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Sociedad

Juan Manuel Díaz, un diseñador industrial entre el urbanismo, la movilidad y el medio ambiente

A partir de una categoría utilizada en el mundo automotriz, Juan Manuel Díaz asegura que Rosario tiene una “calidad percibida media” porque aún conserva muchos problemas en su ordenamiento territorial. Dice, por ejemplo, que la cantidad de cables aéreos “afean la ciudad”, que aún se pueden ver veredas rotas, pozos y que no se ha trabajado para disminuir los niveles de ruido. En cuanto a la movilidad, es partidario de limitar el ingreso de autos al centro de la ciudad, fortalecer el transporte urbano en las zonas más densas y promover simultáneamente la utilización de aplicaciones como Uber o Didi para descomprimir la alta demanda de traslados. 

Díaz (51) es rosarino, vive y trabaja en Alemania, es reconocido como uno de los mejores diseñadores de autos del mundo y sigue manteniendo un fuerte vínculo con la ciudad a partir de proyectos de movilidad sustentable y del desarrollo de coches eléctricos para el transporte público. En diálogo con Suma Política abordó algunos de los temas que lo desvelan en cuanto a la planificación urbana en la previa de la conferencia que brindó en el Club Cultural Nexo, bajo el lema “¿Cómo sería una ciudad desde el diseño industrial, urbanismo y ambiente?”

—Las grandes urbes pueden convertirse en lugares hostiles para algunos segmentos de la población ¿cómo se construye una ciudad más amable? 

—Hoy Rosario tiene una calidad percibida media, que es una categoría que se utiliza mucho en el mundo automotriz. No es baja porque obviamente es una linda ciudad que está urbanizada, pero la foto es la misma de siempre: te parás en cualquier calle del centro, mirás para arriba y ves cualquier cantidad de cables que no se usan, que afean la ciudad, alguna veredita rota siempre hay, o una caquita de perro. Veo que eso le baja mucho la calidad percibida, porque vos tenés una ciudad muy linda, muy compacta, y eso también la hace poco amigable porque cuántos viejitos hay que se caen y se quiebran la cadera por una vereda, o cuántos tipos hay que agarran un pozo y se les rompe el auto. Además no hemos bajado los niveles de ruido y muchas veces te encontrás en un bar tratando de hablar con alguien o de mandar un mensaje y es imposible. Yo creo que son pequeñas intervenciones donde todos podemos ayudar, no podemos esperar todo de la política, todos podemos colaborar teniendo un comportamiento mucho más sociable. 

—Hace algunos años, sobre todo desde la pandemia, estalló una crisis con la cuestión del transporte en Rosario; menos gente en los colectivos, más cantidad de bicicletas pero también gran cantidad de personas usando aplicaciones ¿cómo sería pensar una movilidad sustentable en este contexto? 

—Creo que hay que priorizar el transporte público en las zonas más densas. En muchas ciudades el auto llega hasta donde se lo deja llegar, eso es una cuestión de política pública, de decisión política. Y hay que bancarse el costo, porque sino seguiríamos viviendo en un pueblo pisando tierra. Recuerdo que una vez querían poner carriles exclusivos para que los vehículos tuvieran una velocidad comercial más alta y el dueño de un local se quejaba de que no le iban a entrar clientes pero era mentira, era porque no podía estacionar su auto enfrente. Hay que pasar a otro nivel, la ciudad tiene mucho potencial, hay que hacer crecer el turismo. Gracias a Dios hemos dejado atrás una época nefasta de violencia. Y la ciudad va a mejorar cuando la gente se comporte mejor, levante la caquita del perro, y cuando se tomen las decisiones políticas que hay que tomar más allá del costo para que Rosario pueda dar un salto de calidad. 

—¿Cuáles son esas decisiones políticas que hay que tomar?

Yo soy favorable a que si vos querés ir al centro de la ciudad si no tenés cochera no entrás. Llegás con el transporte público, o con un Uber, porque también estoy a favor de Uber. También hay que mejorar el transporte en las zonas más densificadas. 

—Con respecto al déficit habitacional se dice que hay muchos departamentos vacíos y mucha gente buscando dónde vivir ¿el Estado debe intervenir para regular el mercado? 

Yo no creo que deba intervenir la gestión pública en eso. Si yo tengo dinero para comprar un departamento y no vivo, no debería haber problemas con eso. El Estado debe intervenir con programas de vivienda. Estuve en Córdoba y las villas están detrás de las fábricas, y no digo que hay que esconderlas, pero también hay suelos productivos que hoy están ocupados. Al mismo tiempo hay que hacer un buen proyecto de viviendas dignas, porque esa gente tiene que vivir dignamente. No estoy en contra de que a la gente se le dé una mano para vivir mejor, pero estoy a favor de que el mercado sea libre. Hay inversores que ponen dinero para construir un edificio y todo eso genera trabajo. Si yo me compro 25 pantalones y no me los quiero poner, el Estado no me tiene que decir “se los tenés que dar a tal”. 

En los últimos tiempos vimos fenómenos climatológicos muy crudos ¿se puede hacer algo desde la planificación urbana para proteger a las ciudades? 

Un montón de estos fenómenos se generan por las olas de calor, y eso ocurre cuando hay cemento. Los edificios absorben el calor de día y lo dejan de noche, y en el mundo hay un montón de ejemplos, no hay que tener miedo a copiar porque eso ayuda a elevar. Por ejemplo, el Centro Cultural Fontanarrosa es muy lindo estéticamente pero ahí no podés plantar árboles porque abajo hay una cochera, bueno, eso se puede discutir, pero más allá de eso podés hacer techos verdes que recolecten agua de lluvia. Se pueden hacer un montón de cosas, también podés captar la energía que genera el sol. Yo creo que los consorcios de los edificios del centro deberían tener la cantidad de paneles solares necesarios para poder sostener el uso de ascensores y la luz del palier. 

De lo que viste en otras ciudades del mundo ¿que traerías a Rosario? 

Yo creo que Rosario necesita mejorar el turismo para dar un salto de calidad. Hoy podemos hablar de todo esto porque se terminó una era nefasta de violencia, se acabó o se pausó, pero esperemos que se haya acabado, y creo que eso nos podría ayudar. Si la ciudad es más pintoresca, estéticamente más agradable, con pequeños cambios como arreglar las veredas o tapar los pozos, sacar los cables, mejorar el arbolado público, podría generar un impacto más positivo. 


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