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Política

Diputados le piden audacia al gobierno para acordar el Presupuesto 2022 y le dan la clave para llegar en febrero

“Que decidan quién es el interlocutor y le den la lapicera. No se puede estar cambiando de actores todo el tiempo”. Esa parece ser desde la oposición al gobierno de Omar Perotti la clave principal para sortear las diferencias que hicieron que la provincia arranque el año sin tener aprobado un presupuesto para 2022. “El control abusivo de las finanzas le gana a la política, quedamos a golpe de birome” es la conclusión que sacan de las negociaciones frustradas.

Si no fuera porque la política puede obrar milagros, y porque se sabe que los acuerdos se construyen con la suma de trabajosos detalles, los dichos del gobernador Omar Perotti y de los diputados —después de que fracasara la aprobación sobre fin de año— no parecen alentar demasiadas perspectivas de coincidencias. 

Aunque lo más probable es que pase como con la emergencia en seguridad: que todos la criticaron, pero terminó aprobada casi por unanimidad. A favor del oficialismo juega la intención de la mayoría de los bloques de no dejar al gobierno provincial sin presupuesto (por algo lo mandaron a comisión el 29 de diciembre) y diferenciarse así de lo que ocurrió a nivel nacional.

Pero si lo que se busca es mejorar las relaciones entre los poderes, tendrá que haber urgentes y mejores instancias de diálogo para que no pase de febrero la primera sesión extraordinaria que le dé el visto bueno al proyecto de gastos y recursos para el año en curso.

“No hay ánimo de poner palos en la rueda, pero eso no significa aprobar todo a libro cerrado. La ética de la responsabilidad y la voluntad política tienen un límite: que no nos tomen por tontos”, le marcaron la cancha los diputados en la previa a las negociaciones post vacaciones, advirtiendo que la decisión es “avanzar en febrero con el consenso y la mayoría que se pueda lograr, independientemente de la opinión del gobernador y del Ejecutivo”.

Y aunque la oposición sostiene que en el mientras tanto el Gobierno no debería victimizarse porque “puede hacer absolutamente todo igual” con el presupuesto anterior reconducido, el gobernador aseguró que no tener presupuesto “es lo peor que le puede pasar a un Ejecutivo”, y adelantó que “habrá demoras en los pagos”. Esa sola frase echó más leña al fuego, porque era eso mismo lo que le venían reclamando de antes: que se ponga al día con los municipios y comunas.

Perotti se queja de que el primer presupuesto de su gestión se lo hizo la oposición, y que ahora, el tercero, no se lo votaron. “Tan malo no debe haber sido”, chicaneó recordando que es el mismo proyecto que los senadores le aprobaron por unanimidad. 

Por su lado, los diputados le recordaron que es una anomalía institucional que el mensaje con el presupuesto no ingrese a la Legislatura por la Cámara Baja, como lo dice la ley de administración financiera que rige a nivel nacional (entró por el Senado que entonces en el ping-pong de cambios tiene la última palabra). 

Más allá de las cuestiones reglamentarias, explican que es de sentido común lo que dice la ley, porque son los diputados los que discuten la política global, y no los senadores, que defienden antes que nada, y con toda legitimidad, las partidas para sus distritos y departamentos. 

Los reproches pendientes

Aunque el propio ministro de Hacienda Walter Agosto fue a la Cámara a explicar los números, los diputados de la oposición consideran que es “incomprensible” la falta de diálogo que hubo sobre el presupuesto, y definen a lo sucedido de “necedad y torpeza política”. Reprochan que hubo una sola reunión de la mesa de análisis tributario y fue informativa.

Esgrimen que cada vez que el gobierno los convocó, fueron receptivos y nunca tuvieron una negativa irreductible. Ponen como ejemplo las leyes de necesidad pública, la emergencia por Covid, la ley de conectividad y las emergencias en seguridad y Servicio Penitenciario y ahora la ley tributaria.

Incluso desafían el relato sobre las iniciativas del ex ministro Marcelo Sain que proponían reformas de fondo en seguridad. “El tiempo demostró que no había ninguna vocación en serio del gobierno en tratarlas”, comentan ahora.

