¿De qué está hecho un militante político? ¿Cómo convive lo individual y lo colectivo en un partido? ¿Y en una organización o un frente o un gobierno? ¿Cómo se concilia aquello que conforma lo más íntimo de las propias convicciones con las necesidades o las exigencias de la coyuntura? ¿De qué está hecho un militante político, qué retazos de ideas y caminos constituyen a quienes conducen las estructuras partidarias y los puestos ejecutivos o legislativos del país? Algo de esto sobrevoló en la charla que Suma Política tuvo con el recientemente designado como secretario de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional, Luis Contigiani, así como con personas que lo conocieron en los diferentes ámbitos donde se desenvolvió los últimos veinte años.
Contigiani tuvo su primer cargo público durante la gestión Aníbal Ibarra en la Ciudad de Buenos Aires a principios del 2000 en la secretaría de Desarrollo Económico que conducía Eduardo Hecker, actual presidente del Banco de la Nación Argentina. Su camino siguió en la Federación Agraria desde 2002 hasta que volvió a la función pública, esta vez en cargos ejecutivos, desde 2011 en las gestiones del Frente Progresista Cívico y Social en Santa Fe. En 2017 fue el primer candidato a diputado nacional de este espacio y trabajó como legislador hasta diciembre de 2021. En enero de 2022 se conoció la noticia de su designación en el Ministerio de Agricultura de la Nación del gobierno de Alberto Fernández.
“Tengo la responsabilidad de hacer un aporte a la gestión del ministro Julián Domínguez, a la coalición gobernante y especialmente a la Argentina, a partir de la experiencia que uno tiene en la vida. Dentro de esa responsabilidad, hay una convicción que tengo, muy profunda e importante, que es la necesidad de que Argentina pueda encontrar un camino que defino como el desarrollismo del siglo XXI: industrializar los territorios rurales, las regiones, el agregado de valor en origen, la distribución territorial y espacial del país, los nuevos marcos asociativos, la integración horizontal y vertical”, de esta manera resume el funcionario el desafío que acaba de asumir.
Desarrollismo del siglo XXI
Contigiani nació en Rosario en 1972 pero pasó toda su infancia y adolescencia en Arequito, 90 kilómetros al oeste de la ciudad. A los 19 se mudó a Rosario, donde cursó la carrera de Derecho, hasta quinto año, como detalla en su web oficial donde también delínea algunos aspectos que fundan las bases de su pensamiento: la pregunta por el sentido de la vida, la dignidad humana y el rol de la familia. También su preocupación y trabajo vinculados a la trama productiva del país.
“El gran desafío como país es cómo logramos industrializar las ventajas comparativas naturales. Generar producción, trabajo, integración y salir de los términos de una dialéctica que hasta ahora no ha dado resultados, que es la dialéctica de economía de mercado o asistencialismo. Viene de los noventa para acá y no ha permitido industrializar, desarrollar, en términos modernos la ruralidad argentina”, continúa en el reportaje sobre su nueva función.
Para él, esta etapa que se abre es un aporte relacionado a su identidad de proyecto histórico y de vida. “Un aporte sobre algo que conozco y que desde muy joven en la Federación Agraria empecé a desarrollar, en las cooperativas, en el interior y después con mi etapa de funcionario público”.
Señala que su objetivo es representar “esta visión estratégica, esta dinámica que es la transformación productiva agro bio industrial porque a la vez tenemos que desarrollarnos en términos de las nuevas exigencias medioambientales, del equilibrio y por eso hay que hablar de agregado de valor, de economía circular, de bioenergía, de bioeconomía. Ahí se juega la soberanía”.
En tiempos en que el país sufre fenómenos como incendios y sequías, entre otros, y donde existe un activismo que demanda de forma cada vez más urgente que el Estado asuma un compromiso mayor, nombra la cuestión del medio ambiente.
