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Economía

La economía detrás del grito federal

Santa Fe, Córdoba, Santa Cruz, Chubut y Jujuy, los cinco distritos cuyos gobernadores crearon un nuevo bloque electoral, concentran el 22% del PBI nacional, en base el cálculo de Argendata, y el 40,5% de las exportaciones, si se sigue el último mapa de exportaciones elaborado por la Bolsa de Rosario. En el agregado, las cadenas del agro, la industria, el petróleo, la minería y la energía se integran cada vez más y presentan un entramado potente en lo económico y atractivo en lo político. Entre sus socios comerciales sobresalen EEUU, China, India y Brasil, grandes jugadores de una disputa geopolítica que, como lo subrayó el aspirante a embajador estadounidense en Argentina, no se detiene en las fronteras del Estado nacional.

“Santa Fe y Córdoba representan el campo, la industria y el puerto; Jujuy la minería, y Chubut y Santa Cruz el petróleo”, describió el gobernador Maximiliano Pullaro, uno de los referentes de Provincias Unidas. El bloque, que esperan sea el núcleo de un proyecto más expansivo, se convirtió en la novedad de las elecciones legislativas nacionales. En el tiempo más cercano, reclama liderazgo en el universo ideológico que hoy hegemoniza el presidente Javier Milei. Lo hace con promesas de renovación generacional, arraigo territorial y un programa que compra el supuesto “equilibrio macro” que proclama la administración nacional pero con obras y servicios públicos, presencia del Estado y un plan productivo. En ese horizonte, amenaza con hacerle a la Libertad Avanza lo mismo que ésta le hace al PRO, y lo que el PRO alguna vez le hizo a la UCR. Y convertirse así en el consumidor final de la cadena alimenticia del antikirchnerismo.

En el tiempo más largo, la apuesta sería convertir en representación política la construcción institucional que realizaron los Estados provinciales a través de décadas de alianzas regionales, mesas de gobernadores y política de lobby frente al gobierno nacional. Del sindicato territorial al partido, y del partido al movimiento, el nuevo provincialismo pega su grito federal. “No es un armado ideológico sino basado en la experiencia de gestión, de este grupo va a salir un presidente”, arengó Pullaro, para quien “el futuro no está en el mundo financiero ni en el puerto de Buenos Aires sino en el campo, la industria, las economía regionales y el interior”. 


La nueva confederación


Las urgencias de divisas del Estado nacional y los cambios en el mapa económico del país le brindan a esta intentona unos fierros que hubieran sido la envidia de la Confederación Argentina, aquella experiencia de gobierno federal que entre 1852 y 1862 se desenvolvió al margen y en conflicto con Buenos Aires, y cuyo colapso fue anticipado por las penurias fiscales y las intrigas entre oligarquías provinciales. 

Por caso, la cadena de valor agropecuaria aportó casi el 60% de los u$s 79 mil millones en bienes que se exportaron desde Argentina en 2024. De los diez principales complejos exportadores, siete son agroindustriales. Pero en el segundo lugar de este ranking se coló por primera vez el complejo petrolero. Desde 2013, gracias a la nacionalización de YPF y el desarrollo de Vaca Muerta, el sector atrajo inversiones por u$s 47 mil millones. El Grupo Argentino de Proveedores Petroleros (Gapp) estima que otros u$s 100 mil millones podrían llegar en la próxima década. 

Los enclaves extractivos ganan peso y crean nuevas interacciones con otras regiones. Las 300 empresas santafesinas que se convirtieron en proveedoras de bienes y servicios para el petróleo, gas y minería, son parte de este proceso. También los cruces del agro y la energía en los negocios de las grandes compañías.



El federalismo de la abundancia


Este “federalismo de la abundancia” aviva una disyuntiva entre los distintos modelos de relacionamiento entre las provincias y con la Nación. El de aquellas luchas por defender el mercado interno y compartir los recursos aduaneros frente al centralismo porteño, y el que coquetea con una balcanización basada en las riquezas naturales y la influencia de los socios externos. 

Cuando se aprobó el Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (Rigi), el economista rosarino Cristián Módolo advirtió que ese sistema de beneficios definía el mapa económico de las provincias hasta la segunda mitad del siglo XXI. “El gobierno decidió apostar todas sus fichas a los minerales, el petróleo y el gas, vamos a ver regiones del país que van a gozar de una explosión de actividad y otras que van a estar deprimidas”, dijo durante una presentación en la Asociación de Empleados de Comercio. Y agregó que, en ese cuadro, las economías vinculadas a la industria, la construcción y el comercio, claves para la actividad en los grandes centros urbanos, “ceden peso frente a los enclaves extractivos o asociados directamente a la explotación de recursos naturales”.

