Connect with us

Hi, what are you looking for?

Política

La magia de Unidos: escuchar, aceptar cambios y al final imponer su proyecto

“Si votan, nos ganan”. La frase fue seguida de silencio cuando atravesó el despacho donde se reunían los doce convencionales del peronismo de Más para Santa Fe. Era en los días previos al inicio de la Convención que va a reformar la Constitución provincial, cuando todavía se discutía el borrador del reglamento.

Quien la pronunció no necesitó abundar en detalles. Ponía en claro algo que todos sabían, pero que en la velocidad de las discusiones suele desdibujarse. El oficialismo con sus 33 votos propios y sus tres aliados seguros iba a poder imponer en cualquier escenario una mayoría propia para aprobar la reforma parcial a la Carta Magna más antigua del país.

De lo que se trataba en esos encuentros era de discutirle a otros sectores la condición de socio minoritario, bajo el paraguas de no permitir que la coalición que gobierna la provincia “saque a los puñetazos” los cambios que se propone.

La frase iba seguida de una advertencia al sector más progresista de los propios: “Cuidado con tirar tanto de la cuerda”. El temor a que aparecieran otros aliados circunstanciales o que no hubiera ninguno era una posibilidad por esas horas.

Finalmente se impuso el pragmatismo político y el reglamento consensuado de 89 artículos se aprobó por unanimidad en general, aunque con rechazos particulares solamente en dos artículos: el que habilita a Felipe Michlig a votar como convencional en todos los temas y a la vez a desempatar, y el que establece una mayoría simple a la hora de aprobar las reformas. Uno tuvo 26 rechazos y el otro 17. Pero ambos consiguieron más de 40 a favor, con el voto dividido en uno de ellos dentro del peronismo de Más para Santa Fe.

“Haber logrado aprobar el Reglamento el primer día de sesiones y por unanimidad es extraordinario”, explican desde el oficialismo para dar cuenta de negociaciones, debates y discusiones más o menos intensas durante un mes. La misma mañana del lunes, ese acuerdo parecía imposible.


¿Acuerdo político o conveniencia?


Quienes quieran ver una negociación y hasta algún acuerdo político detrás del voto del peronismo que representa al partido oficial y a los senadores, podrán hacerlo. Aunque por ahora no aparecen visibles las monedas de cambio de esas negociaciones.

Lo mismo podría decirse con respecto a LLA o al bloque de Granata, que pasó de amenazar con abandonar la Convención por diferencias con el reglamento y los lugares que le asignaban en las comisiones a votar por unanimidad en general.

Desde Unidos no sólo niegan todo eso, sino también que haya habido una victoria política de su sector sobre la oposición. El resultado parece claro: antes de la fumata blanca del lunes a la noche la discusión central pasaba por tres temas: que el quórum fuera de 36 y no de 35, como estaba escrito en el primer borrador del oficialismo; que el presidente de la Convención no tuviera doble voto, y que los cambios se aprobaran con mayoría especial de dos tercios de los presentes y no por simple mayoría, como resultó finalmente.

De los tres asuntos, el único que quedó a favor de los planteos opositores fue el del quórum de 36 —que pareció razonable, aunque fue discutido después de una cuenta con decimal: 69 dividido 2 da 34,5, y las mayorías son la mitad más uno—. Con la ausencia temporal de Locomotora Oliveras, ese número más con el que contaba el oficialismo adquiere otra relevancia. “Que no se resfríe nadie”, bromeaban en los pasillos legislativos.

El resto de los asuntos controvertidos se resolvió a favor del oficialismo, con salvedades que permitan explicaciones en público sin hablar de derrotas y victorias.

En el caso de la aprobación de todo por mayoría simple —a lo que los bloques de LLA y de Granata y cinco convencionales del peronismo votaron en contra— se argumentó con los antecedentes de otras constituyentes, como la nacional de 1994 y la propia que sancionó la Constitución de Santa Fe en 1962. Seguro habrá también ejemplos en contrario.

El argumento que el oficialismo salió a cruzar fue el que asegura que con la mayoría simple (siendo que el quórum requerido es de 36 presentes), la reelección del gobernador o cualquiera de los otros cambios relevantes que se harán en la Constitución podrían ser aprobados por apenas 19 votos, la mitad más uno del quórum. Puede parecer insuficiente, pero parece extraño que alguna reforma pueda salir aprobada con ese mínimo apoyo.

“Estarán pensando en vaciar la Convención”, fue la respuesta del gobierno, donde se sorprendieron del argumento ya que esa posibilidad de que se apruebe con 19 requeriría que un tercio de los convencionales propios no asistan a la sesión, además de toda la oposición. “¿Los que están a favor no irían? Es inverosímil, un disparate”, rechazaron. 



La discusión por las comisiones


Por si faltara algo para dibujar una victoria del oficialismo en las largas negociaciones por el reglamento que va a regular el funcionamiento de la Convención Reformadora durante dos meses, se sumó la caída de otra condición que el peronismo había puesto como una muralla: presidir sí o sí la comisión que va a tratar las autonomías municipales.

Al referente propuesto por el PJ, Juan Monteverde, le disputaba ese mismo espacio el convencional y concejal de LLA, Juan Pedro Aleart. Ambos veían la posibilidad de subirse a esa vidriera como una bandera adelantada de lo que podría ser su campaña por la intendencia de Rosario.

