Los comerciantes minoristas y mayoristas de Rosario y la región empiezan a sentir los estragos de una crisis derivada de la combinación de recesión con alta inflación que generó una caída de ventas estrepitosa en el primer trimestre del año de entre 15 % y 30 % en volúmenes, a pesar de que los valores en góndola en abril comenzaron a mostrar un poco más de calma.
“Las ventas se están cayendo cada día un poquito más en Rosario y Córdoba comparado con Buenos Aires”, anticipó Martín Parodi, vicepresidente de la Cámara de Almacenes y Distribuidores Mayoristas Rosario (Cadimro) y titular del grupo que lleva su nombre, al detallar que la comercialización del canal mayorista hacia sus clientes minoristas (almacenes y autoservicios) se redujo entre 12 % y 15 % en el período enero-marzo de este año en forma interanual.
En ese lapso el mes más complejo fue marzo, donde los indicadores mostraron retracciones de hasta 20 %, según el empresario, en el marco de un escenario de precios que, si bien siguen por las nubes, empezaron levemente a desacelerar. Por caso, el acumulado anual de subas al mes de abril llega al 333 %, aunque “veníamos de un pico en febrero de 384 % interanual, que descendió a 370 % en marzo”, agregó Parodi.
Ese mismo diagnóstico es el que hizo Juan Milito, titular del Centro Unión Almaceneros de Rosario, quien reconoció que “la inflación no viene aumentando al ritmo de los meses anteriores”. Sin embargo, esa razón aún no es un disparador del consumo, ni siquiera un aliciente para su recuperación, lo que contradice la desafortunada declaración de la canciller Diana Mondino quien un mes atrás al referirse a los aumentos aseguró que “si la gente no tiene plata en el bolsillo no va a comprar alimentos”, lo que generaría a su juicio, una baja de los precios.
“Lamentablemente las cosas no bajan, aunque sí se desaceleró el ritmo inflacionario, salvo en algunos rubros como los lácteos que siguen aumentando casi al mismo nivel que venían haciéndolo”, detalló Milito y explicó que muchas compañías del rubro salieron del mercado interno y destinan su producción a la exportación.
Frente a esta coyuntura, las ventas físicas en los comercios de cercanía están 30 % por debajo en el primer trimestre de 2024 respecto de igual período del año pasado y en las grandes superficies llegan a una reducción del 40 %.
La caída del poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones explican esta dinámica. El último informe de coyuntura del Mirador de Actualidad del Trabajo y la Economía (Mate), que conduce el economista Sergio Arelovich, mostró que en sólo dos meses de este año el salario promedio de la economía perdió un 20 % de su poder de compra y el salario real en el sector privado se acercó al mínimo histórico alcanzado durante la crisis desatada en diciembre de 2001.
Además, en el segundo mes del año “las jubilaciones atadas al régimen de movilidad jubilatoria cayeron a valores de miseria”, indicó Mate, ya que su poder de compra es un 60 % menor al de 2015 y un 28 % menor a los mínimos históricos de la década de 1990.
Por eso, las estrategias que hasta ahora oficiaban como un gancho para el consumidor quedaron obsoletas. Así lo refirió Sergio López, secretario de la Cámara de Supermercados y Autoservicios de Rosario y la Región (Casar), un sector que experimentó una caída de ventas de entre 18 % y 20 %. “La gente está aprendiendo una nueva forma de comprar y nosotros de vender”, explicó al señalar que los clientes ya no tienen la capacidad económica para aprovechar promociones del tipo 3×2 o similares y por eso tampoco funcionan tanto. “En nuestros supermercados o autoservicios unificamos el precio y pasamos la promo a una unidad para que el cliente pueda comprar lo que necesite”, detalló López.
Más allá de lo que llega al bolsillo vía remuneraciones o ingresos, la pérdida del poder adquisitivo de los argentinos “será mucho mayor que la caída del salario”, según un relevamiento de la consultora Abeceb que desde hace años testea la evolución del consumo con precisión.
“El salario real en el sector privado formal podría caer en promedio 6,1 % en 2024 pero el ingreso disponible podría reducirse más del doble, producto del fuerte reacomodamiento de los precios relativos de las tarifas de gas, luz, agua, transporte público y combustibles, cuyos precios se vienen ajustando muy por encima de la inflación impactando con fuerza en los bolsillos”, planteó el informe.
Por esa razón desde el sector comercial hace varias semanas se reunieron con funcionarios del gobierno provincial y autoridades de la Empresa Provincial de la Energía (EPE) para pedir cuotificar el pago de las boletas que están llegando con suculentos aumentos. No se llevaron una respuesta concreta, pero sí la certeza de que en mayo podrían volver a subir la tarifa ya que la empresa mayorista Cammesa le pidió a la Secretaría de Energía un aumento del 100 % en el costo de la energía.
“Esa pérdida de poder adquisitivo se verá reflejada en una caída del consumo privado que podría rondar el 8 % durante este año”, puntualizó Abeceb, haciendo un paneo sobre todo el país.

Y es justamente esa foto la que ahora empieza a verse con más claridad en Rosario, una ciudad donde el comercio explica el 38,3 % de la facturación total de todas las unidades productivas. Un sector que en enero (último dato relevado) cayó 7,2 % interanual.
“Hay precios que el consumidor no va a validar porque no puede pagarlos”, aseveró López de Casar, quien explicó que las marcas más reconocidas tuvieron una mayor caída de ventas por los altos precios. En ese punto valoró la decisión del supermercadismo de Rosario de dar lugar en otro tiempo a marcas regionales, de empresas pymes santafesinas, que por ejemplo en el caso de los lácteos hoy están ocupando más espacio en las góndolas que las más reconocidas.
Para Parodi se trata de “un proceso recesivo pocas veces visto y distinto a lo que ocurrió en 2001”. Explicó que hay categorías, como aceites o papel higiénico, que bajaron en el último mes 20 puntos, mientras que en rubros como perfumería y limpieza las industrias no avizoran incrementos de aquí en adelante. Sin embargo, “el consumo no reacciona todavía porque los sueldos no le ganan a la inflación”, reflexionó el empresario y planteó que ocurre un fenómeno inverso al que se dio históricamente, donde están stockeados a precios más altos de los que compran y a los cuales deberían vender.
Aun así, para López las bajas de parte de la industria y del sector mayorista al canal minorista “llegan vía promociones por cantidad”, es decir son bonificaciones más que reducciones reales. Por eso consideró que con un consumo tan ajustado esa estrategia deberá cambiar. “Creemos que se va a ir acomodando y tendrán que bajar los precios a pie de lista y no seguir con bonificaciones”, explicó, porque si “los tradicionales formatos de venta no cambian, el consumidor no va a ir”, aseveró, al dejar claro que son tiempos donde las compras serán diarias, racionales y acorde a un bolsillo más flaco.
