La Municipalidad se lanza a la recuperación y transformación del centro de la ciudad con un proyecto que permite la construcción de edificios más altos en las peatonales y en algunas de las calles principales. El código urbano vigente autoriza una altura máxima de 23 metros en el área y con la nueva ordenanza se podrá llegar hasta los 30 metros.
Pero más allá de las modificaciones urbanísticas en sí mismas, lo que reflejan es que el intendente Pablo Javkin no es una continuidad del socialismo en el gobierno de la ciudad. Su triunfo en la interna del Frente Progresista en 2019 fue más que un resultado electoral: instaló nuevas prioridades y le puso punto final, al menos por el momento, a muchas de las ideas con las que se gobernó en Rosario durante más de veinte años. Las diferencias más notorias hasta el momento se dieron en transporte y urbanismo; las iniciativas en marcha indican que se van a profundizar.
El proyecto del Ejecutivo impulsa más altura en las peatonales San Martín y Córdoba, y en las calles Maipú —entre Urquiza y Pellegrini— y San Juan —de Entre Ríos a Maipú—. La iniciativa llegará al Concejo antes de que termine el verano y seguramente tendrá los votos necesarios para su aprobación. Al menos es lo que vino sucediendo hasta ahora con las propuestas del Ejecutivo municipal.
En los despachos del Palacio de los Leones están convencidos de que “el centro histórico de la ciudad les pertenece a todos los rosarinos”, lo cual diferencia a Rosario de la ciudad de Buenos Aires, que tiene un microcentro casi exclusivo para entidades financieras y comerciales.
Para el secretario de Desarrollo Económico y Empleo del municipio, Sebastián Chale, el proyecto que permitirá construir edificios más altos se explica “en la necesidad de retener y generar alguna oferta para sectores medios, sectores jóvenes, que puedan vivir y convivir en el centro”, como una manera “de evitar la desertificación, que es un fenómeno que se da en las grandes ciudades”. También cree que “hay terrenos disponibles para generar otra habitabilidad del centro”, aunque para lograrlo se requiere además de otras medidas. “Esto va de la mano con aumentar la circulación peatonal, restringir el acceso de autos particulares, ampliar la oferta cultural; en definitiva, cambiarle la fisonomía”.
De todas maneras, Chale entiende que no será una tarea sencilla. “El fenómeno natural, de mercado, es que el centro se convierta solamente en un paseo comercial y de alguna manera eso expulsa a mucha gente. Eso genera una fisonomía de ciudad que no es conveniente, implica sectores medios juveniles viviendo en Funes o Roldán y trasladándose al centro en auto”.
La premisa del municipio es retener a los habitantes del centro y generar condiciones que resulten atractivas y permitan captar a otros sectores. “El centro tiene de todo, incluso hay mucho espacio público. Somos conscientes de que muchas de las acciones y las inversiones en mantenimiento se postergaron por la emergencia y la situación financiera”, asegura el funcionario, y advierte: “Hay que tener un plan integral urbanístico con acciones de recuperación” del área.
Entre esas acciones, Chale pone como ejemplo la experiencia de la plaza de la Cooperación (Mitre y Tucumán) junto al equipo de Cultura. “Es un lindo lugar pero estaba bastante degradado. Los sábados a la mañana empezamos con una feria de objetos y antigüedades, después le sumamos música, y ahora estamos hablando con los bares de la zona para poner mesas y sillas en la plaza”. La idea es, con ese formato, habilitar tres ferias más. “Ese es un ejemplo de ocupación virtuosa; una acción creativa y con baja inversión pero que puede generar un efecto virtuoso en toda la zona, la circulación y la seguridad”.

Diferencias
Javkin avanza con su impronta y eso lo lleva, de manera intencional o no, a poner distancia con las ideas implementadas por los gobiernos socialistas.
La propuesta de construir edificios más altos en el centro no es la primera en ese sentido que impulsa el intendente. A finales del año pasado, sobre el cierre de las sesiones ordinarias, el Concejo aprobó un proyecto que permite aumentar la altura de las plantas bajas en el primer y segundo anillo de la ciudad, lo que en definitiva significa que las nuevas edificaciones tendrán un piso más de alto. La ordenanza se aplicará en una extensión territorial importante, ya que el primer anillo va desde Oroño a Francia, y de Pellegrini hasta 27 de Febrero; y el segundo, desde Francia a las vías del ferrocarril (las que están a la altura del Village), y de 27 de Febrero hasta bulevar Segui.
Ese proyecto inicialmente encontró resistencia entre los aliados del oficialismo en el Concejo; incluso provocó un cortocircuito político con el socialismo. Verónica Irizar (presidenta del bloque del PS) no lo apoyó y tuvo un discurso crítico en la comisión de Planeamiento; después, cuando se le introdujeron algunas modificaciones, votó a favor en el recinto. De todas maneras, la bronca de los referentes urbanísticos del socio mayoritario del Frente Progresista quedó flotando en el ambiente.
La concepción urbanística de Javkin contrasta más aún con la del socialismo porque pasaron menos de diez años desde que en Rosario se aprobó con amplio consenso ir hacia “una ciudad a escala más humana”, que en la práctica implicaba lisa y llanamente bajar las alturas. La Municipalidad, los concejales, el Colegio de Arquitectos y la Facultad de Arquitectura fueron parte de ese acuerdo. Pero en el último año el código urbano de Rosario tomó un rumbo opuesto; en el medio hubo elecciones, los tiempos cambiaron y las ideas también.

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Periodista. Cofundador y editor de Suma Política. Ex secretario de Redacción del diario La Capital. En Twitter: @rpetunchi
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