Connect with us

Hi, what are you looking for?

Política

Se terminó la paz en el gabinete de seguridad de Perotti, el eslabón más sensible de su gestión

—¿Renunció?

—A mí nadie me comunicó nada. No tengo idea.

La respuesta de Víctor Sarnaglia, el jefe policial que pidió licencia y se presentó a declarar en Fiscalía, fue el último estertor de un cimbronazo que impactó en el eslabón más sensible de la gestión de Omar Perotti. Mientras el apartado jefe policial desconocía su renuncia, el ministro Marcelo Sain se fotografiaba con la subjefa a cargo y hacía cambios en la cúpula policial, mientras los medios informaban de un alejamiento que a esa altura no se había consumado. “Es un golpe de Estado. Un plan pergeñado hace meses”, dijeron cerca de Sarnaglia. “Una invitación para que se vaya. Espero que no sea a espaldas del gobernador. Y que sean felices”. Bastante más tarde, desde el Ministerio lo llamaron para comunicarle la decisión política e invitarlo a renunciar. Si no lo hacía, lo esperaba una cesantía con la firma del gobernador.



Al gobernador Omar Perotti la discusión por la inseguridad no se la instaló la oposición, sino que le saltó desde su propio gabinete. La provocó un jefe policial que estuvo más tiempo planeando lo que iba a hacer que en funciones, y que termina apartado para declarar ante los fiscales que investigan si es él quien aparece mencionado como “Sarna” en una red de coimas que paga el juego clandestino. Desde el primer momento, Sarnaglia sospechaba que el ministro le había hecho una “camita” para sacarlo de escena. “Me quiere echar. El ministro me pide que saque licencia mientras dure el proceso del tema del juego”, contestó antes de presentarse en Fiscalía, donde declaró casi tres horas.

En el medio aparecieron audios en los que el propio Sarnaglia reafirmaba que había una operación política para correrlo. Esto empeoró su situación. Hasta los propios fiscales se encargaron de aclarar que “nadie se puede meter en el pen drive de una secretaria”. Y agregaron un dato nuevo: que al jefe policial de licencia lo convocaron por las anotaciones encontradas sobre el sistema de coimas, pero también porque un jefe policial (Alejandro Torrisi) detenido como miembro de una banda vinculada a Los Monos le pidió a policías de Rosario el teléfono de Sarnaglia varias veces.

Según revelaron los fiscales, Sarnaglia ayer admitió que “su nombre muchas veces lo invocan policías menores para sacar dinero”, y no quiso hablar de los audios.

Como quien espera que algo se cocine a fuego lento, el ministro Marcelo Sain calificó de “desatinadas” esas interpretaciones de Sarnaglia, aseguró que no hace “operaciones contra jefes de policía. Eso sería un delito”, y prometió “evaluar qué hacer con esos dichos. Porque una cosa es que dos funcionarios que trabajan juntos tengan una disidencia, pero otra cosa muy diferente es que se me impute la comisión de un delito”.

“El único que me llama Sarna es Sain” había dicho Sarnaglia para insinuar que el ministro era el autor de ese papel que lo involucraba. “No es así. Le decía Víctor cuando nos llevábamos bien”, contestó Sain.



Las diferencias entre ambos eran cada vez más indisimulables. Cuando Sain puso en funciones a la subjefa de Policía ahora a cargo de la Jefatura, Emilce Chimenti, resaltó que quería cambiar “esta institución patriarcal”. En las últimas horas no sólo elogió a la nueva jefa por tener “un ritmo de trabajo más activo que la cúpula anterior”, sino que rápidamente se puso a trabajar con ella para definir una reforma en los mandos superiores. “Sacaron a todos y ponen a todos los amigos de Chimenti, que como mejor antecedente tiene el haber sido jefa de Caballería”, comentaron enojados cerca de los desplazados.

Como un estratega sin tiempo, el ministro Sain parece haber terminado de resolver las diferencias que tenía con el jefe policial al que ya no le quedó espacio para seguir. Ayer en pocas horas logró instalar en los medios la renuncia del jefe policial que se le oponía e instalar una nueva cúpula de mando en la Policía. “Ahora que vuelva cuando quiera Sarnaglia”, comentaban en su entorno. El momento era oportuno. A esa hora, Perotti estaba demasiado ocupado con el presidente de la Nación en Puerto San Martín.



¿Doble comando y autogobierno?


