Pinceladas sobre un gran estadista


Ángel Baltuzzi *
Puedo recordar algunos hechos significativos de la relación de Carlos Menem con la provincia de Santa Fe. Contrariamente a lo que muchos suponen, la relación con el entonces presidente Menem durante el primer gobierno provincial de Carlos Alberto Reutemann (1991-1995) no fue fácil. Es que Reutemann no tenía una personalidad dócil, lo que generaba rispideces con el entorno siempre sumiso y fundamentalista que suele rodear a los presidentes. Un momento de máxima tensión ocurrió cuando concluía el mandato de la ingeniera Liliana Gurdulich de Correa en el Senado nacional, representando a Santa Fe, y había que elegir a su sucesor o sucesora, todavía a través de la Legislatura provincial, como establecía la constitución de 1853.
Menem le había prometido la reelección a Liliana Gurdulich y Reutemann entendía que el senador era un representante de la provincia ante el gobierno nacional y no a la inversa. Para él, que el gobierno nacional interfiriera en la elección del senador era una “mojada de oreja” que menoscababa su autoridad como gobernador. Y decidió no acatar la sugerencia de Menem.
A partir de esa decisión, se desató una verdadera puja de poder, ya que Menem no aceptaba mansamente que sus sugerencias no se tomaran en cuenta. Las presiones sobre los legisladores fueron intensas. Primero, alineando a algunos legisladores abiertamente menemistas. Luego, enviando una misión, encabezada nada menos que por Eduardo Menem, que pidió por Gurdulich en reuniones con los bloques legislativos y con el propio gobernador. La posición de una mayoría de ambos bloques legislativos, alineados con el gobernador, mantenía la posición de votar por el candidato que nominara Reutemann.
Como la misión de Eduardo Menem no terminaba de inclinar la balanza, entonces todos los legisladores del bloque Creo en Santa Fe fuimos citados a Olivos. Allí, primero habló el ministro del Interior, José Luis Manzano, quien nos anunció que el presidente hablaría con nosotros, pero, sin rodeos, nos dijo: “Piensen muy bien las consecuencias si le van a decir un no al presidente”.
Poco después Menem se reunió con nosotros. El primero en fijar la posición en nombre de todos fue el senador provincial por el departamento General López, José Angel Chipoloni. Él explicó que se consideraba menemista, pero que en esta cuestión especial acompañaba la decisión del gobernador, y dijo que no se podía avasallar la autonomía de la provincia. Luego habló Julio Gutiérrez, presidente del bloque de Diputados, en el mismo sentido. Después el más viejo de los diputados, “Poroto” Aguirrezabal, y así seguimos varios más.
Creo que el presidente entendió allí que Santa Fe no era una empanada que se comía con solo abrir la boca. Y terminó aceptando la decisión. No en ese momento, ya que hizo un último alegato a favor de Liliana y de cómo ella venía acompañando la gestión del gobierno nacional, pero sí después, en la práctica.
Pocos días después se celebraba la Asamblea Legislativa y resultaba electo el senador que proponía el gobernador, el entonces intendente de Villa Ocampo, Jorge Massat. Lamentablemente, la gestión de Massat fue un fiasco y terminó con un pedido de renuncia del propio Reutemann y del Partido Justicialista. Pero lo que se jugó en aquel momento no fue un nombre (de hecho, Gurdulich hubiera hecho un mejor papel), sino una cuestión de federalismo y de respeto, o no, de las autonomías provinciales.
Durante la gestión de Menem se realizaron obras trascendentes para nuestra provincia, como el Puente Rosario-Victoria (con una colaboración financiera menor de parte de Santa Fe y Entre Ríos). Si bien se inauguró el 22 de mayo de 2003 durante la gestión de Eduardo Duhalde, cuando se terminó la obra (porque sólo faltaba la cinta asfáltica), el primero en cruzar el puente desde Victoria fue el entonces presidente Menem, en una camioneta 4×4. Yo era en ese momento ministro de Gobierno de Santa Fe y presidente del Partido Justicialista, y por indicación del gobernador Reutemann lo recibí en la cabecera de Rosario. Fue un hecho histórico para las dos provincias. Recuerdo que después hubo un acto en la parte de abajo del puente con mucho público.
Otra obra importante para Rosario y su zona fue el dragado del río y la puesta en marcha de la Hidrovía. Como la decisión de realizar la Autopista a Córdoba, de la que se realizó un primer tramo en la misma gestión de Menem.
Nunca fui menemista en el sentido de integrar lo que se llamaba la “carpa de Menem”, un círculo en el que, por cierto, había personajes muy polémicos. Pero tengo que decir que más allá de un final cuestionable, dado el fundamentalismo de Domingo Felipe Cavallo y el sostenimiento caprichoso del Plan de Convertibilidad más allá de lo razonable, fue un tiempo de un gran revulsivo y modernización de las estructuras del país, en el que hubo numerosas inversiones extranjeras y nacionales. El balance final y equilibrado lo hará la historia: todavía hay muchas pasiones y polémicas pendientes.
*Ex diputado nacional por Santa Fe, ex ministro de Gobierno de la Provincia y ex presidente del Partido Justicialista santafesino

































