Leandro Busatto no se calla sus diferencias con el gobierno de Omar Perotti. Presidente del bloque de diputados del Frente de Todos en la Legislatura santafesina, admite que la gestión provincial está “por debajo de las expectativas de todos”, aunque reconoce que la pandemia no puede dejarse de lado a la hora de las valoraciones. Le reprocha al gobernador falta de “amplitud política” y encerrarse en “su círculo íntimo” para la toma de decisiones. “No ha contemplado la expectativa de todo el peronismo”, asegura, y anuncia que esa situación determinará que con seguridad el PJ presente varias opciones para las elecciones de 2023.
Kirchnerista y militante de La Corriente, la línea interna del PJ que lidera Agustín Rossi, Busatto reinvidica la participación de su sector en las Paso “porque el PJ santafesino no tiene un liderazgo al que hay que subordinarse”, y cree que la conformación de un gran frente antiperonista en la provincia sería volver a una lógica política de hace 70 años en el país.
Reconoce que el gobierno provincial está en deuda en materia de seguridad —“no es fácil arreglar en dos años lo que se hizo mal en 12”— y, mirando hacia adelante, asegura que es necesario un gran acuerdo de todas las fuerzas democráticas de la provincia para enfrentar la mayor demanda de los santafesinos, aunque tiene una condición excluyente: la lucha contra el delito se tiene que liderar y conducir desde la política.
La siguiente es la charla que Busatto mantuvo con Suma Política mientras descansa en la costa atlántica.
—Un medio nacional (La Política Online) publicó que algunos sectores de la oposición en Santa Fe impulsan un cambio en la ley electoral, de manera tal que el gobernador electo tenga la mayoría en Diputados, algo que en la actualidad no está garantizado.
—No hay ninguna iniciativa al respecto, no escuché que haya algún legislador trabajando en eso. Pero tengo dos consideraciones: una general, puntualmente sobre los sistemas y las normas electorales. Las normas electorales siempre son susceptibles de ser revisadas y mejoradas. En algún momento la ley de lemas se pensó como un sistema que permitiría mayor participación y con el tiempo se fue desvirtuando. La boleta única vino a ponerle fin a un proceso desvirtuado y también está empezando a mostrar falencias, por eso me parece que en algún momento hay que revisar su funcionamiento.
—¿Qué piensa de la idea de que diputados acompañe al gobernador y concejales a los intendentes?
—En su momento fuimos muy críticos de la boleta única porque claramente ha sido una modificación de hecho de la Constitución, que establece que el ganador se lleva 28 diputados. Eso le daba al gobernador la potestad de tener una mayoría automática en Diputados para favorecer la gobernabilidad. La boleta única vulnera esa disposición, por lo cual siempre tuvo vicios de inconstitucionalidad. En aquel momento, junto con Eduardo Toniolli, fuimos a la justicia y presentamos un recurso de inconstitucionalidad, pero la Corte resolvió que era constitucional. Creo que en algún momento hay que revisar esa situación: o modificamos la Constitución o revisamos el sistema electoral.
—En cualquier caso, Perotti ganó las elecciones pero el bloque del Frente de Todos, que usted preside, es minoría en la Legislatura. Teniendo en cuenta esa particularidad, ¿cómo ha sido la relación oficialismo-oposición en estos dos años?
—La situación en la Cámara es de una mayoría consolidada y de minorías fragmentadas, lo cual es un contrasentido porque se terminan aplicando dos sistemas electorales: uno para la mayoría y el sistema D´Hondt para las minorías, lo que deja en desventaja a cualquier fuerza política. No solamente en el caso del oficialismo ahora o cuando le pasó a Antonio Bonfatti. Yo encabecé la lista de diputados del PJ, salí segundo y prácticamente tengo la misma cantidad de legisladores que el PRO, que salió cuarto; deberíamos proporcionalmente tener cinco o seis diputados más en detrimento del Frente Progresista si aplicáramos el sistema D´Hondt.
—¿Y en cuanto a la relación política?
—La relación oficialismo-oposición transitó por distintos momentos; la situación te obliga a conversar más, a generar más acuerdos, y también le otorga a la oposición —o le debería otorgar— mayor responsabilidad a la hora de legislar, sin que ello sea una pretendida cogobernabilidad como a veces algunos sectores intentan hacer. Una cosa es mayoría y responsabilidad política y otra muy diferente es cogobierno.

