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Fotografía: Prensa UNR (unr.edu.ar)
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Política

Bartolacci: “La propuesta educativa de Milei es pre sarmientina; esta es la elección más definitoria desde 1983”

El debate sobre la educación común, gratuita y obligatoria parecía saldado cuando Julio Roca promulgó la Ley N° 1420. Casi siglo y medio después una promesa electoral  pone en riesgo esa esencia. “La propuesta de Milei es pre sarmientina”, dice el rector de la Universidad Nacional de Rosario, Franco Bartolacci, en medio de una semana donde carpetazos y rumores encrespaban las aguas sociales convirtiendo el preludio electoral en algo inaudito. “Creo que hay que reinventar la política incluso en sus formas institucionales”, enfatiza. 

—¿Cómo está viendo este momento electoral?

—Como todo proceso importante para el futuro del país, con mucha preocupación y ocupación creo que, paradójicamente, porque se cumplen 40 años de recuperación democrática, es la elección más definitoria desde 1983 hasta esta parte, porque pone en debate y discusión los fundamentos mismos del pacto democrático de aquel año. Creo que es la más relevante de estos cuarenta años. 

—¿Cuáles son los aspectos que jaquean ese pacto?

—Los que se están debatiendo vinculados a la democracia, al Estado, a los derechos humanos. No recuerdo que otra elección presidencial en Argentina haya puesto en el centro de la discusión, de la manera tan abierta y franca como se está poniendo ahora, esta agenda. Asumimos que hay un piso básico construido por la sociedad argentina, que le dio sustento a ese proceso de recuperación democrática, que hizo que la Argentina saliera de la dictadura de una manera inédita, como no sucedió en ninguna parte del mundo, todo eso hoy está en discusión por parte de Javier Milei y las propuestas que conlleva. 

Ese pacto fue la última gesta colectiva que produjo la sociedad argentina y vengo trabajando mucho la idea de que la universidad tiene que contribuir a lo que entiendo tiene que ser la nueva gesta por la inclusión, convivencia y desarrollo que es lo que el país necesita. Hoy somos conscientes de los problemas estructurales que tiene la Argentina, con cifras dramáticas de exclusión y marginalidad, creo que ese dramatismo también tiene que empujarnos a poner en marcha una gesta similar por esos tres tópicos.

—¿El programa de gobierno de Milei va en línea con una gesta por la inclusión, convivencia y desarrollo? 

—Como rector, en condición de tal, siempre he sido muy cuidadoso de no involucrarme en los procesos electorales, porque soy consciente de que represento a una comunidad muy diversa a la que tengo que respetar. Pero cuando se dice de manera tan clara, contundente y brutal qué es lo que se quiere hacer con la educación pública en general, con la universidad en particular y con la ciencia, cuando creo que lo que necesita el país es hacer todo lo contrario a esos planteos, y como ocupo una responsabilidad que tiene injerencia directa en la construcción educativa, entonces es mi obligación aportar mi consideración sobre este momento a la conversación pública.

Por eso me involucro, porque no creo que esa propuesta sea lo que el país necesita, creo que sería un enorme retroceso para la sociedad argentina, de lo poco bueno que hemos podido construir colectivamente, está precisamente lo que hemos hecho en materia educativa, universitaria y científica. Si hay una posibilidad de un futuro mejor es con más educación, con más universidad pública y con más inversión en ciencia. 


Bartolacci junto a Javkin y Schmuck en la muestra “83 Generación Democracia”

—Milei cita como ideal el modelo económico de Argentina a principios del XX, pero omite el estado de la clase trabajadora y la pobreza en el interior del país según el informe que en 1904 publica Bialet-Massé.

Pero la propuesta educativa de Milei es pre sarmientina, eso hay que decirlo con contundencia. Está claro que la sociedad argentina hoy tiene graves problemas y que la política democrática tiene que hacerse cargo de haber resuelto muchas cosas mal, porque el enojo, el hartazgo y el malestar de la sociedad es razonable, es legítimo, porque la política no resuelve los problemas de la vida cotidiana. Hoy la política explica lo que no puede hacer pero para recuperar legitimidad, tiene que encontrar una herramienta para que haga que lo justo y razonable sea posible.

