585 votos. Dos días después que Rosario Central anunciara oficialmente que llegó a 70 mil socios, el presidente en ejercicio, que se imaginó presidente electo, cosechó 585 votos (6%). Salió tercero entre cuatro listas. El ganador, Gonzalo Belloso, consiguió 7.131 votos (78%).
585 sobre 9038 votos, después de ocho años de ser parte de todas las decisiones trascendentes del club, califican a una gestión de gobierno. Reflejan el descontento con las peleas intestinas de la comisión, con la búsqueda de protagonismo y beneficios personales, los desmanejos en el fútbol, los refuerzos que no juegan nunca y sólo suman salarios que pagar, el deterioro de las instalaciones y la desidia por resolver las demandas de los socios.
No es sorpresa para casi ninguno de nosotros, hinchas y socios de Central. Todos sabíamos lo que iba a suceder. Todos, desde hace meses, escuchamos y cantamos en el Gigante “Central va a salir campeón, central va a salir campeón, el día que se vayan…”. Todos menos los que intentaron aferrarse a un lugar para el que demostraron no estar a la altura.
585 votos sobre 9.038 es un castigo apropiado en las urnas. Sabíamos que eso iba a pasar desde el mismo momento que se fijó el 30 de octubre como fecha para las elecciones. Y mucho más cuando se suspendieron por ineptitud y desidia de la comisión directiva, con el consecuente perjuicio para el club. O cuando los propios interesados en ser reelectos intentaron operar políticamente para que la votación se pasara para febrero o marzo del año que viene. Hicieron llamar de parte de sus amigos poderosos de Buenos Aires a los responsables de controlar las elecciones y al gobierno de la provincia para que les concedieran seis meses más en el cargo con el pretexto de tener más tiempo para contratar refuerzos y llegar con un equipo competitivo al día de la votación.
Quizás fue Carloni el único que no vio lo que todos veíamos. Y no pudo verlo porque su vanidad y ansia de reconocimiento y poder le impidió escuchar a los hinchas. Un hombre que usó a Central para su proyecto personal no puede ver más allá de su propio interés.
El 30 de agosto Carloni dijo en conferencia de prensa que había visto la reacción de los socios y que no era ético vender a la mejor promesa de las inferiores del club tan cerca de las elecciones. Lo dijo y lo repitió durante varios días en los medios de comunicación, tiempo que aprovechó para hacer campaña electoral montado sobre una farsa. Faltaban dos meses para las elecciones, que a esa altura no se habían postergado. También aseguró que le pondrían al jugador una cláusula de 20 millones.
El 16 de septiembre la IGPJ anunció que las elecciones se posponían por diversas irregularidades; una semana después se conoció la nueva fecha, estipulada para el mismo día que la final del Mundial.
Poco después Carloni comenzó a negociar en secreto la misma venta a la que antes había calificado de no ser ética. Y la concretó en silencio, sin dar explicaciones públicas ni detalles precisos. A espaldas, una vez más, de los socios. En la misma cifra que ya se había negociado, muy lejos de los 20 millones. Y más cerca de la fecha de elecciones anterior.
Volvió a montar otro capítulo de telenovela de la tarde cuando otra de las promesas de las inferiores se fue sin dejar un peso. Más allá de la decisión del jugador de irse por la puerta de atrás del club que lo formó, el presidente en ejercicio apeló a la demagogia para tapar su propia inoperancia, después de fallar una y otra vez en los intentos de renovación.
Carloni fue parte de una comisión directiva que contrató a decenas de refuerzos de poca monta, como por ejemplo Laso, Bottinelli, Cuchi, Bonansea, los paraguayos Ramírez y Garay, Yacob casi al borde del retiro, el colombiano Leudo. Un negocio redondo para representantes e intermediarios sin inventario de beneficios para el club.
La fecha de las elecciones fue el último bochorno de este proceso. Si bien fue la IGPJ la que decidió que se votase el 18 de diciembre, ese mismo organismo propuso la semana pasada cambiar la fecha. Es cierto, era muy sobre la hora. Pero sirvió una vez más para dejar en claro qué quería cada agrupación. La lista 6 de Diciembre, la de Carloni, se negó amparándose en lo que dice la letra del estatuto. La apuesta estaba clara: que votara la menor cantidad posible de socios. Y para eso nada mejor que Argentina jugando la final del Mundial. Pero ni esa le salió bien. Desde muy temprano, las larguísimas colas en el Gigante sepultaron ese deseo.
De todos modos, muchos hinchas y socios le agradecemos a Carloni que se haya presentado como candidato a presidente. Al menos nos dio la satisfacción de que su nombre aparezca en las boletas y ejercer el castigo democrático de no votarlo. La satisfacción de no elegir a quien no quiso mirar ni escuchar a los hinchas, a los que destrató personalmente pero mucho más con sus decisiones. Chau Carloni, y gracias por ser candidato. Quizás en algún momento, si es cierto que va a ocupar un cargo cerca de Chiqui Tapia, pueda demostrar que quiere lo mejor para Central.

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Periodista. Cofundador y editor de Suma Política. Ex secretario de Redacción del diario La Capital. En Twitter: @rpetunchi