—¿Que la oposición no haya aprobado el Presupuesto tiene que ver con esa pretensión de la que habla o fue un desacuerdo coyuntural?
-Creo que es coyuntural: hemos tenido varios desacuerdos, la relación no ha sido fácil. Pero es coyuntural y desnuda algunas cuestiones que el Ejecutivo tiene que mejorar. No se puede estar hablando con tres o cuatro interlocutores del Ejecutivo a la vez, y que uno diga una cosa y el resto otra; hay que mejorar en todos los ámbitos. La Legislatura tiene que tener responsabilidad política y el Ejecutivo debería tener mayor claridad a la hora de hacer sus planteos.
—El diputado radical Maximiliano Pullaro dijo que el gobierno de Perotti es malo y que eso abre las puertas para un triunfo de la oposición en 2023. ¿Cómo lo calificaría usted?
—Yo creo que es un gobierno todavía en pandemia. Un gobierno por debajo de las expectativas de todos, incluida la nuestra. No se lo puede valorar con la misma vara que a los gobiernos anteriores, veremos después de la pandemia. Pero claramente la pandemia repercutió mucho, cambió las prioridades de la gestión, generó un proceso de mayor dificultad para tener un ámbito de cercanía con la ciudadanía, generó una caída abrupta de la economía no ya en términos locales o nacionales sino mundiales, hubo que relanzar el sistema sanitario. Eso trae claramente aparejado una gestión que no termina de encontrar su mejor versión en un ámbito que no tiene normalidad para juzgarla. Después tengo críticas respecto a lo político; no soy parte del espacio político del gobernador, y veo que a este gobierno le falta amplitud política; hasta aquí se ha encerrado sobre el círculo íntimo del gobernador y no ha contemplado la expectativa de todo el peronismo. Esto seguramente desembocará en que el peronismo generará para el 2023 varias alternativas, porque el gobernador se ha dedicado más a conducir su espacio que a conducir al conjunto del PJ. Con respecto a la chance de la oposición, siempre está latente que los oficialismos pierdan. Pero no me apresuraría a dar por finalizado el ciclo del peronismo en la provincia. El Frente Progresista, que fue un rejunte de partidos en contra del PJ, hizo cosas decididamente mal. Todas sus gestiones tuvieron malos resultados en seguridad y sin embargo tuvo tres mandatos. No sé por qué el PJ no podría tener otra oportunidad si replantea algunas cuestiones.
—¿Cómo ve la posibilidad de que toda la oposición se integre en un gran frente para competir contra el peronismo?
—Es una situación que no puedo juzgar porque no tiene sustento en la realidad. Pero me cuesta pensar que todos los partidos de la provincia, que no son el peronismo, se van a subsumir bajo un proyecto económico neoliberal como el de Macri, que lideró el proceso de ajuste y recesión que endeudó a la Argentina como ningún otro en los últimos 40 o 50 años. Porque en definitiva la hipótesis de que todos los partidos opositores confluyan es que ese frente sea liderado por Cambiemos, es decir por Macri. Me cuesta creer que no haya más creatividad en la oposición para ensayar algo superador.
—No sería muy distinto a lo que ha pasado otras veces en el país: peronismo versus antiperonismo.
—Si después de 70 años no podemos salir de esa lógica y esa antinomia, estamos complicados. Soy parte de una generación —tengo 41 años— que sin dejar de lado nuestra historia tiene que plantearse acuerdos hacia adelante en una sociedad democrática. Yo no jugaría nunca en contra de, sino a favor de. Si ocurre lo que vos planteás, sería volver al pasado, acumular hacia atrás y reproducir la lógica de hace 70 años.
—Después de la interna en el Frente de Todos, que fue bastante intensa (interrumpe)…
—La interna fue intensa pero necesaria. No estamos arrepentidos en nada de haber hecho lo que hicimos porque el peronismo santafesino no tiene un nombre propio que lo defina, no tiene un liderazgo al que hay que subordinarse. Si no hay suficiente generosidad para contemplar a todos los sectores, la interna es una herramienta válida para participar y mostrar las ideas.
—¿Y las heridas quedaron saldadas?