Dicho esto, no creo que la salida sea lo que se plantea porque no me imagino un país donde se habilite la venta de órganos ni la libre portación de armas ni creo que un problema se solucione con menos educación y salud pública. Mi planteo es: cuidado que el malestar no nos haga tomar decisiones que nos conduzcan hacia un lugar peor; no es sólo un voto bronca, para mucha gente es un voto esperanza.

—Es una paradoja muy interesante eso de poner la esperanza en una promesa que augura espejismos.

—Por eso creo que más allá de los resultados de la elección, y del gobierno que se conforme, si este sacudón, es decir el debate que provocó la situación tremendamente difícil que atraviesa el país este año, no sirve para alumbrar una manera distinta de hacer las cosas, de abordarlas y resolverlas, el problema no tiene solución. Por eso me genera tanta presión todo el día en la gestión de la universidad, en cada cosa que hago, también pensar cómo eso tributa a devolverle legitimidad a la política y la gestión pública. Creo que esta es la tarea de fondo.

Está claro que el Estado hace muchas cosas mal, como universidad también tenemos mucho por corregir y cambiar, pero para mí es un mandato, en cada decisión que tomo, también pensar cómo eso puede contribuir a devolverle legitimidad a la gestión de lo público y a la política, para desandar el camino que estamos transitando hay que pensar en cómo se hace eso, haciendo las cosas de otra manera. 

—En el camino a desandar está la movilidad social… 

—Justamente, una de las pocas herramientas que aún le quedan a la Argentina para garantizar ese proceso de movilidad social ascendente es la universidad pública, entonces no es desarmando lo poco bueno que tenemos y donde aún queda algo de esperanza para alumbrar un futuro mejor. Soy nieto de abuelos analfabetos, hijo de un padre inmigrante, primera generación de universitarios, yo no hubiese podido ser un profesional si no hubiese sido por la universidad pública, y esto, por más que sea frecuente, no hay que dejar de destacarlo porque no ocurre en ninguna otra parte del planeta. Y no es que el rector de la UNR dice que eso está en riesgo si gana Milei, sale de las propias afirmaciones del candidato presidencial cuando dice lo que quiere hacer con la universidad. 

—¿Los debe de la política son estructurales y también operativos?

—Hay que reinventar la política, incluso en sus formas institucionales. En un mundo en que cambia todo vertiginosamente, nosotros tenemos las formas institucionales de hace tres o cuatro siglos. Si queremos que siga siendo la herramienta que habilite la transformación social, hay que reinventarla, esto implica hacer las cosas de otra manera, fundarlas sobre otra base; es evidente que hay cosas que se han hecho muy mal y eso justifica el malestar. 

—Cómo ve los posicionamientos que van tomando distintos dirigentes políticos. El socialismo se expidió concretamente, el intendente Pablo Javkin opta por la neutralidad… 

—Ahí soy muy respetuoso de las posiciones de cada partido, además no me corresponde en mi carácter de rector hacer una valoración de esas afirmaciones. Pero el ballotage tiene eso, hay que optar, y ser neutral es una opción, pero no quisiera opinar porque no me corresponde como rector juzgar lo que hacen los partidos. De todas maneras creo que en la sociedad en que vivimos, lo que resuelvan los dirigentes y los partidos es relativo respecto de lo que haga efectivamente la sociedad. Lo que me toca a mí es lo institucional, cuando se lo interpela tan especialmente tenemos la responsabilidad de al menos compartir nuestra visión, contribuyendo con argumentos al debate público. Ya no es como un tiempo atrás cuando una dirigencia o un partido establecía una línea de acción y la sociedad seguía ese curso.

—¿Las redes sociales tienen que ver en esa pérdida de verticalidad?

—Creo que las redes, como están planteadas, empobrecen culturalmente. Por un lado democratizan la circulación de la palabra, eso está bueno, por otro lado creo que empobrece desde una perspectiva cultural, y eso hay que pensarlo también, por ejemplo tienden a simplificar cosas que son extremadamente complejas. Pasa a nivel mundial, hoy las cosas se discuten desde un lugar más pobre de lo que se hizo históricamente, es un proceso que me preocupa. 


Fotografía: Prensa UNR (unr.edu.ar)

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