Al profundizar sobre si hay una intención desde la cartera de trabajar en conjunto con organizaciones ambientales o profesionales especializados en el tema, plantea: “Esta visión del desarrollismo del siglo XXI tenemos que plantearla primero de abajo hacia arriba, del desarrollo local, desde las regiones. Por eso, la articulación público privada es fundamental. Los gobiernos tienen que asumir un rol de concertación, de convocar a los sectores a una visión integral, de conducir este proceso pero teniendo en cuenta que los actores principales son los actores privados, cooperativos, sociales, y poder conducir la diversidad productiva”.
Considera, además, que la diversidad del país tiene que ser transformada en una ventaja, “no en un término de enfrentamiento entre sectores”. Para alcanzar esta visión que propone “en estos tiempos donde los recursos naturales como factor y el ambiente requieren de una mirada muy especial, la nueva industrialización del país se tiene que hacer a partir de la biología”.
Esto significa que todo proceso productivo de agregado de valor o de crecimiento “se tiene que anclar en el aspecto biológico de cada cadena de valor porque ahí tenemos oportunidades tecnológicas desde la generación de energía, de la bioenergía, de la generación de procesos de insumos biológicos, de procesos productivos totalmente integrados, equilibrados con el medio ambiente. Es un proceso de bioeconomía”.
“Si somos capaces de hacer eso, vamos a estar logrando un balance de transición verde, de carbono, un balance de equilibrio y de sustentabilidad muy importante. Las herramientas están, las tecnologías también”, asegura.

Desierto político y libertad de conciencia
La llegada de Contigiani al gobierno nacional se da luego de unos años convulsionados en su vida política, donde la mayor parte del tiempo no pisó tierra firme. Luego de su voto en contra de la legalización del aborto en junio de 2018 la relación con el Frente Progresista se enfrió por completo, su perfil pasó a ser mucho más bajo a diferencia de los años anteriores. En 2021 se alió al radical Jorge Boasso en una campaña que terminó con una ruptura precipitada. Parecía una caída difícil de remontar.
Según fuentes consultadas por Suma Política, Contigiani llegó a medir bien como posible candidato a intendente en la ciudad de Rosario. Por lo menos a principios de 2018 tenía buena imagen en los sindicatos y las cooperativas, luego de su trabajo como secretario y como ministro, y también tenía buen diálogo con otros espacios políticos más allá del Frente.
Es difícil establecer con certeza qué circunstancias determinan que se tuerza un camino que parece de ascenso, cómo se desenvuelven las lógicas de poder al interior de un frente político y cómo impactan en la sociedad los movimientos que tienen los políticos. Aquí, un intento:
El 13 de junio de 2018, Contigiani dio un discurso encendido en el recinto de la Cámara de Diputados de la Nación. Se trataba de la primera vez que el Congreso discutía una ley de interrupción voluntaria del embarazo (IVE). Su sanción se daría recién dos años más tarde, en diciembre de 2020, pero esa primera discusión legislativa implicó también una discusión más allá de las puertas del recinto y se tradujo en numerosas movilizaciones callejeras, debates en medios de comunicación y viralización de mensajes en redes sociales. Desde la recuperación de la democracia en 1983, la clandestinidad del aborto se había llevado en Argentina la vida de más de tres mil mujeres.
Contigiani se declara cristiano, siempre se opuso a la legalización del aborto y entonces le tocó ser el único representante del Frente Progresista de la provincia de Santa Fe. Frente del cual formaban parte varios partidos, uno de ellos el Partido Socialista (PS) que tenía, lo recordó el mismo Contigiani en su intervención en el debate, una postura centenaria: siempre estuvo a favor de la autonomía de las mujeres.
En el ámbito público, el socialismo hizo una fuerte campaña para que Contigiani votara acorde a la postura del PS, que lo había convocado en un primer momento a formar parte de la gestión provincial, a través del ex gobernador Antonio Bonfatti. Contigiani votó en contra y hoy define el momento que siguió como “el desierto político”: “A partir del 13 de junio de 2018 sentí una soledad política muy grande y el desierto mismo. Quedé aislado, solo, sin vínculos, sin dinámica política”.
Tanto él como algunos de los colaboradores que trabajaron a su lado en el Congreso confiaron a este medio que los dos meses previos a la votación fueron muy duros, de presiones permanentes y hostigamientos.
