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Economía

El campo como factor del triunfo de Milei: ¿qué espera del nuevo gobierno?

La contundente victoria de Javier Milei en el balotaje sacudió a la política argentina y el sector agropecuario tiene motivos suficientes para sentirse protagonista. La diferencia de votos en las regiones agroindustriales estuvo casi de manera uniforme por encima del 60 por ciento, llegando en algunas localidades a aproximarse al 80. 

En los departamentos más relevantes de la zona núcleo como Marcos Juárez, en el sudeste cordobés, llegó al 75 por ciento. En Río Cuarto en Córdoba o Las Colonias en Santa Fe, el porcentaje estuvo en 73 y 77 por ciento respectivamente. En Pergamino, al norte de la provincia de Buenos Aires, Milei obtuvo el 62 por ciento de los votos. 

En Santa Fe, La Libertad Avanza se quedó con el 62 por ciento de los votos, con departamentos, como San Martín, donde superó el 73 por ciento, o San Justo, donde se estiró hasta el 77 por ciento. El ancho de la diferencia puede leerse como un respaldo al candidato libertario que irrumpió en la política argentina como un vendaval desde la televisión, pero también como una renovada expresión de rechazo al kirchnerismo. 

Los resultados del último domingo demuestran que la ruptura provocada por el conflicto del 2008 aún permanece e, incluso, se fue profundizando a fuerza de desencuentros y confrontaciones reiteradas. 


Un sinfín de desacuerdos


Tan solo unas horas después de la derrota, el gobierno nacional anunció un nuevo esquema de dólar exportador compuesto de un 50 por ciento al valor oficial y un 50 por ciento al valor financiero, lo que implicó una devaluación de hecho. 

La medida, adoptada con la mirada puesta sobre el presupuesto público y con el objetivo de brindar incentivos para una liquidación de divisas que permita sostener una mínima estabilidad hasta la transferencia de los atributos de mando el 10 de diciembre, tiene un impacto controvertido en el segmento de la producción. 

Como ya sucedió con los anteriores regímenes especiales para la exportación, el beneficio macro se concentra en las industrias y las cerealeras, y perjudica a los productores, en tanto el incremento del precio de la soja en el mercado local supone un aumento automático del costo de los alquileres que deberán afrontar, en muchos casos, con soja ya vendida a un precio anterior a la devaluación. 

La necesidad de refrenar una situación cada vez más insostenible, con un déficit fiscal total en niveles del Rodrigazo, las reservas avanzando en el terreno negativo, deudas comerciales acumuladas y retrasos importadores, deja expuesta una lógica de política económica que primó a lo largo de los últimos cuatro años, en los que se desconocen los factores que inciden en la toma de decisiones de los agentes de la economía real y se adoptan medidas de modo inconsistente y descoordinado que derivan en efectos contrarios a los objetivos anunciados. 

La decisión gubernamental busca dotar de mercadería a la industria procesadora que elabora la harina, el aceite y los pellets que la Argentina vende al mundo, e incide de forma directa en el valor agregado de los alimentos que se consumen en el mercado interno. Sin embargo, como paliativo a los precios de la canasta básica resultó altamente ineficaz, lo que se refleja en un índice inflacionario que ya supera el 140 por ciento interanual. 

Por otro lado, la Bolsa de Cereales de Córdoba indicó que la importación de urea, un insumo estratégico, es la más baja de los últimos siete años. En septiembre, las compras de urea retrocedieron un 66 por ciento respecto al mismo mes del año pasado. Por su parte, la importación de herbicidas también mostró una reducción. Las compras de glifosato cayeron un 73 por ciento respecto de septiembre de 2022, representando el valor más bajo en los últimos cuatro años. 



Choque de planetas 


En la interpretación predominante del sector agropecuario, el estancamiento productivo de los últimos años no se debe a la sequía ni a factores externos como la guerra, sino a la mala gestión de las políticas públicas que provocaron que la Argentina pierda posiciones con respecto a Brasil, incluso en el mercado de aceites y harinas, donde dejó el primer puesto a nivel mundial.  

El significado de que los 3 millones de votos que distanciaron a Javier Milei de Sergio Massa se concentren en las regiones productivas trasciende las simples rivalidades políticas. De hecho, en provincias con sectores económicos altamente dinámicos como San Juan o Neuquén, el incremento de votos del libertario fue sustancial. En las zonas agroindustriales esa diferencia no hace más que profundizar una grieta que cada vez más aparenta ser irreconciliable. 

Para el agro, las expectativas están puestas en revertir la tendencia de un Estado que busca financiarse con los recursos generados por el sector exportador sin aplicar ningún tipo de incentivo para potenciar la producción. Es por eso que el espíritu emprendedor se difundió tan ampliamente por el agro, donde la sensación es la de que se hace todo aún con el Estado en contra. 



Milei, entre Vilella y Caputo


Uno de los pocos anuncios que el presidente electo realizó es el de la designación de Fernando Vilella a cargo de Agricultura. Se trata de un académico de la UBA con una larga trayectoria ligada a los agronegocios y la bioeconomía, dos conceptos centrales para el desarrollo futuro del sector, y uno de los principales focos de incomprensión desde el gobierno actual, que prefirió estigmatizar y desconocer. 

Vilella estará acompañado por Pedro Vigneau, expresidente de AAPRESID y actualmente titular de Maizar, una de las cadenas más pujantes, con fuerte arraigo y un potencial industrial fundamental para la integración productiva desde el interior. La presencia de referentes con prestigio e inserción social marca una diferencia clave para los próximos años de un sector que será determinante para la salida de la crisis. 

Pero sin dudas el foco de mayor atención serán las retenciones. Desde el equipo del nuevo gobierno aseguran que serán eliminadas y las cargas serán consideradas como anticipo de ganancias. La designación de Luis Caputo al frente de Economía no es una noticia demasiado alentadora al recordar el descalabro financiero desencadenado en 2018 que terminó golpeando al agro a través de una crisis financiera con pocos antecedentes. 

El recambio de gobierno encuentra al campo en medio de la siembra y con un viraje en términos climáticos que promete un horizonte más alentador para el segundo trimestre del 2024. La suerte está echada y las responsabilidades designadas. Quedará por ver qué deparan los acontecimientos. 


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