Este mapa es el que probablemente tenía en la cabeza el aspirante a embajador estadounidense Peter Lamelas, cuando se autoasignó en una audiencia pública la tarea de vigilar a cada uno de los gobernadores para que no hagan negocios con China. ¿Serán parte de ese manual de acción las invitaciones para girar por Washington y Nueva York en busca de financiamiento?


El AMBA y la CABA


Así como puede ofrecer modelos distintos, el programa y el discurso federal también se dirime entre posibles adversarios: el ambacentrismo o el cabacentrismo.

El año pasado, una definición que suele repetir el gobernador de Santa Fe provocó una airada respuesta del PJ bonaerense. Fue por su referencia al conurbano de la provincia vecina como un “sector improductivo de la República Argentina, que le genera un costo muy grande”. La respuesta llegó con el recuerdo de que ese distrito alberga a más del 50% de la industria manufacturera del país. “De improductivo, nada”, titulaba el escrito. 

En el último censo económico y en el mapa productivo del país elaborado por el CEP XXI hay datos que discuten con ese mito nacido de los prejuicios porteños pero que permeó en los últimos años el discurso político del interior. Esos estudios, incluso, revelan más similitudes que diferencias entre las dos provincias vecinas y sus respectivos conurbanos. El departamento Rosario, por caso, encabeza el ranking de establecimientos industriales, con 3.250. Le sigue La Matanza, con 2.867, mientras que el también bonaerense partido de San Martín (2.514) se ubica en cuarto lugar, apenas detrás de Córdoba (2.617).

La “batalla” contra el ambacentrismo recoge disputas recientes por los recursos públicos, fundamentalmente los relacionados con transferencias no automáticas. Pero también contrabandea una dosis de antiperonismo mezclada con una definición de clase sobre el sujeto a representar en las provincias. Si los conurbanos, que también están en el interior, son considerados selvas de vagancia, entonces el programa económico de ese nuevo federalismo concentra su oferta de representación en los empresarios del agro, industria y servicios, respecto de los cuales los trabajadores son apenas subsidiarios. Esta concepción quizás esté detrás de la dificultad de los Ejecutivos provinciales para posicionarse frente a la creciente conflictividad social que la recesión promueve en los territorios.



Los caudillos cool


En el lado coqueto de la General Paz, donde la densidad industrial es menor pero la densidad política es enorme, valoran estos nuevos caudillos, con quienes comparten la visión sobre el conurbano.

Al presentar el año pasado en Rosario su libro “El federalismo del siglo XXI”, Francisco Durañona, referente del Movimiento Arraigo, llamó la atención sobre esta influencia. “Entender la fuerza simbólica, política, estética y cultural que tiene el centralismo en la Argentina permite también entender la concentración en los recursos”, explicó. No es casual, remarcó, que los últimos tres presidentes del país sean porteños.

Milei es la versión más radicalizada de ese cabacentrismo. Sus recortes fuera de proporción y sus desplantes institucionales van más allá de la pelea por los recursos con las provincias, a las que extiende el desprecio que siente por todo lo que representa el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Este posicionamiento empuja a la rebelión a los referentes que plantean una renovación política desde el interior. También los interpela. Si desde tierras lejanas como La Rioja y Santa Cruz nacieron los dos proyectos políticos y económicos más largos de las últimas décadas en Argentina, ambos debieron hacer algún tipo de oferta a los grandes aglomerados urbanos para afianzarse.


Territorios en crisis


Hoy esos territorios están golpeados por la recesión, el desempleo y la caída de los ingresos. “Hace casi un año que el salario privado está anclado en un nivel 8% inferior al del final del gobierno anterior, desde que comenzó la experiencia libertaria cada trabajador o trabajadora en blanco en el sector privado acumula una pérdida superior a 2,5 millones de pesos”, subrayó el Mirador de la Actualidad, el Trabajo y la Economía (Mate) en su más reciente informe mensual. En el mismo período, detalló, se perdieron 130.681 empleos en el sector privado y 114.532 en las diferentes jurisdicciones estatales.

El índice compuesto de actividad de la Bolsa de Comercio de Santa Fe registró la tercera caída mensual consecutiva de la economía provincial, de 0,5% en mayo. Pero es relevante también la conclusión que saca ese espacio que hasta ahora se ha mostrado paciente con la política económica nacional: “La actividad económica provincial está enfrentando un momento crítico, en el cual el ajuste fiscal implementado por el gobierno nacional está provocando una reducción del dinamismo económico en muchos sectores”.

El economista Marco Kofman, de Mate, subrayó que “la economía real sigue frágil y tarde o temprano se manifiesta en términos financieros”. La inestabilidad del último mes así lo indica, del mismo modo que se acrecienta la volatilidad política, causa inmediata de una nueva derrota del oficialismo en el Congreso, y la ebullición de la calle, que entre protestas, conflictos y palos, confluyó en una de las movilizaciones más grandes que se realizó en los últimos años por el día de San Cayetano.


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