“Personal y familiarmente la viví de una manera muy complicada porque yo fui linchado mediáticamente. Estuve dos meses sometido a una presión en las redes sociales y los medios, en mi teléfono, brutal. Había posiciones racionales pero también de presión, de pensamiento único, de meterse ya en el aspecto de conciencia y personal de uno. La vivimos muy mal porque fui objeto de un linchamiento. Y esa es la palabra, fue un linchamiento mediático”, así percibe lo que pasó aquellos días.
Para él su discurso fue un desahogo. “No le contesté a nadie en esos dos meses, ni siquiera a los que me presionaban y amenazaban de manera muy difícil. Ese día hablé y creo que se notó mucho que estaba canalizando un gran desahogo y bronca y además tenía el desafío de defender esa convicción desde un lugar muy diferente a otros sectores”. Se refiere a los identificados como “celestes”. A pesar de que en su discurso utilizó el sintagma “las dos vidas” no quiso asociar su militancia política a estos espacios caracterizados por ideas más conservadoras.
Todavía insiste en que él no acusó al “sector verde” de no defender la vida porque “también es una opinión que está buscando una salida humana a una situación muy difícil” y explica: “En todo caso el desacuerdo pasa por una visión de persona humana que tenemos, antropológica, pero buscando puentes. Bueno… de todas maneras nada de eso alcanzó porque resultó en un quiebre muy grande, para mi resultó el desierto político”. Para Contigiani se trataba de un tema de conciencia y no había argumento suficiente para que él votara en otro sentido.
El diálogo con el entonces gobernador de Santa Fe Miguel Lifschitz se rompió por completo. Sin embargo, Pablo Cerra, asesor durante su gestión como legislador y también abogado de la UOM Rosario, plantea otra situación. Para él, el diálogo se rompió desde el inicio del mandato en Diputados, en diciembre de 2017, cuando tuvo que votar el paquete de medidas impulsado por el macrismo, entonces en la presidencia, que incluía reforma fiscal y previsional.
“Había un pacto fiscal de Macri con los gobernadores, donde ellos habían acordado levantar la mano a favor de su proyecto. Lifschitz había dado la instrucción de levantar la mano apoyando la reforma jubilatoria. Luis dijo ‘no, yo no puedo votar esto bajo ninguna circunstancia’. El socialismo de Lifschitz no se bancó esta rebeldía de Luis. Él tiene un discurso muy encendido y la ruptura con el sector de Lifschitz del Frente Progresista se produce ahí, no se produce con el aborto”, desarrolla.
Si fue así, ¿por qué no se conoció esto públicamente? Cerra responde: “Porque para el Frente Progresista no era muy marketinero decir que rompía por el criterio no apoyar una ley reaccionaria y era mucho más marketinero decir que rompían porque él estaba en contra del proyecto de ley del aborto. La realidad es que lo esperaron y él lo sufrió muchísimo. Después de su voto en 2017, él queda sin diálogo prácticamente con el Frente Progresista, con el sector de Lifschitz, con el de Bonfatti todavía tenía diálogo”, plantea.
Otra fuente consultada por Suma Política confirma esta versión e incluso considera que el conflicto se arrastraba desde que era ministro de Producción, cuando sus declaraciones ya iban contra la política económica del macrismo.
Para Contigiani son suposiciones, en diciembre de 2017 “había miradas diversas en el frente y había discusiones”, admite, pero considera que el quiebre vino en junio de 2018. Reconoce, de todas maneras, que su primer posicionamiento en la Cámara, ese mismo diciembre de 2017, fue desde un lugar claramente opositor.
