La causa que hasta ahora produjo la caída de Serjal, Ponce Asahad y Peiti expone una típica práctica mafiosa, sólo que lejos de los clásicos códigos del hampa aquí no hubo lealtad de ninguna clase entre los “socios”. Suma Política habló con el fiscal Luis Schiappa Pietra, uno de los investigadores del caso:
—Después de la detención de Peiti, ¿hay una dimensión del juego clandestino que él controlaba en la provincia?
—La investigación fuerte nuestra no estaba orientada al juego clandestino. Llegamos lateralmente por una investigación de extorsiones que desencadenaron el homicidio en el casino City Center y por determinadas evidencias obtenidas en esa investigación terminamos en Peiti. Cuando llegamos a Peiti advertimos que era una persona vinculada con el juego legal e ilegal. Tenemos evidencia para fundamentar una imputación, pero no podemos dar precisiones porque es una investigación que recién se inicia. La investigación nuestra no es sobre el juego, a diferencia de la que existe en Melincué o de las que se hicieron en Casilda y en Villa Constitución. En estas dos semanas, lo que hicimos fue advertir que esta persona que declara como imputado colaborador tenía un rubro de negocios vinculados al juego y en eso estamos avanzando. No podría ser preciso en cuanto a cantidad de casinos y al monto de las recaudaciones.
—¿Cuál es el vínculo de Peiti con David Perona, el capitalista de Rafaela?
—Puede haber un vínculo de relaciones comerciales a partir de sus negocios vinculados al juego clandestino.
—Entre los detenidos está el ex comisario Alejandro Torrisi, al que acusan por “administración de negocios ilícitos”. ¿En qué consistía esa tarea?
—Torrisi era un vínculo que tenía Peiti con un sector importante de lo que nosotros creemos que puede ser un lado policial. Contactos con sectores policiales que estamos desentrañando. Pudimos constatar que Torrisi tenía contactos con policías retirados y en actividad y regenteaba algunos de los casinos clandestinos que funcionaban bajo la dirección o la responsabilidad de Peiti.
—¿Qué hacía Torrisi como “regente” de esos casinos?
—Buscaba el dinero, la recaudación, hablaba con Peiti para ver dónde habilitar otros casinos, cosas por el estilo. Todavía tenemos que profundizar. Tuvimos una sucesión de imputaciones que nos detuvo en la investigación. Venimos de dos semanas muy activas, tenemos mucho por investigar en relación al juego.
—¿Cuál es la situación de Nelson Ugolini, el empleado de Ponce Asahad?
—Cuando la persona que organiza los atentados en el casino le pide un contacto en la fiscalía, Peiti le dice que sí y llama a Ugolini, que hace la averiguación (NdeR: por dos detenidos de Los Monos). Lo que le imputamos a Serjal no es sólo la dirección de cada detalle, sino la conducción de una serie de decisiones que tenían por fin cumplir con ese pacto que habían desarrollado con Peiti. Es decir, Serjal se preocupó porque esas causas tuvieran un referente común, que pudieran ser conocidas por él, intervenir en esas causas en las instancias de investigación para transmitir información de los allanamientos. En algunos casos esas investigaciones tenían que estar asignadas a distintas unidades incluso por propias resoluciones de Serjal y aun así las sacaba de esas unidades y se las daba a Gustavo Ponce Asahad. En un caso el propio Ponce Asahad inventó un legajo para intervenir en otras investigaciones. Todo esto le imputamos a Serjal, no fue solamente asumir que sabía que en ese momento Ugolini transmitía información. Obviamente había un acuerdo común.
—En el teléfono de Ugolini se encontró el borrador de una denuncia contra ustedes.
—Se encontraron un montón de cosas. Logramos acceder a la totalidad del contenido después de la imputación y entonces tenemos mucha evidencia que no llevamos a la audiencia. Más que denuncia era una especie de panfleto anónimo donde hacía referencia a cuestiones personales. Querían armar algo. Esto comienza con Peiti prófugo y la imputación a los involucrados en el atentado contra el casino, donde ellos no estaban. Se la vieron venir cuando se denunció la filtración de la fiscalía y trataron de armar ese panfleto.
—¿La visita de Serjal al Organismo de Investigaciones, cuando notó el avance de la investigación sobre Peiti, era parte de la rutina de trabajo?
—Fue una situación azarosa. O no tanto, no sé. Serjal nunca iba al Organismo de Investigaciones. Probablemente haya tomado algún tipo de información, fue al Organismo —una entidad separada del ministerio público, funciona en otro edificio— y en ese momento la encargada no estaba presente, el director tampoco, y los empleados le mostraron una investigación que él les pidió y le exhibieron un croquis. Al otro día va con Ponce Asahad, pide volver a ver la investigación. Peiti dice que en ese momento lo llaman y le piden que cambie sus teléfonos. Todas las intervenciones se cayeron. Era un plan común, había actividades concertadas, dirigidas a ese fin.
—¿El ex diputado Scataglini aclaró su llamado telefónico a Peiti?
—No tenemos más que el llamado. No quiero ser apresurado o imprudente para hacer afirmaciones. A la fecha no obtuvimos evidencia de ningún tipo de vinculación. Por ahora lo que tenemos es el audio y no más que la información. Ni más ni menos.