Para el exconcejal peronista y actual candidato Roberto Sukerman no hay calidad de debate en el Concejo Municipal y “no se discuten los temas más importantes de la ciudad”. En su pelea por volver al Concejo debe enfrentarse a las grandes marcas: diferenciado del “oficialismo peronista”, sumamente crítico con los gobiernos de Javier Milei y Pablo Javkin y opositor de Unidos con el gobernador Maximiliano Pullaro a la cabeza, Sukerman construyó un sello propio para competir por los lugares de toma de decisión en la provincia y en el municipio, sin perder de vista identidad política ni la ambición de llegar a la Intendencia de Rosario.
Sukerman asegura que tiene “planes de gobierno” sobre un amplio abanico de tópicos: “Vengo trabajando hace 15 años con proyectos de la ciudad, desde que entré como concejal en el 2011 y hasta incluso antes. Tengo un proyecto global, integral sobre la ciudad, porque tengo plan de gobierno para poder llevar adelante si soy intendente”.
Exsecretario de Trabajo durante el gobierno de Alberto Fernández, es categórico: “Todo en la ciudad se ha tornado urgente. No es que hay proyectos que se puedan demorar. Todo hay que trabajarlo desde ya porque la ciudad está cada vez peor y no tiene ni plan de gobierno ni plan estratégico y el gobierno actual no sabe hacia dónde va”.
—¿Cuál es el balance que hacés de la gestión municipal?
—Pensamos que Mónica Fein era la peor intendenta que había tenido la ciudad y vino Javkin y logró ser peor que Fein. Estamos ante la peor intendencia desde la vuelta de la democracia.
—Si tu lugar es tan marcadamente opositor y, según el propio nombre de tu partido, sos el auténtico peronismo: ¿Qué es Monteverde?
—Soy el único candidato peronista que encabeza una lista para el Concejo y Monteverde es una persona que lidera el partido Ciudad Futura, y que hoy ocasionalmente encabeza la lista oficial del PJ, pero claramente Monteverde no es peronista y la verdad que es bastante antiperonista. Porque sigue escondiendo al Partido Justicialista. Hoy el PJ le regaló a Monteverde la estructura del partido y entonces eso claramente es un problema para el PJ porque pierde su identidad.
—¿De dónde nace el sentimiento antipolítico en la población en general? ¿Cómo impacta la baja asistencia electoral que estamos viendo en los comicios en general en la elección del próximo domingo?
—La baja asistencia a las elecciones tiene que ver con el hartazgo que tiene la sociedad con toda la dirigencia política. Por problemas no resueltos en 40 años de democracia. Y por supuesto que la sociedad tiene razón.
Quizás lo que hay que tener en claro es que a veces la sociedad mete a todos en la misma bolsa y no somos todos lo mismo. Mientras nosotros tenemos ideas y acciones para que la gente tenga más derechos y viva mejor, hay sectores que piensan lo contrario. Tanto Pullaro como Javkin miran para otro lado y son cómplices de lo que hace Milei. Lo que planteamos en cada barrio es que vayan a votar y que nosotros somos la opción para ser críticos de Milei, de Pullaro y de Javkin; este es el momento de votar concejales y entonces la sociedad tiene la posibilidad de sumar voces críticas a los gobiernos en el Concejo Municipal. Si no van a votar, están haciéndole el caldo gordo a los oficialismos.
—Uno de los temas que más peso específico tiene en la Convención Constituyente es la tan mentada autonomía municipal, que desde hace años es debatido y requerido tanto en las unidades básicas y comités como en el propio Concejo Municipal ¿Cuál es tu posición al respecto?
—La ciudad debe tener una autonomía plena, eso es lo que establece la Constitución Nacional en el artículo 123. La Constitución provincial no podría restringir esa autonomía plena que está dada en cinco aspectos: institucional, político, administrativo, económico y financiero. Lo que sí, cuando se dio el debate en la elección a convencionales, ya aclaré que la ley de necesidad de reforma lo que hace es encorsetar el debate. Esperemos que la reforma constitucional no trate la autonomía con el contenido que sólo determinó la ley sino que se abra la agenda de manera plena y que se dé un debate abierto. Hay fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que avalan lo que dice el artículo 123.