“No hubiera votado nunca jamás el acuerdo con los fondos buitre y hubo legisladores del Frente Progresista que lo votaron. Esa era la discusión que tenían. Si después con mi posición en el tema de la interrupción voluntaria del embarazo me pasaban o no factura, no lo sé, puede ser, son conjeturas. Ahora, para mí era igual o más grave que legisladores del Frente Progresista hayan votado el acuerdo con los fondos buitre que permitió que la Argentina de Macri vuelva a la negociación y a la timba financiera. Porque sin ese acuerdo con los fondos buitre no hubiera habido acuerdo con el FMI. El endeudamiento previo al del Fondo, de Macri con centenares de bonistas, cuando licitaban bonos continuamente y era plata que ingresaba al país y no la veíamos en infraestructura, en educación ni en producción ni en nada… Toda esa ventana se abrió con la votación que permitió volver a negociar con los fondos buitre, estaba cerrado en el país y hay que acordarse de esto”.
Después del debate por la IVE sintió que reconectó con lecturas y personas con las que compartía una visión acerca de la liberación de los pueblos y la condición humana. Para él significó una manera de tender puentes entre fe y política, lo que se tradujo en contactos con personas que responden a las ideas del Papa Francisco.

Corazón, ética y una visión trascendente
Rápidamente, en la conversación con Contigiani emergen sus ideas más profundas sobre la vida, la política y la relación con el cristianismo. En 2022, ¿cómo se vinculan fe y política? ¿Es preciso vincularlas?
“Como político para mí es una mecánica imposible desconfigurar lo político de las ideas trascendentes”, introduce. Para él dentro de estas ideas hay quienes creen en la figura de Dios, quienes siguen una religión, como quienes no. “Tanto en uno como en otro hay una mirada trascendente, fundante desde el punto absoluto como ser humano y como pueblo. Entonces toda la dinámica que intenta separar a la política de esos puntos absolutos creo que terminan vaciando a la política de lo más importante en lo que tiene que nutrirse que es humanidad, liberación, mirada social”, señala.
El eje no tiene que ver con creer o no, puntualiza, sino establecer puentes desde la política hacia los grandes relatos de la historia y de los seres humanos. Cita a teóricos del siglo XVIII, XIX y XX desde Hegel o Nietzsche hasta Methol Ferré, que falleció en 2009. Defiende la necesidad de recuperarlos, releerlos, repensarlos.
“Mi discusión con muchos amigos y amigas que tratan de imputar la relación fe y política es que confunden lo que es una cuestión institucional, que ellos de alguna manera cuestionan, con esta mirada trascendente de lo humano, del amor, de las grandes preguntas frente a la muerte. Las preguntas filosóficas”. Cuando toca estos temas, se enciende. Entre otros adjetivos, “apasionado” y “leal a sus convicciones” son dos que se repiten en las consultas con personas que han trabajado con él.
En este sentido, explica: “Yo lo hago desde un lugar creyente y cristiano, y leo filosofía y busco integrar todo eso. Pero te pares como te pares, seas de una postura desde Nietzsche o Marx o Heidegger, del modelo existencialista o te pares desde los evangelios, lo importante es lo trascendente, lo humano y lo social de lo que se tiene que nutrir la política. Me temo que los que quieren cuestionar la relación entre lo trascendente y la política son funcionales a convertir a la política en un instrumento tecnocrático del poder económico global y sobre todo neoliberal donde la política se resume a un acto racional desprovisto de corazón, de ética humanista y que sirve como un mecanismo de operación para el status quo y los poderosos”.
Sin jefes en un mundo de jefes
Diversas fuentes fueron consultadas para poder trazar el recorrido político de Contigiani, del cual él mismo accedió a conversar en esta entrevista. A la vez que todas coinciden en el espíritu trabajador y responsable del actual funcionario nacional, también consideran un aspecto relacionado al vínculo con sus propias ideas. El lado B de tener convicciones muy profundas y tener que acatar ciertas reglas.
Antes de sumarse al Frente Progresista, había pasado una década trabajando como jefe del departamento gremial de la Federación Agraria Argentina. Había sido convocado por el dirigente Eduardo Buzzi, quien en diálogo con Suma Política valora su avidez por la lectura y su constante preparación para los temas a los que se aboca. Nombra algunos ejes de trabajo que tuvo en ese tiempo, sobre todo el derecho al uso propio de la semilla y el uso y tenencia de tierras. Lo define como un “funcionario de pluma destacada, con capacidad de hablarle a todos los públicos desde los más a los menos instruidos”, “un gran cuadro técnico” y “un intelectual más que un cuadro político”.