—Yo creo que sí, no hay que darle al tema más valor de lo que tuvo. Fue una interna. Nosotros trabajamos para que (Marcelo) Lewandowski pudiera llegar al Senado y (Roberto) Mirabella a Diputados, pese a que no fuimos convocados prácticamente en toda la campaña. Y funcionarios como Roberto Sukerman que eran parte del gobierno dejaron de serlo. Los otros sectores tomaron para con nosotros actitudes distintas. Lo que sí está claro es que hacia adelante hay diferencias de conceptos, de forma y de fondo, que van a seguir reflejando distintas versiones del peronismo y mientras no haya una síntesis que pueda nuclearlas, las internas van a seguir siendo una herramienta para dirimirlas. De hecho no creo que haya una única fórmula del PJ para 2023 y creo que nuestro sector, el peronismo kirchnerista, debería ofrecer a los santafesinos una alternativa que rescate cosas del gobierno provincial y que también plantee otras distintas.

—Dijo que todas las gestiones del Frente Progresista fracasaron en el tema seguridad. Perotti prometió soluciones en su campaña, y sin embargo hoy sigue siendo el principal reclamo de los santafesinos.
—Sí, sin lugar a dudas. El gobierno de Perotti no ha resuelto el problema de fondo, pero también es cierto que en dos años es difícil resolver lo malo que se hizo en 12. Y si bien puede parecer una excusa, destruir una política pública como la seguridad cuesta mucho menos que reconstruirla. No hemos tenido los resultados que esperábamos. Hay que trabajar para mejorar y para eso hay que convocar a un gran acuerdo político con la participación de todas las fuerzas democráticas santafesinas. El acuerdo tiene que ser sobre las formas, pero sobre el fondo no tiene que haber dudas ni especulación, no puede flotar la idea de que la política no puede hacerse cargo de la seguridad. Ese es un concepto al que no se puede renunciar nunca.
—En las elecciones recientes Carolina Losada, una candidata sin trayectoria y que ni siquiera vive en la provincia, fue la más votada. ¿Qué lectura debe hacerse desde la política?
—La política, y la dirigencia política, se tiene que reformular. No alcanza sólo con lo ideológico, hay que reformular muchas cosas desde lo programático. Pero tampoco alcanza con lo programático sin darle un rumbo ideológico. Hay que volver a discutir cómo conectar a la sociedad con la política. Lo ideológico, para reafirmarlo, y lo programático para repensarlo de cara a los próximos años. Hay muchas conquistas que fueron parte de nuestro gobierno post 2001 que hoy la sociedad las ha adoptado definitivamente; ahora nuevamente hay que darle a los santafesinos y argentinos sueños colectivos que permitan cristalizarse. Políticas públicas que transformen la vida. En su momento propusimos derechos humanos, terminar con las Afjp, la vuelta de YPF al patrimonio nacional, el matrimonio igualitario, la jubilación para las amas de casa, que fueron distintivos de nuestros gobiernos y hoy son políticas que la sociedad incorporó. Hay que generar un conjunto de activos y propuestas que la sociedad valore como propias, que le permitan volver a creer que la política sirve para mejorar el día a día. Pero no es una crisis terminal. Hay que replantearse algunas cuestiones en una sociedad extremadamente mediática, donde probablemente vale más una cara conocida en televisión que un dirigente político con trayectoria. Yo siempre voy a apostar al dirigente con trayectoria. No tengo problemas en que participen los famosos y los conocidos, pero la política es más que una cara y una imagen.
—¿Cómo vio la gestión de Alberto Fernández en sus dos primeros años?
—Atravesada por la pandemia y con una dificultad mayor que en la provincia, producto de una herencia económica muy pesada. Alberto asumió su gobierno con una deuda externa prácticamente impagable, la mayor deuda con organismos internacionales en la historia: 44 mil millones de dólares, de los cuales los argentinos no vimos uno en nuestros bolsillos ni en el aparato productivo. Y una deuda interna fenomenal con máquinas apagadas, con jubilados pasando hambre, con trabajadores que perdieron su sustento, con un cierre infernal de las exportaciones. Y en ese contexto, tres meses después de asumir, llegó la pandemia. Hubo que reconstruir el sistema sanitario, que no existía más. Y con un humor social muy negativo, porque la ciudadanía venía de pasarla mal durante cuatro años. Quisiéramos que el gobierno de Alberto estuviese en otro lugar, pero se está haciendo un enorme esfuerzo para que la Argentina se recupere económicamente y que pueda volver a crecer en función de que le vaya mejor a su gente
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Periodista. Cofundador y editor de Suma Política. Ex secretario de Redacción del diario La Capital. En Twitter: @rpetunchi