Ante semejante ofrenda, la oposición sólo tuvo que hacer su parte. El ex titular del área y ahora diputado Maximiliano Pullaro involucró directamente a Perotti al sostener que armó un doble comando y le puso al ministro Sain un comisario para que lo controle. El resultado, según el radical, es que nadie sabe quién manda, por lo que el aumento del delito no se debe a la pandemia ni al aumento de los pobres, sino a que las patrullas en la calle bajaron de 160 a 30, y que los delincuentes se hacen un picnic.

El tema no es menor, no sólo por lo que implica la seguridad en la lista de prioridades de los santafesinos, sino porque el actual gobernador basó su estrategia de campaña en esa temática. Y parecía armar un buen equipo. No sólo lo fue a buscar para jefe de la Policía a Víctor Sarnaglia, un jefe retirado, con buena reputación y amplios antecedentes en la institución.

Al mismo tiempo nominó como ministro del área a otro notable, que para todos es quien más sabe de seguridad, tanto que también fue contratado por la gestión socialista anterior, que aún hoy en plena disputa política por el tema lo sigue reconociendo.

Pero la gestión consume. Sarnaglia se encargó de amplificar lo que decía puertas adentro. Que el ministro lo quiere echar porque es su única piedra en el zapato, el que le dice que así no va, que además de una ley genial hay que tener una rápida implementación y que la gente está cansada de esperar. “Le dije al gobernador que en los primeros dos años no había que presentar ningún proyecto de ley. Hay que ponerse a trabajar con lo que hay”, opina, al tiempo que confiesa que ya había querido renunciar varias veces: “No vine para esto”.



Más un Fidel que un Che


Para Sain en cambio, para modificar el actual estado de cosas hay que ir hasta el fondo. Y elaboró tres proyectos de ley para que se debatan en la Legislatura. Ahora el socialismo le propone que los mande de una vez.

Para restarle fuerza a ese cambio, los críticos de Sain solían decir que para que se noten las reformas en seguridad, antes había que ir y volver a la Luna.

Eso decía Sarnaglia, más inclinado a la gestión rápida. Un comisario retirado al que Perotti fue a buscar a su casa en un barrio Fonavi de Santa Fe y que hoy admite que tal vez lo llamaron por su nombre más que por su capacidad. Lo concreto es que, según dice, charló un año con el gobernador sobre lo que había que hacer en seguridad y ocho meses después se queda afuera de la fuerza y asegura que el plan de Sain no tiene futuro, porque no tiene respuestas.

Más convencido está Sain, que pide que se corrija una comparación que le hicieron cuando asumió. “No soy el Che Guevara, soy Fidel Castro, porque no me fui a hacer una aventura por América Latina. Voy a construir una institucionalidad nueva. Si me van a emular con alguien, voy a construir un país digno, como Cuba”.

Y deja frases como esta: “A cualquier ministro le puede pasar que la Policía le corte boleto por abajo. Lo que no le puede pasar es que a lo largo de un período largo de tiempo no se de cuenta”.

Y es en este punto donde se despega de la gestión anterior que lo tuvo entre sus filas. Para Sain las expresiones vertidas por los legisladores en la última sesión de la Cámara de Diputados cuestionando la gestión de seguridad de este gobierno “son una reacción política”. Opina que se debe a que “estamos en la antesala del juicio a Omar Odriozola y Rafael Grau” (dos ex jefes policiales acusados de liderar una asociación ilícita que defraudó al Estado). “Hay sectores que están tratando de impedir todo lo posible que se concrete el juicio oral, juicio que inicia Pullaro a través de una denuncia anónima, que le llega a él, y que después termina con una componenda fenomenal”.

“Alejandro Druetta —recuerda Sain—, era el nene mimado en la lucha contra el narcotráfico, no solamente de Pullaro, sino de gran parte de funcionarios de la Justicia Federal rosarina, muchos de ellos funcionarios judiciales del peronismo. Hasta que ‘Ojito’ Actis Caporale (uno de los narcos más buscados) dijo ‘este era mi jefe en el negocio del narcotráfico’. Están tratando de postergar el juicio oral porque va a ser vergonzoso descubrir la connivencia que había”.

Y le mandó un mensaje al ex ocupante de su ministerio, Pullaro: “Si un ministro no tiene libertad de acción, entonces hay un problema. Si la voz cantante de los asuntos la llevan los sectores policiales porque vos te estás dedicando a tareas ajenas a lo que es la gestión, por ejemplo una campaña electoral, ahí habrá autogobierno policial. Yo trabajo 14 horas por día y no hago campaña”.


Las designaciones de Sain



Notas relacionadas



Facebook comentarios

Autor

Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También te puede interesar