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Política

Mensajes cifrados en la apertura del año judicial: como si no pasara nada

“¡No sabe leer!”. La simpática reacción de Diego Maradona sobre Mauricio Macri que la televisión hizo famosa a fuerza de repeticiones, se debe haber cruzado en la mente de quienes se animaron a seguir por YouTube el discurso del presidente de la Corte de Justicia santafesina Rafael Gutiérrez, con motivo de la inauguración del año judicial 2024.

Gutiérrez preside la Corte por decimotercera vez, en un contexto alterado: el gobierno provincial viene planteando desde que asumió la necesidad de una renovación de al menos cinco de los seis miembros del tribunal, en la que está incluido. También la actual gestión insinuó la posibilidad de que después de más de veinte años deje de ser par la composición del tribunal supremo provincial, con lo que podría bajar a cinco o subir a siete la cantidad de miembros.

De todo lo que debe hacer bien Gutiérrez para estar donde está, seguramente no figura la locución de sus discursos. “Voy a leerlo cuando vuelva a casa porque no lo entendí del todo”, fue la excusa de algunos de los asistentes presenciales en Santa Fe que intentaron seguir sus palabras en vivo, cuando fueron consultados por la prensa al final del acto, siempre protocolar.

La respuesta probablemente tenga mitad de salida elegante para no decir algo inconveniente y mitad de ironía para destacar que no fue precisamente atractiva ni fácil de seguir con atención la lectura, que demandó poco menos de una hora, en medio de algunos acoples de sonido. Casi diez minutos, antes y después de la alocución, fueron dedicados a recitar uno por uno una larga lista de nombres y cargos de autoridades e invitados, que no quisieron perderse la ceremonia y estuvieron de manera presencial. También se leyeron mensajes de quienes mandaron saludos, desde la Bolsa de Comercio al Arzobispado.



Guiños y tiros por elevación


Para quienes esperaban algún cruce con el Gobierno en la apertura de este particular año judicial, no hubo tanto. Fue más bien un discurso respetuoso y cuidado. El primer gesto fue de parte del gobernador Maximiliano Pullaro, que presidió el acto, en una demostración de que lo cortés no quita lo valiente. Estuvo presente el mismo día que en Rosario asediaban los asesinatos de taxistas, y por eso debe haber evaluado no asistir hasta último momento.

Cuando Gutiérrez se levantó para ir al micrófono que esperaba su discurso, el gobernador lo palmeó en un brazo y le dedicó una sonrisa de acompañamiento. A Pullaro le cedieron contra toda costumbre el sillón más alto de los cortesanos; a su derecha se sentó el decano de los presidentes de la Corte, y a su izquierda el miembro más antiguo, Roberto Falistocco, con quien intercambió algún comentario mientras el santafesino se dirigía al atril.

“Menos mal que no me caí. Hubiera sido ridículo”, se alcanzó a escuchar entre risas por el micrófono la voz inconfundible de Gutiérrez al bajar un escalón y antes de empezar con una lectura que se pareció a una sentencia. Incluyó todo: desde el “buenos días. Agradezco a todos la presencia, sean ustedes muy bienvenidos”, del comienzo, al “muchas gracias por la atención en este acto”, del final, al que sólo le agregó una improvisación en el agradecimiento: “también por la paciencia”, seguramente después de ver las caras de la primera fila, donde se acomodaron los ex gobernadores Omar Perotti y Víctor Reviglio.

“Dame el agua” fue lo primero que clamó Gutiérrez apenas terminó de leer con poco respeto de los signos de puntuación las 27 carillas que había preparado. Un logro que parece haberse propuesto, tras haber rechazado las ofertas de líquido que le hicieron en alguna de las pausas que hizo en su lectura. 



“Sin excesos ni liviandades”


El primer aplauso se lo llevó por una mención al día de la mujer, a pesar de que su presentación no incluyó el ya habitual saludo a todos y todas.

En el discurso no hubo, como se presumía, alguna réplica subida de tono contra el Gobierno, que ya hizo saber de todas las maneras que quiere renovar la Corte y que en lo posible buscar ser gentil con la salida de los actuales cortesanos que ya superan la edad de 75 años.

