“Siguen acá”. La respuesta oficial ante la pregunta de Suma Política empieza por confirmar que los 32 oxigenadores que llegaron a Rosario en agosto de 2020 como un aporte en medio de la pandemia de covid, por una gestión de la Fundación Messi, continúan alojados en un depósito fiscal del Aeropuerto de Rosario, entre los hangares y el local de la Policía Aeroportuaria, bajo la custodia de la Aduana.
El tema se reactualizó a partir de las versiones de enojo de algunos jugadores de la selección nacional con las autoridades argentinas durante el pasado proceso electoral: se dijo que se negaron a hacerse una foto con el candidato del oficialismo y entre las razones se mencionó el malestar de Lionel Messi, nunca explicitado, por cierta falta de intención a la hora de destrabar la burocracia que impidió durante tres años que estos dispositivos sanitarios destinados a su ciudad natal fueran aceptados en el país.
Lo insólito del tema inmediatamente dispara otras preguntas: ¿fue realmente una donación de la Fundación Messi? ¿alguien los aceptó? ¿quién se va a ocupar de hacer el trámite que falta para que la Aduana los dé por ingresados al país? ¿por qué si fueron utilizados en España no los aprobó la autoridad sanitaria Argentina? ¿nunca sirvieron o no sirven ahora? ¿los abandonaron? ¿qué pasará con ellos?
A esos interrogantes técnicos se suman ahora cuestiones políticas: ¿fue ese un motivo de enojo de Lionel Messi con las autoridades nacionales de Argentina? ¿por eso no quiso sacarse una foto en la Casa Rosada después del Mundial ni festejar en las calles de Rosario la tercera estrella?
Este medio consultó a las más diversas fuentes para intentar desatar este intríngulis. En varias hubo reticencia, ganas de no abundar, aclaraciones que se repiten y a veces se contradicen, y hasta disculpas por no hacerlo porque el tema “se politizó demasiado”.
Acá va un intento por clarificar algunos de los puntos oscuros:
1. No son respiradores. La primera cuestión que aparece es que hasta cuesta ponerles nombre a estos dispositivos que llegaron en el avión privado que habitualmente utiliza la familia Messi para venir a Rosario. Todas las fuentes consultadas aseguran que no son respiradores tradicionales. Los nombres que les dan varían: respiradores de trinchera, ventiladores, equipos de resucitación, balón resucitador automatizado mecanizado, propulsores de oxígeno, oxigenadores ambu-automáticos. El nombre oficial es “Oxygen”. Lo concreto es que se trata de un equipamiento muy básico, diseñado para lugares sin tecnología y en los que es necesario mantener la asistencia a las personas con cuadros respiratorios graves de manera transitoria. Permiten una atención primaria básica y urgente.
2. Nunca fueron autorizados. Los 32 equipos no pudieron ser ingresados al país por la Aduana porque no cumplieron el primer trámite, que es una autorización de la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica).
3. Cómo se gestionó su llegada. Rosario y la provincia de Santa Fe contaban al momento de la llegada de los equipos con tecnología superior propia y con respiradores comprados por el gobierno nacional. Incluso la misma Fundación Messi donó respiradores estándar que se destinaron a los hospitales Alassia y Cullen de Santa Fe. Desde la provincia se aclaró que cuando les preguntaron si necesitaban los equipos contestaron que no iban a servir, que apenas vieron los prospectos dijeron que no. Más interesada se mostró la Municipalidad de Rosario, aunque la habilitación la excede porque se trata de un trámite a resolver por la ANMAT. No está claro, y hay voces que se contradicen, pero se supone que alguien debe haber autorizado la llegada. En defensa de las autoridades locales se aduce que siempre pensaron que se trataba de respiradores tradicionales.
4. Por qué siguen en Rosario. Nadie conoce si alguna autoridad nacional siguió adelante (ni qué hablar ahora con el cambio de autoridades) con los trámites para completar la documentación que falta (la homologación sanitaria) y que finalmente permitiría ingresarlos al país. Otra salida sería que se los lleven a otro país que tenga un sistema de salud más precario. Esta posibilidad es la más mencionada, aunque nadie sabe si alguien se está ocupando o piensa hacerlo en 2024 para buscarle un nuevo destino.
5. Para qué sirven. Se trata de dispositivos que automatizan el proceso de ventilación manual en situaciones de emergencia donde no hay suficientes respiradores disponibles. Para describirlos se usan varias figuras: “son como una pera que se utiliza para insuflar oxígeno a los pacientes, mecánicamente”, “son bolsas que se mueven automáticamente” y “se parecen a una pelota de rugby más chica, similar a las que se usan para intubar”. Nada que se aproxime a los dispositivos de alta complejidad que hay en las terapias intensivas de los sanatorios y hospitales rosarinos.
6. Por qué interviene la ANMAT. Los equipos deben estar autorizados por la autoridad sanitaria nacional porque en caso de fallecimientos (y en pandemia los hubo en demasía) el Estado se hace responsable judicialmente si utiliza equipos que no fueron homologados. Los equipos o productos médicos que no se encuentren inscriptos en la Anmat deben contar con una serie de certificaciones, previo a su ingreso al territorio nacional, o ser reembarcados a su país de origen. Pasados más de tres años, ni lo uno ni lo otro ocurrió.
7. De dónde salieron. Los 32 equipos (de un total de 50 que se iban a completar después, por cuestiones de espacio en el avión) fueron diseñados en España por científicos de la Universidad de Barcelona y fabricados por la empresa automotriz Seat, ante una solicitud de médicos en el pico de contagios de coronavirus en España. La automotriz modificó su línea de montaje de coches para fabricar mil de estos respiradores, destinados a las guardias de hospitales de los pueblos más pequeños.
8. Quién los pagó. El médico rosarino Diego Schwarzstein, quien atendió los problemas de crecimiento que tenía Lionel Messi cuando jugaba en las inferiores de Newell’s, estudió en la Universidad de Barcelona y tiene entre sus amigos de esa época a uno de los diseñadores de estos oxigenadores, un médico español que lo llamó para ofrecerle algunos de los equipos que no se habían utilizado en España. Después de varias consultas y el visto bueno de alguna autoridad, aceptó el ofrecimiento y la familia Messi se encargó del traslado de los equipos en su avión particular. El ok para este viaje lo dio el padre de Lionel, Jorge. Pero fue la Fundación Pujol de Barcelona la que donó los dispositivos.
9. Flojos de papeles. Los equipos llegaron con los papeles que se usaron en España para la autorización provisoria, después de una fabricación y distribución para una situación de emergencia. Para ingresarlos a Argentina (vía Rosario) faltaba entonces (y todavía falta) una autorización de venta del país de origen, un certificado que se considera imposible, porque no se trata de un producto “comercial”. Fueron aprobados por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios sólo para investigación.
10. Conclusión. A esta altura podría decirse que se trató de una desprolijidad de las tantas que se produjeron en medio de la situación excepcional que se dio en la pandemia, con centros de salud, equipos y personal que no daba abasto, y donde las contribuciones voluntarias y de las otras eran todas bienvenidas. Aunque como en este caso, no se consideraron con demasiada profundidad ni su necesidad ni las condiciones en las que podía concretarse, y se armó un enredo burocrático que a más de tres años todavía perdura.
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Periodista. Licenciado en Comunicación Social de la UNR. Ex jefe de Redacción de La Capital. Twitter: @DanielAbba_
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