Se ponen a disposición para no entorpecer los acuerdos, pero reclaman que se tengan en cuenta sus objeciones. “No nos pueden llamar cuando las papas queman, como fue con la seguridad, y después ignorarnos para el reparto de recursos. Hay que dialogar siempre”, esgrimen como un manual.

A favor de un entendimiento, creen que siempre estuvieron claros sus planteos al Poder Ejecutivo, y que desde la oposición “nunca se corrió el arco ni se cambiaron las reglas”. Pero también piden reciprocidad.

Reprochan que en la discusión previa “se vino haciendo como que se dialogaba y se tomaba nota, pero no se avanzó nunca en los resultados, en las respuestas que bajaban de la Casa Gris”.

Los más críticos van más allá y piensan que fue el propio gobernador el que buscó que no se apruebe el presupuesto porque es una hoja de ruta que limita las posibilidades de discrecionalidad de cualquier gobernador.

Para esos legisladores, que no se aprobara el presupuesto fue una consecuencia de una manera de gobernar. “Eligieron gobernar solos”, le critican y recuerdan que sólo tiene seis de las 50 bancas en Diputados. “Hay una idea de engordar al gobierno y raquitizar al Estado”, opinan.

Walter Agosto en la Cámara de Diputados provincial

Los porcentajes y los números

Si bien la mayoría de los bloques de diputados reconoce que el proyecto de gastos y recursos de un gobierno es una atribución del que gana la elección, no dejaron de pasar factura por algunos detalles.

Junto con los pagos pendientes a municipios y comunas, el reclamo principal pasa porque quede escrito el compromiso de actualizar a 3.000 millones de pesos el fondo compensador para Rosario y Santa Fe. “Que no sean sólo promesas”, reclaman.

También le objetan que en el presupuesto anterior hubo subejecuciones de partidas que en algunos casos orillaron el 50 % y se enojan porque un ministro les admitió sin más que “si no ejecutamos, un poco de impericia habrá habido”. 

Si bien reconocen que en general las partidas por área no se alteran demasiado, y por eso señalan que es un presupuesto “conservador”, cuestionan algunos números: en seguridad el porcentaje de partidas para este año es de 9,47, igual al de 2021. En educación se bajó del 20,19 % al 20,14, y en salud subió del 9,06 al 9,18%.

También creen que “van a tener una discrecionalidad del presupuesto total del orden del 35 al 40 %”, si se considera la proyección subestimada de un 20 % más baja que la inflación real y las subejecuciones mencionadas.

El ministro Agosto cuando fue a la Cámara confirmó que antes de diciembre había en caja 100 mil millones en efectivo, 23 mil millones en plazo fijo, 6 mil millones en un fondo de inversión y 70 mil millones a la vista.

Otra explicación que reclaman los opositores es por qué el Plan Incluir tiene previsto para el 2022 el mismo monto de 4.000 millones que figuraban en el proyecto del 2021. “Se mantiene como si no hubiese habido inflación”, comentan asombrados.

El otro punto es la Billetera Santa Fe, que en el primer año gastó 30 mil millones (que no figuraban en el presupuesto y que equivalen a un cuarto de la deuda histórica de la Nación con la provincia) y para 2022 prevé apenas 12 mil millones. “¿Qué van a hacer con ese programa este año: va a haber menos usuarios, van a licuar los beneficios por inflación, o se va a convertir en un negocio privado para dar préstamos a usuarios cautivos?”, se preguntan.

También preocupa que la deuda pública ya está en el sexto lugar de los puntos entre los que más dinero se va a destinar en la provincia en 2022. Se considera que eso es una pérdida de autonomía, similar a que el 65 % de los ingresos que tendrá Santa Fe este año vendrán de las arcas nacionales.

En los brindis de fin de año, los legisladores desearon que las cosas sean distintas en 2022 y los compromisos que asumen representantes del gobierno puedan ser refrendados por el gobernador.

Creen que “muchas de las cuestiones que se fueron frustrando parecen ser más producto de un capricho político que parte de una imposibilidad asociada a cuestiones ideológicas o de fondo que no puedan ser subsanadas”. Por eso, más que por todo lo que se dicen en público, confían en que habrá acuerdo.

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