No fue fiel a su estilo directo y confrontativo el presidente Gutiérrez. Apenas dejó unas pinceladas para dar a entender que registra el tema, pero está dispuesto a resistir en su lugar. Curiosamente llamó a respetar la Carta Magna, algo que según como se interprete puede volvérsele en contra.

Antes de ir al grano del asunto, Gutiérrez ensayó un preámbulo y ponderó la “necesaria potestad de controlar a otros poderes del Estado que la Constitución ha otorgado al Poder Judicial, la que debe ser utilizada con sumo cuidado, sin excesos ni liviandades”, dijo.

Fue ahí cuando se animó a ser algo más explícito: “con el fin de preservar tan delicada misión, la ley máxima de nuestra provincia estipula expresamente las garantías de inamovilidad e intangibilidad de los magistrados en el ejercicio de sus funciones, en tanto conserven su idoneidad física, intelectual y moral, como así también los mecanismos a seguir en tanto las condiciones exigidas desaparezcan” (juicio político, por ejemplo). 



Una inamovilidad sin fin


Quienes siguen de cerca las discusiones sobre lo que se puede y lo que no en materia de retiro de magistrados, advierten que Gutiérrez omitió decir “hasta cuándo” dura esa inamovilidad, y le reprochan haber hecho un recorte parcial del artículo de la Constitución provincial que citó. Se olvidó de la última parte que es la que consigna que los jueces pueden cesar en sus funciones si superan la edad de 65 años, siempre que estén en condiciones de jubilarse. Creen que no lo hizo porque argumenta que esa parte no está vigente, ya que fue declarada inconstitucional por la Corte nacional en el caso Iribarren.

Para acercar su sintonía con el gobernador, en el medio del mensaje Gutiérrez expresó un tardío repudio a las amenazas sufridas por Pullaro hace más de un mes. 

Habló también de “coexistencia dentro de un marco de madurez cívica y sin renunciar al saludable diálogo interinstitucional que siempre ha de primar”. También convocó a “alcanzar los acuerdos necesarios”.

En la primera mención política de su discurso, Gutiérrez reivindicó la “división de poderes”, que ahora denomina “separación de funciones”, y reclamó “relaciones de colaboración. Es síntoma de buena salud institucional la existencia de canales de comunicación entre los distintos sectores del Estado como rasgo de madurez política”, dijo en lo que podría ser un reclamo de diálogo al gobierno nacional.

Para aclarar o despistar, señaló que “esa separación de funciones no es sinónimo de desentendimiento ni confrontación, al contrario de lo que nos muestran algunos ejemplos de la actualidad”.

Resaltó también que “una de las misiones más importantes de los tribunales es la de saber mantenerse en la esfera de sus funciones, evitando invadir las atribuciones de los otros poderes”. 

También reveló que en el último tiempo se ha producido la renovación de más del 95 % de toda la Magistratura, y recordó que sobre un total de 374 cargos de jueces que hay en toda la provincia, 54 se encuentran actualmente vacantes. En una respuesta indirecta al discurso del gobernador cuando asumió ante la asamblea legislativa y criticó a la Justicia por ser “cara e ineficiente”, el presidente de la Corte le contestó tres meses después con un dato: del presupuesto general de rentas del Estado provincial, el Poder Judicial representa sólo el 3,29 %.

En una lectura más superficial del discurso quedaron resonando una cita a Maquiavelo, el reconocimiento de que “no todo está igual desde entonces”, y la certeza de que “los momentos actuales están atravesados por un constante vértigo de cambios”. Una especie de aceptación frente a los tiempos que corren.

Cuando no pudo eludir a la prensa, fuera del protocolo, el presidente de la Corte trató de ser cuidadoso. Le pidió prudencia al gobierno, “porque no es conveniente y no suma”, al ser preguntado por la foto que se difundió sobre las requisas de presos en las cárceles de la provincia. Para el final se guardó otras opiniones personales bajo el escudo de que ahora tiene una responsabilidad institucional y representa a toda la Corte. “A veces -confesó- se me va la lengua y tengo que contar hasta dos mil antes de hablar”.


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