Hermes Binner, intendente de Rosario en 2001, vivió con angustia los días de diciembre; sabía que era el último eslabón político para contener una crisis que todo lo desbordaba. “Aun sin tener herramientas, estuvo en la trinchera desde el primer momento hasta el final”, recuerda Rubén Galassi, entonces director de Comunicación Social de la Municipalidad.
Rosario había sido epicentro del estallido de 1989 y esa memoria operaba como una amenaza del nuevo siglo: la historia podía repetirse. Así fue: a comienzos de diciembre comenzaron a registrarse desbordes y algunos saqueos en la ciudad.
En la urgencia, Binner —a la vez que reportaba de primera mano la gravedad de esos acontecimientos, y lo que éstos anunciaban, a las autoridades provinciales y nacionales— convocó en la primera semana de diciembre a supermercadistas rosarinos a una reunión en el Salón Carrasco de la Municipalidad. Sin más, les pidió ayuda. Consiguió aproximadamente cuarenta toneladas de alimentos, que el Municipio administró y distribuyó: en cuestión de horas eso se había evaporado; esa ayuda era a todas luces insuficiente.
Así las cosas, el intendente pide una audiencia en Presidencia de la Nación. El 12 de diciembre de 2001 él y Galassi viajan a Buenos Aires. Vale recordar que Binner fue un funcionario afín a gestiones directas. Había sido usual en él solicitar una reunión e ir personalmente a la Rosada en tiempos de Carlos Menem; algo similar había ocurrido desde la asunción de Fernando De la Rúa y lo mismo sucedería tiempo después, durante las administraciones sucesivas de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner.
El ministro del Interior, Ramón Mestre, lo recibe en Casa Rosada ese 12 de diciembre. “Hermes le solicita ayuda urgente e intenta transmitirle la gravedad de los acontecimientos; Mestre, por toda respuesta, le sugiere que vaya a gestionarla al Ministerio de Desarrollo Social. En la Casa Rosada ya se percibía un gobierno abatido…”, recuerda Galassi.
Cerca del mediodía, Binner y su director de Comunicación Social van desde Casa Rosada hasta el Ministerio de Desarrollo Social, ubicado en el emblemático edificio de la Avenida 9 de Julio. Hasta unos meses atrás, el titular de esa cartera había sido Juan Pablo Cafiero (padre de Santiago, el actual canciller), pero ya en diciembre de 2001 estaba a cargo de un rionegrino: Daniel Sartor. Éste escucha los reclamos de Binner y le sugiere que, para iniciar el trámite de solicitud de ayuda, debe presentar una nota.
“Eso fue verdaderamente increíble —reconstruye Galassi—, porque de ninguna manera, frente a lo que estábamos viviendo, suponíamos que eso podía ser necesario… Si habíamos visto un panorama de abatimiento en la Casa Rosada, en el Ministerio de Desarrollo Social eso era peor… Uno imaginaba a decenas de funcionarios yendo y viniendo, organizando esa asistencia alimentaria; es decir, lo que debe ser un ministerio así en esa coyuntura histórica. Era todo lo contrario, parecían estar en otra galaxia…”.
Y ocurrió algo más: Binner fue derivado a una secretaria administrativa del área para cursar el pedido de “refuerzo de ayuda” alimentaria. “Allí, en una máquina de escribir; sí, en una máquina de escribir —recalca Galassi— redactamos el pedido para Rosario. Hermes firmó la nota y nos fuimos… Ese viaje fue paradigmático, porque ahí vimos que estábamos ante las últimas horas del gobierno. Un gobierno ausente, con una incapacidad manifiesta para afrontar las consecuencias de la crisis, el impacto de ésta en una sociedad ya lacerada por la gran desocupación”.
Binner regresó a Rosario y afrontó los días que siguieron, trágicos, desde hora temprana y hasta que se apagaban las luces, cada jornada, en el Palacio de los Leones. Inclusive durante los primeros meses de 2002 acompañó a las organizaciones sociales rosarinas en el pedido de planes de ayuda al gobierno nacional (como detalla Miguel Zamarini en el reportaje de esta edición de Suma Política).
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Músico, periodista y gestor cultural. Licenciado en Comunicación Social por la UNR. Fue editor de las revistas de periodismo cultural Lucera y Vasto Mundo.
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