Cuesta abajo en la rodada; y al final, cuando se expresó ese corazón gigante de la Argentina que es la provincia de Buenos Aires —38 por ciento del padrón nacional—, en una elección clave, cayó dramáticamente el último registro de esperanza que le quedaba a la Casa Rosada: la rémora del triunfo arrollador en noviembre de 2023. El poder se le escurrió como arena entre los dedos, y en menos de 22 meses, LLA rompe su último espejismo, cae derrotada por paliza ante el peronismo kirchnerista en la provincia más grande de la Argentina por cerca de 14 puntos, 47 a 33. Las terceras fuerzas no consiguieron un rol relevante, tanto la centro derecha (Somos Buenos Aires, entre otras) como la izquierda trotskista, anduvieron por el andarivel de los cinco puntos. Además de concejales, estaban en juego 46 diputados y 23 senadores para la legislatura bonaerense.
Sobre el final de una noche de celebración para el peronismo, uno de los grandes artífices del triunfo bonaerense, el gobernador Axel Kicillof, les habló a los manifestantes: “un triunfo de los bonaerenses para todo el país, un triunfo del peronismo para todos los argentinos”, dijo el gobernador, rodeado de caras sonrientes.
“Los votos le dieron al presidente un mensaje, van a tener que rectificar el rumbo. Le dijeron a Milei que no se puede frenar la obra pública, no se le puede pegar a los jubilados, no se puede abandonar a las personas con discapacidad, no se puede desfinanciar la salud, ni la educación, ni la universidad”.
La militancia coreó: “Traigan al gorila de Milei, para que vea, que este pueblo no cambia de ideas, lleva las banderas de Evita y Perón”, a la vez que proclamaba que “es para Axel la conducción”. Sin embargo, en ese acto de sesgo axelista, también hubo un tiempo para un audio de saludo y felicitaciones de Cristina Kirchner, desde su domicilio de detención, San José 1111, que agradeció al pueblo de la provincia de Buenos Aires “en una jornada histórica”.
Cristina, a tono con la palabras del gobernador, expresó: “Ruego a dios que le de Milei la serenidad y sabiduría para escuchar a las urnas” , y expresó agradecimientos a Kicillof, intendentes, Sergio (Massa), Juan (Grabois) y también a su propio hijo, Máximo, que permaneció con su madre en el barrio de Constitución. “Un triunfo que nos llena de orgullo y también una fuerte responsabilidad”.
El gobernador, en su noche más gloriosa, agradeció a CFK “injustamente presa; debería estar acá en este escenario con nosotros”. Y proyectó su triunfo a todo el territorio nacional, llamó a la unidad del peronismo, a continuar trabajando para octubre —mencionó a los candidatos a diputados nacionales, con Jorge Taiana a la cabeza—, le exigió al presidente que lo reciba y que rectifique sus políticas, y también le hizo una señal al conjunto de gobernadores no peronistas que a partir de anoche empiezan a sentir la orfandad de no tener destino político presidencial para 2027. Cuando el peronismo se despierta electoralmente, y tiene una figura relevante y con votos en la provincia más grande de la Argentina, tambalea el mileísmo, y otros intentos que se presentan como opción de tercera vía.
Con el mazazo electoral de este domingo, todo indica que el gobierno se clavó tempranamente el último clavo en su propio cajón. Y el peronismo kirchnerista, lejos de estar muerto, revive y sigue en carrera para el 26 de octubre, donde tiene servida la posibilidad de profundizar la unidad, y reconstruir una propuesta para ganar en el país y proyectarse para el 2027. Mas allá del peronismo, por ahora, no se visualiza una fuerza política organizada en la Argentina con capacidad de diseñar la salida de la debacle económica y social que deja un libertarismo quebrado.
Pasadas las 22, finalmente Javier Milei reconoció la derrota. En un discurso de tres minutos, habló de autocrítica, pero a la vez redobló su propuesta económica. La pregunta es con qué poder político. “El rumbo se confirma, lo vamos a acelerar y profundizar más”. Repitió datos incomprobables sobre crecimiento económico y pobreza, y terminó con un “vamos a seguir abrazando las ideas de la libertad”. Chocar a la Argentina parece el objetivo deliberado de un presidente encerrado en su laberinto.
La gobernabilidad de la Argentina quedó entre signos de pregunta.
Con el resultado de este domingo, una prueba clave a la que el propio Milei contribuyó a darle alcance a nivel nacional, cobra significado la sucesión de derrotas parlamentarias que viene sufriendo el gobierno. El último jueves, en el Senado, en oportunidad de la caída del veto a la ley de emergencia en discapacidad, José Mayans, el jefe del peronismo, dejó una frase premonitoria: “Milei está terminado”. La elección bonaerense y el extraño modo en que la tomó el propio Milei, parece confirmarlo.
La respuesta popular al plan de la motosierra se hizo sentir en Buenos Aires; cerca del 63 por ciento de presentismo en una elección legislativa, provincial y desdoblada, quiebra en gran medida la tendencia al ausentismo que venía expresándose en elecciones similares en distritos grandes de la Argentina como Santa Fe y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde sólo fue a votar alrededor del 50 por ciento del padrón.
La Argentina agredida se empezó a despertar. Ganó, luego de casi dos años, y por primera vez, el PJ, el único partido que se opuso orgánicamente y casi sin fisuras desde el día uno al programa económico del presidente, que votó en contra de la fundacional Ley de Bases (con excepción de la izquierda y algunos diputados sueltos de bloques provinciales), aun cuando en 2024 la hegemonía libertaria alineaba a decenas de legisladores de bloques intermedios que le luego se fueron alejando del gobierno, a medida que la gestión extravagante de Milei mostraba su incompetencia.
Desde la noche del domingo empieza otra Argentina, aunque con pronóstico delicado.

