—Cuando hablamos de autonomía no sólo se habla de impuestos, de generar legislación sino también de la seguridad de los habitantes. ¿Estás de acuerdo con que la ciudad deba tener una fuerza policial propia patrullando las calles?
—Por supuesto que sí. Hace más de 10 años, en el 2014, propuse crear una policía propia por ordenanza, reconocida por ley o por Constitución, eso sería muy positivo; lo fundamenté oportunamente cuando presenté el proyecto. Más todavía podría darse cuando se establezca la autonomía en la Constitución. Pero una cosa es estar facultado a hacerlo y otra es la articulación con todas las otras fuerzas. Con la policía provincial, la federal y los dos fueros de la Justicia. Lo que yo proponía era una policía especializada y con presencia en la calle. La Municipalidad nunca quiso avanzar en materia de seguridad al nivel de que nunca tuvo ni tiene una Secretaría de Seguridad.
—El oficialismo podría contestar que esa es la función histórica de la Secretaría de Control y Convivencia.
—La Secretaría de Control y Convivencia tenía la GUM y no cumplió con el objetivo que se buscaba, porque le sacaron en definitiva toda la importancia que podía tener; la dejaron estar y la dejaron morir, sin cumplir sus obligaciones para con la seguridad. Los controles de la Municipalidad hacen aguas en todos los aspectos. Ni siquiera se controla el tránsito de forma eficiente. Lo mismo la denominada justicia de faltas o el código de convivencia.

—Las voces opositoras subrayan mucho la cuestión de la obra pública en la ciudad de Rosario y el destino de los recursos municipales en este sentido. ¿Coincidís?
—Simple: Rosario no tiene obra pública. Cuando hablamos de obras trascendentes, habría que preguntarse cuál fue la última obra grande de Rosario. La gestión de Javkin nunca tuvo una sola obra importante. Hacer el mantenimiento de la calle no es una obra pública, es un servicio. La última urbanización que se hizo en Rosario se hizo en Villa Banana con financiamiento del gobierno de Alberto Fernández. Pullaro ahora pidió un endeudamiento por 1.150 millones de dólares porque Nación no hace una obra en todo el país, entonces los rosarinos terminamos pagando la misma obra dos veces con los impuestos que ya se pagan a Nación y con la deuda de la provincia.
—Siguiendo tus propias palabras, la provincia toma la decisión de endeudarse por lo que dice y hace el gobierno nacional.
—Las propuestas de (Juan Pedro) Aleart son una repetición en cassette de las palabras de Milei. Lo que estamos viviendo en materia de infraestructura es consecuencia lógica de quien gobierna sin creer en el Estado, ni va a hacer obras ni va a darle protección a los trabajadores. Lo que queremos es construir un Estado municipal que sea eficiente y que le dé respuestas a la población.
—El gobierno de Javier Milei defiende la libertad de acción e inversión por parte de los actores económicos del rubro que sea. Esto trajo varios problemas y debates encarnizados en el Concejo, sobre todo lo que tiene que ver con permitir proyectos como la construcción de dos torres Pininfarina donde estaba Distrito Pichincha ¿Cuál es tu análisis?
—Estoy a favor del desarrollo y de las inversiones privadas. El peronismo es capitalista. Queremos que haya construcción, el trabajo es uno de los principales dinamizadores de la economía. Bienvenidas sean todas las inversiones e iniciativas de la construcción, pero lo que en realidad se termina viendo en la práctica es la falta de inversiones del Estado en los sectores más alejados del centro y en la periferia de la ciudad, y donde hay financiamiento privado se construyen espacios atractivos para el turismo y la población con capacidad de consumo. El eje tiene que estar en cómo hace el Estado para invertir en los lugares más desfavorecidos con las ganancias de esas inversiones privadas que mencionamos. Desde el Estado se está llevando una ecuación que no cierra. Tiene que reinvertirse el dinero de la recaudación en favor de la población sin violar la normativa vigente. Quiero que se cumpla el Código Urbano y no que el pedido de la excepción sea la norma para la construcción de torres. Si eso se hace dentro del marco de las ordenanzas, generan ganancias y trabajo y se invierte en los lugares más desfavorecidos, eso está más que bien, es un funcionamiento virtuoso.
