Les habló con la Ley Bases y le respondieron con el bolsillo. La actitud de los mercados ante las últimas medidas del gobierno evoca la famosa frase de Juan Carlos Pugliese, ministro de Economía de Alfonsín en 1989, y pone en evidencia su gravitación. “La vida es así, algunos van primeros y otros van después, la realidad es heterogénea, la economía ya se está moviendo”, aseguró días atrás el presidente Javier Milei, en un contexto de recesión, desempleo y caída de la recaudación del 15 por ciento; si el único objetivo es déficit cero, su modelo teórico parece colisionar con la realidad en un inquietante rumbo sin rostro humano. El último índice de Gini parece confirmarlo.
El Gobierno habló de la fase dos de su modelo, anclado en el mundo financiero, y ese mundo movió el tablero: el pase de los pasivos remunerados del Banco Central al Tesoro y el cepo sin fecha catalizaron el descontento que pareció menguar con el inesperado anuncio del Presupuesto Nacional 2025. ¿Algo sobre los motores de producción y el trabajo? No parece ser el caso. Suma Política dialogó con el economista, docente de la UNR y portavoz de la Fundación Pueblos del Sur, Esteban Guida: “Los ganadores de este modelo ya no le creen, la gente puede no entender lo que dicen, pero el mundo financiero se da cuenta de que el Gobierno no tiene solución a sus propios planteos”.
—¿Cómo articula esta situación con la vida cotidiana?
—La microeconomía, es decir la economía doméstica, empresas, personas y familias, está condicionada por la macroeconomía. Si hay un ambiente virtuoso de negocios por supuesto que empresas y personas van a tener más oportunidades para crecer y desarrollarse, lo contrario genera empobrecimiento. Cuando el país pierde capacidad de riqueza, se concentra, extranjeriza, se abre, se desiguala, como hace este gobierno, acrecentando problemas anteriores, lo hace a costa del pueblo y mintiendo sus promesas de campaña a sectores medios y bajos, muy lejos de la casta con la que pactó para la aprobación de la Ley Bases.
—El mercado y el campo esperan dólares en clave ganancias, y la gente en cómo zafar de sus deudas. ¿Es uno de los momentos de mayor desigualdad del país?
—Sí. El Indec dio a conocer el coeficiente de Gini, que calcula la distribución de ingresos (0 igualdad perfecta, 1 máxima desigualdad) y dio 0,467 para el primer trimestre 2024, lo que implica un importante aumento de la desigualdad interanual, con 0,446 en 2023. Esto es un nivel históricamente bajo. La orientación que le dio este gobierno a la economía, desde la conceptualidad antes de asumir como presidente, era lógico que iba a pasar esto.
Pero la economía argentina viene en un sendero de desigualdad. La estructura económica argentina, o sea la forma en la que se organiza la producción y generación de riqueza entre los distintos sectores, con respecto al resto del mundo, viene muy definida desde la dictadura cívico-militar de 1976. Los posteriores gobiernos democráticos han hecho más o menos en torno a esa estructura, pero no han cambiado sustancialmente la situación, ni tampoco han cambiado su nivel de dependencia y sujeción a los grupos concentrados de poder tanto sean locales como internacionales, sobre todo en el ámbito financiero.
Más allá de que hayan tenido distintas formas de encarar este problema, algunos gobiernos más orientados a la compensación de los desequilibrios y otros más al incentivo o prebenda en los mercados, la situación se viene deteriorando desde hace muchos años. El gobierno actual cuando asume agrava esta situación, decir que hay que dejarlo gobernar, o que seis meses es poco, para todo el mal que tenía Argentina, es revelar una mirada inocente o torpe, porque no se necesita mucho recorrido para caer en un precipicio, con dar un solo paso es suficiente.

—¿Qué consecuencias tiene en esa organización estructural de la economía el hecho de que siga vigente la Ley de Entidades Financiera de Martínez de Hoz de 1977?
—Voy a poner un ejemplo: supongamos que una familia tiene un ahorro, ¿cómo le gustaría administrarlo, de acuerdo a sus intereses o a los de un vecino? Esto que parece ridículo no ocurre en términos del ahorro argentino, porque todo el dinero que ponemos en las entidades financieras, ya sea para ahorrar, invertir, o para el movimiento de flujo empresario o particular, lo administran bancos según sus propios criterios de rentabilidad. Esto es lo que se definió en 1977, y no desarrollo o interés nacional.
Al respecto se dice: pero siempre fue así, o de qué otra manera sería, o vos qué harías como diciendo que lo que ocurre es lo único que hay para hacer. ¿Qué haría? Administraría el ahorro nacional en términos de intereses nacionales, del desarrollo nacional porque entiendo que de esa forma, el conjunto de los argentinos se beneficia con un entramado productivo más dinámico, una industria más floreciente, infraestructuras productivas, todos vamos a vivir un poco mejor.
Y más allá de que nadie piensa en sacarle a esa familia los pesitos de ahorro, el uso, la inversión, la aplicación de esos ahorros van a estar orientados a algo que nos beneficia a todos. Esto ocurrió en Argentina, entre 1946-1955, cuando se gestionó el ahorro nacional en función del desarrollo y no de la especulación financiera. Así que antecedentes históricos tenemos, modelos alternativos tenemos, pero lamentablemente desde la reforma financiera en 1977 al día de hoy, el ahorro nacional, y por lo tanto la presión económica sobre todos los gobiernos, están en manos de un grupo de banqueros nacionales y extranjeros.
