo logró que las mujeres podamos votar, divorciarnos, manejar, estudiar, trabajar, tener la patria potestad de lxs hijxs, ocupar cargos públicos, hacer deportes, decidir sobre nuestra vida sexual y reproductiva, vestirnos como queremos y no callarnos más.

Mucho se dijo y se dice sobre la legalización del aborto. En su momento se dijo que Mauricio Macri lo utilizó políticamente, hoy se dice que Alberto Fernández va por el mismo camino. La realidad es que todos estos comentarios lo único que hacen es subestimar y tirar por la borda la lucha de las mujeres desde hace años por más derechos y autonomía.

En una sociedad tan dividida como la nuestra, en la que todo es un River-Boca, no debemos corrernos del eje. La discusión es si queremos que el aborto sea legal o clandestino. Con todos los grises y sombras que puede tener este tema, no podemos ignorar que el aborto existe desde hace siglos en todo el mundo y que miles de mujeres se lo practican. Algunas con la posibilidad de pagar fortunas en una clínica privada y poder hacer como si nada hubiera ocurrido y otras, la mayoría, en circunstancias insalubres, con métodos peligrosos que muchas veces las llevan a padecer hemorragias, infecciones generalizadas y hasta la muerte.

Paralelamente existe un negocio millonario en torno a los abortos, ya que miles de clínicas privadas se benefician económicamente con esta práctica. Pero no es algo que moleste mucho, se sabe, y hay cierto enojo, pero ahí queda. También se habla de las cuestiones económicas y muchxs de lxs que están en contra han manifestado que no se deben pagar los abortos con los fondos del Estado. Esta excusa cae por su propio peso teniendo en cuenta que el Estado Argentino gasta millones en internaciones, antibióticos y material sanitario para salvarle la vida a las miles de mujeres por internaciones derivadas de abortos clandestinos.



Y la discusión sigue, es eterna. Los canales de televisión son un desfile de personas que opinan a favor y en contra y mientras tanto muchísimas mujeres mueren. Se buscan números y estadísticas, se debate desde un punto de vista moral, religioso, científico y legal, y mientras tanto miles de mujeres mueren. Si hay o no vida desde la concepción, si el embarazo es producto de una violación o no, si es una mujer adulta o una niña, si la semana catorce o la doce, y mientras tanto miles de mujeres mueren. ¿Si la ley sale habrá más o menos abortos? No lo sabemos, lo que es seguro es que habrá menos mujeres muertas.

Cuando se habla de “salvar las dos vidas”, nos enfrentamos a una gran falacia: con la clandestinidad no se salva ninguna. No seamos hipócritas; los abortos van a seguir existiendo y no porque algo no se sepa o no se vea significa que no ocurra. Qué bueno sería que quienes ponen la lupa sobre las mujeres, también lo hagan sobre los hombres que no reconocen a sus hijxs, que no cumplen con la cuota alimentaria, que no ejercen su paternidad porque “total es un rol de la mujer”. Porque también ese privilegio tienen, el de no ser juzgados socialmente en su función paterna o en la ausencia de ésta.

Una de las cuestiones por las que más molesta este debate es el lugar en el que queda la maternidad. Para un gran sector de la sociedad resulta intolerable que una mujer elija ser madre o no, que no desee un embarazo, que no quiera ocupar el rol para el cual durante años estuvo destinada. La maternidad es una obviedad, entonces cuando se la cuestiona se convierte en un escándalo.

Molesta una mujer que no quiere tener hijxs; la que quiere tener sólo unx; la que lo tiene, pero lleva una vida profesional agitada; la que tiene una vida sexual libre y la que educa a sus hijxs en libertad. Molesta la mujer que cuestiona, que opina, que elige. Molesta la mujer que desea, y ahí está el quiebre. El problema es el deseo. El problema es la libertad.

Quienes se oponen a esta ley también se opusieron al divorcio, al matrimonio igualitario y al voto femenino. No les enoja el aborto, les enojan las mujeres que desean algo diferente a lo que se les impuso. Tampoco les molestan lxs millones de niñxs en situación de calle, abandono, hambre y abuso; solo lxs mencionan cuando se discuten este tipo de leyes. Tampoco se escandalizan con una niña de 10 años abusada y embarazada, sólo lo hacen si esa niña quiere acceder a la interrupción legal del embarazo. A veces me pregunto: ¿desde qué lugar algunxs se creen con el poder de decidir sobre la vida y el cuerpo de otras personas?

Creo fervientemente que la maternidad es un deseo y una elección, no puede ni debe ser de otra manera. Ninguna mujer debe ser obligada a parir, ninguna, nunca más, ni ser criminalizada ni señalada por esto.

En este debate nadie va a convencer a nadie, lo que sí podemos es intentar reflexionar. Confío y deseo que las futuras generaciones de mujeres y niñas no tengan que seguir saliendo a las calles a exigir derechos, que no mueran más mujeres producto de estas prácticas y que las niñas sean niñas y no madres. Esta ley es para reivindicar a todas las muertas, a las mujeres presas por abortos, a las que tienen miedo, a las que pasaron por esto en algún momento de sus vidas y también a las que están en contra. Porque los derechos, en definitiva, son para todxs. Pero fundamentalmente esta ley es la emancipación de nuestros cuerpos, y eso no es poco en una sociedad que durante siglos hizo con nosotras lo que quiso.

Que sea legal, seguro y gratuito. Que sea ley.



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