—Otra de las cuestiones que viene de la mano con la autonomía y con la seguridad es la conectividad que existe en el territorio. ¿Cuál es la situación, según tu mirada, del sistema de transporte?
—El transporte público es absolutamente deficiente. Es una discusión que viene de hace 10 años cuando se empezó a discutir el nuevo pliego de transporte. En ese momento, el 50 por ciento del sistema era público y el otro 50 era privado. La mitad de las líneas era de la empresa Rosario Bus, que era privada. La Municipalidad no quiso aceptar el planteo de que las empresas municipales tomaran el 100 por ciento de las líneas municipales. Años después la empresa El Cacique no pudo soportar el servicio y tuvimos que volver al esquema previo a la licitación, el tiempo me terminó dando la razón.
Cuando uno evalúa cuáles son las mejores líneas, los usuarios señalan que son las empresas públicas, tenemos que ir a un esquema 100 por ciento municipal. El momento para hacerlo era hace 10 años, hoy habría que evaluar cómo se podría avanzar hasta llegar a una situación de posibilidad como la que había en ese entonces para poder absorber las líneas. Y otro tema son los subsidios nacionales que el gobierno de Milei, que es pura crueldad sin sentido, retiró a las localidades del interior del país. En este momento estoy llevando adelante una acción judicial, un amparo colectivo representando a vecinos de Rosario, para que el gobierno nacional reponga esos subsidios y dejemos de pagar tan caro el pasaje de colectivo.
—Rosario sigue funcionando con su servicio de recolección prorrogado. ¿Qué perjuicios trae esto? ¿Por qué no se soluciona?
—La ciudad es una mugre. Uno recorre la ciudad y está lleno de basurales a cielo abierto y ni siquiera funciona bien la recolección de residuos en los lugares que supuestamente son los barrios más acomodados, o el centro. Acá hay un problema estructural que tiene que ver con que está mal planteada la higiene de la ciudad. Hay cuatro verdes por cada contenedor naranja en la calle, cuando debería ser al revés porque los residuos húmedos tienen poca dimensión y mucho peso y los secos es al revés, tiene mucho volumen y poco peso.
No hay contenedores en muchos espacios de la ciudad, no hay recolección y por lo tanto, lo que hay que hacer es rediseñar un nuevo servicio. La prórroga del pliego de este servicio obviamente que nadie la quiere. El municipio es el que la promueve. Lo que necesitamos es una nueva licitación y cumplir la ordenanza de basura cero. Es decir, hay que rediseñar todo el sistema.
—¿Y qué proponés para solucionar ese tema?
—Para empezar a solucionar el problema tenemos que empezar con la separación en origen. También hay un tema fundamental que es un tema social, el ciruja, los cartoneros. Si nosotros hiciéramos separación en origen y las personas que hoy están cirujeando tuvieran la oportunidad de trabajar en el reciclaje como corresponde con las condiciones de seguridad e higiene, con un trabajo digno, eso es lo que hay que buscar. No que las personas tengan que estar metiéndose dentro de los tachos y después vendiendo a muy bajo precio estos residuos. Los residuos son un gran negocio. Una vez que los vecinos depositan la basura en los contenedores, y eso ya pasa a ser propiedad de la Municipalidad, se hace un enorme negocio en derredor del eslabón más débil. En definitiva, la pérdida de ganancia sobre esos materiales. Hay todo por hacerse porque lo que se termina haciendo es enterrando la basura, que encima ya no se entierra, ya son montañas y montañas de basura en Rosario y en los alrededores.


