—¿Por qué no cambia esa matriz?
—Para que eso suceda debe haber un poder político decidido, consciente y una comunidad que entienda claramente lo que le conviene, no por altruismo sino por conveniencia. Cuando las grandes mayorías populares entienden el modelo de desarrollo que le es propicio, lo apoyan y lo gestionan, pero la dirigencia política en general ha seguido objetivos de especulación política personal. Más allá de que puede haber un pueblo con conciencia sobre lo que le conviene, no encuentra mecanismos políticos representativos, que se manifiesten en decisiones de política económica. Dos problemas: conciencia nacional y representación política en términos de intereses nacionales.
—En ese marco hay que considerar los intereses sectoriales…
—Hay un problema general, no sólo de sectores que especulan, sino que el modelo económico de empobrecimiento de los distintos gobiernos genera una actitud defensiva y resguardatoria, es un problema de antaño pero que profundiza este gobierno que invita a la ley del mercado, que es una especie de ley de la selva, un efecto darwiniano donde el más fuerte se come al más débil y que eso esté bien. Entonces si hay una institucionalidad que habilita eso, y un mercado que no da chances, no queda otra que defenderte.
Es una situación tremenda, creo que no va a prosperar, el modelo que propone este gobierno no es sostenible en Argentina, por supuesto que puede imperar y agravar la situación y empobrecer al conjunto y destruir la estructura productiva pero no veo que sea sustentable ni virtuoso ni que apunte al crecimiento y mucho menos al desarrollo.
—Sin desarrollo ni crecimiento como objetivo, sólo dinero haciendo dinero, entonces falta la gente en el modelo.
—Sí. Deshumanizada. Pero creo que no está logrando nada, que el modelo se está cayendo a pedazos y que los sectores más beneficiados son lo que ya están manifestando el desacuerdo y el disgusto; lo mismo que le pasó al gobierno de Mauricio Macri, un año y cuatro meses de asumido, en abril de 2018, cuando los mismos fondos de inversión que habían traído el dinero, a prebenda del carry trade (invertir dinero en activos denominados en pesos, ganar intereses y luego convertir esos pesos en dólares), y la especulación financiera terminaron plantándose y yéndose, generando una corrida cambiaria que derivó en el préstamo del Fondo Monetario Internacional.
Acá está pasando lo mismo: la reacción del mercado, es decir bancos y operadores financieros, el lunes (1 de julio), después de la conferencia del viernes anterior del ministro de Economía, Luis Caputo, que comenzó a vender, y eso no tiene rostro, simplemente si vende es porque no lo quiere y si compra dólares es porque ve que el modelo no va a funcionar, Así que eso es un indicador más que claro, los ganadores de este modelo ya no ven ningún éxito. Todo lo que diga el presidente es un discurso que no sé quien le puede dar crédito, él está en una carrera personal, apuntalarse a sí mismo a nivel internacional. Podrá durar, nadie dice que se va a ir en un helicóptero, pero el modelo económico en sí, tenga o no Ley Bases, no tiene sustentabilidad, eso no es una cuestión de opinión sino de evidencia, y de cuestiones teóricas reales.
—La expectativa de Caputo es conseguir diez mil millones de dólares. ¿Para que un sector tenga dólares baratos?
—El FMI no le va a dar esos dólares. Ya lo dijo en el reporte de hace dos semanas, está viendo si da el cronograma de pagos para el crédito viejo, pero si hubiese ingreso de divisas, como quiere con el RIGI, o de privatizaciones, serán para pagar la deuda en dólares que ya tienen el Banco Central y el Tesoro; una deuda que se generó a través de los Bonos que emitió el Central para pagar deuda comercial que ha seguido creciendo, durante esta gestión y a la deuda en dólares que emitió el Tesoro a raíz del llamado saneamiento de la cuenta patrimonial del Central. Quiere decir que si el país llegara a vender sus activos, tomar nueva deuda o tener superávit de cuenta corriente, no vamos a tener ningún efecto positivo en la vida real porque ya el Gobierno y el Banco Central están altamente endeudados en dólares, y los necesitan imperiosamente para no entrar en default. El modelo ya está en un círculo vicioso y cada día que pasa lo vemos: incremento en la tasa de riesgo, de tasa de interés, en desplome en la cotización de bonos, en pérdida de capacidad de compra del Banco Central, en mayor endeudamiento en pesos y dólares del Tesoro, caída en la recaudación impositiva y económica.
—¿Qué lugar tienen en el mundo académico las teorías que sigue Milei?
—Las teorías han tenido difusión mundial, ahora lo que Milei dice, su teoría, para nada, de hecho no hay ningún país anarco libertario/anarco capitalista, ningún país plantea la destrucción del Estado ni del aparato productivo, salvo que tenga una influencia extranjera y en connivencia con la dirigencia para hacerlo. Acá no se trata de los libros que leyó sino de sus propuestas y acciones. Si hubiera una teoría consistente, por más que no sea la que uno adhiere, habría una lógica, y también hay que decir que las teorías no son universales, sobre todo en una ciencia social como la economía, dependen del contexto en el que se aplican. Y las teorías producidas afuera del país, por cabezas que de argentinas no tienen nada, obviamente cuando se intentan aplicar acá, chocan con la realidad.



































