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Política

“No esperaría que antes del 2030 tengamos menos del 25 % de pobreza, que es el piso de los últimos 30 años”

El frío se adelantó mientras se difundía que la pobreza llegó al 55,5 por ciento en el primer trimestre del año en la Argentina. No son los únicos nubarrones en el horizonte. El FMI refrescó su recomendación para se aumente la asistencia social al tiempo que el gobierno prioriza la suma cero del déficit como un asiento contable sin rostro humano. Pero hay más. La recesión económica infló la categoría inseguridad alimentaria severa, que se estrelló contra estibas de toneladas de alimentos sin destino. Fragmentación e inflación, diseñando un nuevo orden resbaladizo, asimétrico y con diagonales difíciles de asumir desde la racionalidad, pocas veces visto.   

Suma Política dialogó sobre el tema con el investigador del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS), de la Universidad Nacional de la Plata (UNLP) y magister en economía, Leopoldo Tornarolli. Codirector del Proyecto Base de Datos Socioeconómicos para América Latina y el Caribe, y autor de publicaciones sobre pobreza y distribución del ingreso, es categórico: el primer trimestre fue vertiginoso. 


Leopoldo Tornarolli

—¿La foto o la película? ¿Qué debemos tomar para el análisis de esta situación?

—Siempre es más interesante mirar la película más que la foto, pero quizás basados en los últimos dos meses, abril y mayo, es que la película se hizo un poquito más lenta que en los tres primeros meses del año, con la aceleración tan fuerte de la inflación y la devaluación de diciembre. La evolución de la pobreza parece haber sido tan vertiginosa que casi había que seguirla día a día, porque aumentaba fuertemente todo el tiempo.

Desde abril, amainó un poco esa velocidad, cuando entraron en juego las paritarias y algunas negociaciones salariales y transferencias sociales. Quizás se haya frenado un poco, aún no sabemos qué ocurrió con la pobreza en abril y mayo, tal vez evolucionó más lento que en el primer trimestre. En septiembre se sabrá el promedio del primer semestre de Indec, que tal vez resulte menor, estimo alrededor del 50, porque utiliza una metodología diferente a la de la UCA (Universidad Católica Argentina), que dio el 55 por ciento, días atrás. 

—¿Quiénes son y por qué integran ese porcentual que alcanza a la mitad del país?

—Tanto la UCA como Indec comparten la medición de pobreza monetaria, esto es en base al ingreso en contraposición a una línea de pobreza que refleja el costo de comprar dos canastas diferentes (básica y alimentaria). Si bien medir por ingreso pareciera incompleto, el análisis muestra que están fuertemente relacionados con otras condiciones de vida y que resumen bastante bien la situación socioeconómica. No vas a encontrar problemas de inasistencia escolar en hogares de mayores ingresos, es un problema de los bajos ingresos donde los chicos ayudan a changuear a la familia o no tienen ropa para ir a la escuela; es decir el ingreso, si bien se usa como variable única, resume bien otras variables. 

Hoy en Argentina algo así como la mitad de los hogares pobres son hogares estructuralmente pobres, es decir que tienen problemas de acceso a servicios de infraestructura, viviendas con materiales de baja calidad y bajos ingresos, les cuesta llegar a fin de mes incluso en alimentos. Pero por otro lado, y en base a la película de estos últimos años, la otra mitad de los pobres son hogares que no siempre son pobres, que su situación depende de cómo va la actividad económica, que si funciona bien consiguen ingresos suficientes, pero en períodos donde la economía va para atrás ingresan en situación de pobreza. Incluso dentro de esta segunda mitad, hay un porcentaje no despreciable de hogares que tienen empleo formal y a pesar de eso no pueden salir de la pobreza. 

—“¿Se creen que la gente es idiota? Va a llegar un momento en que se va a morir de hambre y va a decidir, de alguna manera, para no morirse. Entonces no necesito que alguien intervenga para resolverme la externalidad del consumo. A la postre alguien lo va a resolver”, dijo el presidente Mileini 

—Lo de externalidades es un concepto bastante técnico en economía y Milei no hace un buen uso, al menos él cree que no es un problema, que no existe, cuando en realidad sí, pero no se relaciona únicamente con la pobreza. Pero sí hay un grupo de hogares, que son pobres estructurales, y que el mercado no los va a absorber ni siquiera cuando funcione bien. No van a conseguir un trabajo lo suficientemente bueno como para salir de la pobreza, porque no están calificados o por ejemplo una mujer jefa de hogar con varios hijos, ¿cómo hace para salir a trabajar ocho horas? Ahí la decisión del Estado es clara, si quiere que esa mujer entre en el mercado o prefiere que acompañe al crecimiento de sus hijos; quizás subsidiarla no es lo ideal, tal vez ella quiera trabajar, pero desde el punto de vista de los niños es una mejor alternativa. 

—Cuando el presidente dice, no se van a morir de hambre, algo harán, está pasando por alto la angustia de ese algo. Para una persona pobre, conseguir la diaria como le llaman, es un esfuerzo muy grande y sin embargo muchos creen que no les representa costo el sobrevivir.

—No sólo de este gobierno, está la idea de que muchos de los procesos de mercado funcionan en forma automática, que de un día al otro resuelven las cosas. Eso lleva a malas interpretaciones de creer que tampoco el mercado funciona, en realidad en muchas dimensiones funciona pero tiene su tiempo, no resuelve de un día para el otro. Por ejemplo, si la economía sufre una reestructuración, una apertura, eso hace caer el empleo, pero también que haya sectores que mejoren y absorban empleo, pero eso no es automático.