A su vez, a partir de su experiencia en la Federación piensa que “tiene mucho, mucho, de juego individual, de convicciones muy propias” y que “mientras no las puede expresar porque no tiene el peso específico para hacerlo se acomoda. Pero cuando empieza a tener un peso específico propio, pone en prioridad sus convicciones personales, por encima de la orga”.
“A Luis no le gusta tener jefes”, resume. “Le gusta ser leal a lo que él piensa y transitar el camino que él cree que tiene que transitar, tiene una personalidad muy definida”.
Cerra considera que Contigiani a veces “cometió errores políticos porque podría haber construido políticamente desde un montón de lugares porque tenía los brazos abiertos de muchos”. Se refiere a los años que transcurrieron desde mediados de 2018 hasta fines de 2021.
Sin embargo, la noticia de su designación llegó hace un mes y las posibilidades de resaltar nuevamente en sus funciones están sobre la mesa.
Contigiani trae a la charla un punto sobre la última etapa de su gestión como legislador, una decisión “que tal vez no es tan pública”: “Tenía que mantenerme en el mismo lugar que era ser un legislador del Frente Progresista, no moverme de ese lugar y buscar que las posiciones que iba sentando en la Cámara fueran de acuerdo al ideario estructural del Frente. Así lo hice hasta diciembre del año pasado que terminé mi mandato. Buscando posiciones que tengan que ver con el Frente en el plano económico, social y político, no entrando en la grieta. Así me mantuve pero fue una soledad muy grande y muy dura”.
Durante esa soledad, de todos modos, recibió —tal como indica Cerra— algunos intentos de tender puentes con otros espacios. En particular, el propio peronismo provincial intentó que formara parte del armado de cara a las elecciones de 2019. No hubo acuerdo, pero su presente político permite pensar que hubo acercamientos que resultaron en su reciente designación.
En 2021 anunció una alianza con el radical Jorge Boasso, Primero Santa Fe, para renovar su banca en el Congreso. Son conocidas las posturas antikirchneristas de su fugaz aliado, sin embargo no fue hasta la publicación de un afiche de campaña en la vía pública que mostraba a la vicepresidenta Cristina Fernández con traje a rayas y la consigna “Basta de corrupción K”, que Contigiani decidió alejarse y bajar su candidatura.
“Intenté armar una impronta porque no tenía lugar, no tenía lugar en otro ámbito para integrarme en una coalición y demás. Intenté armar algo en lo que creo que es una lógica frentista, sectorial, productiva, social. Desde ese lugar, nada que arrepentirme porque es lo que yo creo. Lo que salió mal fue lo electoral y la alianza que se hizo hacia dentro del frente”, considera hoy.
Fue un aprendizaje, dice, quizás a la fuerza. “Hay momentos en la vida en que creo que hay que estar dispuesto a perder todo a hacer alianzas que no suman. Prefiero eso antes que hacer alianzas que después no terminan siendo algo compacto, algo que se pueda unificar con un mensaje integrador”.
Tanto el peronismo como el macrismo, el radicalismo, el socialismo o el trotskismo, todas las estructuras partidarias están regidas mayormente por formas de poder verticalistas, donde la lealtad y la respuesta orgánica configuran un valor. Contigiani se sube ahora a una nueva nave política. Durante la conversación presentó muchas de sus definiciones entre las cuales quizás haya una que resume las demandas de la coyuntura con su visión personal; solo el tiempo dirá cómo las conjuga en el marco de un proyecto político: “No vamos a poder transformar el planeta y los desafíos del medio ambiente para bajar los efectos de gas invernadero y la crisis climática, transformar a nuestros pueblos en justicia social, en más trabajo, no vamos a poder hacer nada de todo eso si la política no recupera corazón, ética y una visión trascendente”.


































