Los problemas del abandono escolar y la calidad educativa vienen siendo el foco de nuestro estudio desde hace muchos años, y se convirtieron en eje de gestión durante los gobiernos del Frente Progresista en Santa Fe. Desde la legislatura provincial, seguimos impulsando leyes para que todas las personas, especialmente las más jóvenes, puedan completar su educación obligatoria habiendo logrado aprendizajes socialmente significativos.
En este sentido, ya llevamos al recinto proyectos de ley como el de Educación Virtual y el Acompañamiento Pedagógico, y volvimos a impulsar la ley de Educación que construimos colectivamente en 2017. Precisamente, insistimos con la comisión de Educación del Senado, para intentar, una vez más, los acuerdos que nos permitan tener una ley de Educación en Santa Fe, después de más de 70 años.
También ingresamos un nuevo proyecto de ley de Protección de Trayectorias en el sistema educativo provincial, con la que buscamos “favorecer la construcción de proyectos de vida desde la igualdad de oportunidades, otorgando prioridad al derecho de acceso, permanencia, aprendizaje y egreso del sistema educativo y garantizando trayectorias educativas completas y de calidad”.
Sabemos de la realidad educativa de Santa Fe porque estamos en diálogo permanente con las escuelas, porque hemos transparentado la gestión educativa con datos nominalizados, abiertos y de acceso público, y porque diseñamos políticas para transformar esa realidad. Políticas integrales, de largo aliento, que fueron interrumpidas en 2019.
Del impacto en el abandono escolar de esa interrupción, en plena crisis por la pandemia, sabemos poco: la última actualización estadística data, justamente, del mismo año. Del impacto en la calidad de los aprendizajes, los resultados de las pruebas Aprender recientemente conocidos nos confirman un retroceso lamentable, que además tiene a Santa Fe por encima de la media nacional en esos malos resultados.
En 12 años de gobierno progresista dispusimos para Santa Fe un sistema de seguimiento personalizado de las trayectorias educativas, que nos mostraba con nombre y apellido que había disminuido el abandono escolar en secundaria a la mitad de su valor histórico (de 12% a 6%), había crecido la matrícula (15%), habían bajado la repitencia y la sobreedad y habían mejorado los indicadores de calidad educativa en las pruebas nacionales, que incluso posicionaron a Santa Fe entre las mejores provincias del país, por sostener mejoras en inclusión y en calidad educativa, en simultáneo.
En este contexto, la graduación en tiempo y forma, es decir, rendir todas las materias de la secundaria en cinco años, bajó cuatro puntos. Ese descenso señala, justamente, la incorporación de jóvenes que habían abandonado la secundaria, y que volvieron a la escuela a terminarla en el tiempo que sus condiciones de vida le permitan. Más jóvenes que están en la escuela, aunque no la terminen en cinco años.
Todos estos datos tienen, como decía, el nombre de miles de santafesinas y santafesinas que sacrifican sus días y noches para estudiar, y miles de docentes, asistentes escolares, familias, que acompañan esos procesos, también con un esfuerzo muy sostenido y pocas veces reconocido.
Por eso, lo más alarmante de lo que nos dicen los datos, es la interrupción de las políticas integrales de inclusión, como el plan Vuelvo a Estudiar, el Nueva Oportunidad, el Plan Abre, y proyectos pedagógicos como la interdisciplina, la promoción de la lectura con la edición de libros para que los estudiantes se lleven a casa, la alfabetización digital, audiovisual y científica. Por eso buscamos leyes potentes, que más allá de las gestiones desinteresadas en transformar genuinamente esta situación, puedan respaldar la demanda de la sociedad toda por su derecho a la educación. La educación es la única vía de la transformación de la realidad social. Pero con declamarlo no basta. Sabemos que es en el territorio, con la participación ciudadana, como diseñamos soluciones a los problemas más acuciantes. Sabemos que se requieren recursos, gestión, y mucho acompañamiento a largo plazo para comenzar a ver un escenario social más justo. Por eso insistimos en este camino: porque los efectos de estas decisiones políticas, más allá de las estadísticas, llevan siempre el nombre, y la vida, de cada uno de las y los santafesinos.
La autora es diputada provincial por el Partido Socialista y ex ministra de Educación de Santa Fe

