“Ninguno de los dos. Si todos la piden y no hay consenso, nos la quedamos nosotros”, respondieron desde el oficialismo. Y se la dieron a una convencional y concejal radical Unidos de Reconquista, bien lejos de la controversia política de los intereses rosarinos. Otro argumento de por qué le corresponde presidir a Unidos esa estratégica comisión sobre régimen municipal se sostiene en que son partidos que pertenecen a esa alianza los que gobiernan entre el 70 y el 80 por ciento de los territorios comunales y municipales que van a intervenir en esa discusión. Con todo, Monteverde tendrá la vicepresidencia primera de esa comisión, que en parte trasladará sus debates a Rosario.

En el medio se negociaron nuevas comisiones (iban a ser cinco y terminaron siendo ocho) y se amplió el número de integrantes para que ninguno de los espacios políticos pueda decir que no está representado, y a la vez para que el bloque de Unidos no pierda su mayoría. Por eso hay comisiones de casi 20 miembros, como la del Poder Judicial.

Para graficar su queja en este sentido, desde la oposición aseguran que “Unidos actúa como si hubiera sacado un millón de votos”. Apuntan que excepto una, que le cedió al peronismo, y otra para LLA, presidirá las otras seis, y en todas ellas tiene mayoría.



Los intentos de Granata


A los intentos de Granata por imponer su estilo de denuncias en medio de la Convención, le contestan desde el gobierno con desgano: “Hay lugares de los que no se vuelve. Cuando defendés ideas, no necesitás agredir a nadie. El diálogo es una herramienta letal porque te obliga a hablar, no podés huir de ese escenario”, refieren tácitamente a la ex panelista.

Aluden a varios hechos: Granata se levantó de su banca cuando hablaba el gobernador y se quejó porque no pudo traer a sus hijos a la ceremonia (es cierto que hubo mayoría de funcionarios provinciales, pero todos los convencionales tuvieron la misma limitación de invitados porque no había lugar en el apretado recinto de Diputados). “No era una fiesta para familiares”, responden.

Sobre la exclusión del bloque Vida y Familia de alguna de las vicepresidencias (la tercera, que ocupará el Partido Socialista), nadie ocultó que se trató de razones políticas: Unidos con 33 miembros dijo que necesitaba representar a ese espacio interno propio. Además, argumentaron que las vicepresidencias primera y segunda les corresponden al PJ y a LLA por haber salido segundo y tercero en la elección de convencionales, pero sobre todo descartaron a Amalia Granata porque desconoció al hablar en el recinto a la principal autoridad de la Convención, el presidente Felipe Michlig. “Cómo alguien con esa actitud puede ser su potencial reemplazo”, se preguntaron.

Desde el peronismo no dejaron pasar que “la final del mundo” de las negociaciones por el reglamento de la Convención era cambiar que se vote por simple mayoría y exigir los dos tercios. Por eso el sector de Marcelo Lewandowski y cinco miembros del bloque que encabezan Monteverde y Giuliano votaron en contra de ese artículo (además de ellos dos, Lucila de Ponti, Alejandra Rodenas y Jaquelina Balangione). 

Mientras, se conforman con mostrar algunos resultados de sus intervenciones: haber subido el quórum necesario para sesionar a 36, que se hayan aumentado a ocho las comisiones para dividir mejor los temas (Autonomía está ahora como asunto único), y que el doble voto del presidente Felipe Michlig ya no es tan así.

Después de los cambios del lunes, Michlig va a poder votar como cualquier convencional, algo que parece lógico para evitar argucias como la de dejar la presidencia a la hora de levantar la mano y que algún vicepresidente lo reemplace, con lo que quedaría en la misma situación de no poder votar. La otra modificación aceptada por el oficialismo fue que en caso de empate en algún tema, antes de desempatar, el asunto en cuestión deberá volver a dos comisiones, la temática y la redactora, para que se revisen las posiciones de sus miembros. En esta segunda vuelta no podrá haber abstenciones. Si el empate persiste, el presidente recién ahí podrá desempatar en lo que podría sí llamarse “doble voto”.

También el peronismo suma a sus gestiones que los proyectos referidos a los 42 artículos habilitados para discutir en esta reforma se podrán presentar durante diez días desde la inauguración de la Convención. Antes ese plazo era de sólo tres días. “Negociamos y cambiamos todo lo que pudimos”, se consuelan ante la mayoría oficialista.

Fue así que Unidos, cuando un día antes parecía encerrado por los pedidos de la oposición, hizo lo de siempre: primero cerró grietas hacia adentro de su propia coalición, después se reunió con el resto, escuchó, negoció y logró imponer la mayoría de sus ideas, en este caso del reglamento para reformar la Constitución. Antes había hecho algo parecido con la reforma previsional, los cambios en la Corte o las leyes sobre seguridad. Lo mismo podría pasar con los 42 artículos que se van a reformar antes del 12 de setiembre, incluida la posibilidad de la reelección para Maximiliano Pullaro, que así parece allanada.

“Unidos es como el Real Madrid cuando va perdiendo, parece noqueado pero te termina ganando”, graficaban desde la Legislatura. Hasta que se le cruce un Paris Saint Germain, podría decir algún peronista esperanzado.


Facebook comentarios

Autor

Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También te puede interesar