No es que una persona que perdió el empleo en Rosario va a conseguir inmediatamente un empleo en Córdoba, porque además en Argentina la gente no tiende a migrar tanto como ocurre en Europa o Estados Unidos, que la gente busca trabajo y se mueve con facilidad, acá la gente cuando pierde el empleo sigue buscando en su lugar, porque hay costos altísimos en moverse, entonces muchas veces los procesos de mercado aun si funcionan bien, toman su tiempo. Y en ese proceso, hay  una angustia enorme, un sufrimiento enorme y el Estado no puede retirarse de esos procesos, aun si creyera que el mercado va a funcionar bien, tiene que tener en cuenta que ese proceso no es espontáneo, que lleva un período de transición fuerte donde el Estado tiene que estar acompañando para suavizar los efectos negativos, al menos en el corto y mediano plazo.

—La pobreza no revertirá en años en las actuales circunstancias…

—Sí. Definitivamente. Vamos a tener un período bastante largo diría unos 15 años, que aun si  las cosas funcionan bien vamos a tener niveles de pobreza elevados, ojalá que la película sea que sean elevados pero decrecientes; pero no esperaría que antes de 2030, estemos por debajo del 25 por ciento de pobreza, que es el piso que hemos enfrentando en estos últimos 30 años, y que con la metodología actual nunca se perforó. Y aun si las cosas salieran bien, vamos a tener largos años de pobreza alta, en particular este año que ya sabemos que es un año de pobreza elevada y el próximo hay una incertidumbre enorme porque no sabemos qué va a pasar con la economía, si habrá un rebote de recuperación; si ocurriera eso la pobreza irá bajando unos puntos, pero una vez que pasa el rebote se necesitan políticas de crecimiento económico que sean sostenibles y que pueden significar una baja de la pobreza cada año.



—¿El actual es uno de los períodos de mayor desigualdad en el país?

—El período de retracción económica y de caída del Producto Bruto Interno (PBI), algo que viene ocurriendo hace varios años pero que se profundizó a comienzos de éste año, hace que los hogares que tienen mejores herramientas para enfrentarlo sean los que están mejor situados en la distribución del ingreso, y lo contrario ocurre en el otro extremo; no es una ley de hierro pero si uno mira la caída del PBI en América Latina, y en el mundo en general, ve que la desigualdad se profundiza y a su vez, la desigualdad preexistente a esos procesos se vuelve más grande y permanece en un nivel más elevado aun a la salida de ese proceso. En general las caídas del producto dejan como una especie de cicatriz, en un mayor nivel de desigualdad que persiste posterior a la recuperación de esa caída. 

Lo que ha ocurrido con la pobreza estructural, ese 25 que no podemos perforar es que Argentina no ha sostenido un proceso de crecimiento por un período suficientemente largo; sabemos que después de varios años de crecer se hace más difícil bajar la pobreza, se necesitan políticas más específicas y mejores, pero no hemos tenido el contexto donde esas políticas se puedan desempeñar. Aun cuando la estamos implementando, si la economía cae, esas políticas se ven compensadas negativamente por la caída del producto. 

Además, esas políticas parecen haber sido insuficientes. En hogares de pobreza estructural, los hijos han tenido alguna mejora pero en general no tienen niveles de educación superiores a sus padres ni mejor salud ni empleos mejores, entonces hay como una persistencia a la situación de pobreza en la que los niños nacen y que terminan creciendo y se le transmite a los resultados que tienen a lo largo de su vida, y no hubo políticas que hayan sido capaces de romper esos ciclos.

—Considerando ese contexto, cuál sería la foto entonces hoy de Argentina.

—El principal problema es que en términos relativos, Argentina se ha retrasado mucho con respecto a países vecinos. Históricamente fue el país con un desarrollo económico más alto y por eso sigue estando en mejores condiciones, pero se nos acercaron mucho algunos países vecinos, incluso otros nos han superado. Antes parecía que estábamos un paso adelante, ahora esos cinturones de pobreza que veíamos alrededor de las grandes ciudades, desde hace varios años para acá son comunes, lo mismo la gente viviendo en las calles. Muchas cosas que antes parecían diferenciarnos ahora nos igualan a otros países de la región.

Lo que sabemos es que el cierre del año va a ser tan difícil como ahora, quizás un poquito mejor si mejoran los resultados de ciertos sectores que el año pasado no estuvieron: hubo una sequía muy fuerte y el Estado se encontró con una escasez de dólares enorme. Si bien esos recursos están concentrados en sectores de altos ingresos, aportan los dólares que hacen que el Estado tenga algún margen mayor para hacer políticas sociales. El jueves hubo un comunicado del FMI, donde le recuerda una vez más al gobierno que en un período de ajuste tan fuerte deben priorizarse los sectores sociales, con lo cual esperamos que el gobierno lo tenga en cuenta. Pero no esperaría un fin de año con luces de colores sino tratar de mantener esta situación y esperar hacia adelante. Van a ser años difíciles para Argentina, hemos acumulado muchos desequilibrios a lo largo de los años. El gobierno actual dice resolverlos pero no pareciera por ahora que haya encontrado la tecla justa y, por el contrario, hay fuertes efectos de corto plazo y no vemos claro los beneficios a largo plazo.


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