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Política

Esteban Paulón: “Derogar en agosto el DNU 70/23 y el de la SIDE en una misma sesión sería genial”

En medio año consiguió lo más difícil, visibilidad en un cuerpo de 257 miembros, la Cámara de Diputados de la Nación. Integra el interbloque Hacemos Coalición Federal (HCF) que fue clave para el éxito legislativo del gobierno, pero Esteban Paulón y su compañera de bancada Mónica Fein, (ambos del PS) no le votaron al gobierno la ley clave, Bases.

En una larga entrevista exclusiva con Suma Política, el político santafesino de 46 años con reconocida militancia en políticas de género (LGBT) viene mostrando rebeldía, un perfil opositor directo a las políticas de Milei y a la vez propone reconstruir una alianza política que no mire por el espejo retrovisor y asuma los errores de los gobiernos peronistas.

Define que la relación actual del gobierno con las oposiciones amigables “está bastante rota”, y que el gobierno está en un punto de inflexión, hacia la baja: “se les agotó la política financiera, y la economía está mal”.

Augura que “sería un gravísimo antecedente no derogar el DNU 70/23 y también el de la SIDE”, y que “si lo hacemos en agosto, en una sesión, los dos decretos juntos, sería genial”.

“Conocí distintas etapas de Diputados (como secretario parlamentario del PS) antes de asumir en diciembre pasado. Y me sorprende en parte que en este semestre tuvimos mucha actividad, aún con la debilidad numérica del oficialismo, eso se destaca. Yo pensé que se iba a planchar el Congreso, pero se valorizó, tomó visibilidad. Creo que la sociedad lo empieza a ver como un árbitro que le pone límites a Milei”, rescata Paulón.

“El Congreso viene tomando un lugar inesperadamente relevante, y en mi caso, como nuevo diputado, es interesante porque me permite jugar un rol”, agregó.

—¿Qué rescatás de tu primer semestre en la banca?

—Creo, a modo de reconocimiento de este presidente, que en los primeros meses puso en agenda muchos debates muy incómodos para la política tradicional, que no se hablaban. Por caso, privilegios de la política; había en Ezeiza un salón vip para que los diputados esperen la salida de sus vuelos, y no estaba bien, no correspondía que la sociedad en su conjunto asuma ese costo. Y así otros temas, mercado del trabajo, educación, políticas sociales y demás. Estamos en una etapa nueva de la política, donde parece se terminó la mirada retrospectiva; en 2015 se votó a un Macri que decía voy a mantener lo que está bien y cambiar lo que está mal, luego con su fracaso en el 2019 hay un volver a la etapa anterior, pero con algunos cambios, que también fracasa. En 2023 la gente ya no quiso mirar para atrás, votó alguien por afuera del sistema y fue por un cambio más grande. Los que hablaron de pequeños cambios, la chocaron.

—¿Y el presente 2024?

—Pasados siete meses, los grandes cambios no dan resultado, se agotó la estrategia financiera, empeora la macroeconomía y un presidente que no reconoce (por el equipo y colaboradores que armaron) que no funciona. Milei está en un reloj de arena, en tiempo de descuento, esperando el milagro de que gane Trump y que le lluevan 10 mil millones de dólares; y ese tipo de cosas que todos los días escuchamos. A Milei se le agotó la receta, y lo único que estaría funcionando, a un costo enorme, economía parada, desempleo, es la baja de la inflación.

—Cuando decías que Milei vino a aportar debates incómodos para la lógica que dominó años anteriores, sin embargo lo que aparece es la cancelación de toda una cultura democrática y la pretensión de un Estado equitativo y de bienestar, ¿dónde estaría el aporte desde la perspectiva del progresismo?

—Yo fui el primer funcionario LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans) del país, en el gobierno de Miguel Lifschitz. Ahora, como activista, no tengo elementos para defender la gestión del Ministerio de la Mujer (nacional). Fue sectaria, partidista, centralizada en la Ciudad de Buenos Aires. No hay nadie en la comunidad que lo defienda, ahí hubo un error. Milei cerró el ministerio y no pasó nada. A excepción de los empleados que se quedaron sin trabajo, lo que es lógico. En Santa Fe, luego de nuestro gobierno (Lifschitz), Perotti la elevó a ministerio y Pullaro la bajó a dirección, pero no la pudo cerrar. Porque se trata de una política arraigada. Si el gobierno anterior hizo mal las políticas sociales, alimentarias y de género, entre otras, no quiere decir que no hay que hacerlo. Milei lo que no entiende o no sabe cómo arreglar, “afuera”. Si hubo abusos y corrupción con “los gerentes de la pobreza”, que se habrían quedado con el 10 por ciento de los planes sociales, la solución no era cortar la política social, porque de ese modo no afectás a la política, le empeorás la vida a los miles de argentinos que viven de eso. Seguimos convencidos de las banderas, políticas de género, de derechos humanos, pero es necesario hacer algo distinto a lo anterior.

—Con todo, el gobierno consiguió hasta acá conformar mayorías parlamentarias sumando a varios sectores políticos que no lo votaron, por caso terminar con las políticas de género, sociales y de derechos humanos. Sin embargo, acompañan un programa de ultraderecha que, en principio, no les era propio, ¿por qué?

—Yo dividiría la agenda del Congreso en dos. Por un lado, el tema de gobernabilidad, que Milei los obliga a votar por sí o por no. Como fue el caso de la Ley Bases. Hay sectores (mayoritarios en el interbloque Hacemos Coalición Federal, donde se integra el PS, que votó contra la mega ley) que plantean dar gobernabilidad. De acá para adelante, no veo al menos en Hacemos Coalición Federal mucho ánimo para seguir colaborando con Milei.

—No sería el caso del PRO, que integra el gobierno de Santa Fe en una alianza donde también está el PS, pero que en el Congreso es socio permanente de La Libertad Avanza, y donde el PS viene votando todo en contra, ¿cómo funciona esa dinámica?

—El PRO es una marca B de La Libertad Avanza, o se suma a eso, o desaparece. El radicalismo tendrá que ver qué hace, y en nuestro interbloque yo veo cada vez menos voluntad de acompañar. Además, no hubo cumplimiento de determinados acuerdos parlamentarios, y eso va deteriorando el vínculo.

—Por caso, el DNU 70/23, hasta acá Hacemos no acompañó para derogarlo y sigue vigente. ¿Ves que algo pueda cambiar con eso?

—Te diría que ya tenemos algunos diputados más que estarían dispuestos a derogarlo, sobre todo luego del decreto de la SIDE, que también provoca rechazo. Yo estoy trabajando para convocar una sesión especial para derogar el decreto de inteligencia, creo que tenemos un margen ahí, incluso durante agosto. El DNU 70 ya no tiene razón de ser, el daño que tenía que hacer ya lo hizo, y se aprobó la Ley Bases. Si no derogamos el DNU 70 creo que estaríamos sentando un precedente gravísimo. Podríamos tratar los dos DNU juntos o separados, si podemos juntos, sería genial.

—Pareciera que los sectores intermedios (por caso, Hacemos y otros menores) están más con el ojo puesto fuera del Palacio, y la presunta alta aprobación que conservaría el gobierno de Milei, que en sus propias convicciones y tradiciones políticas, ¿cuál es el límite en esa tensión?

—Lo que yo escucho en mi interbloque, en el caso de la Ley Bases, es una idea de debilidad del gobierno y que por eso no se le niega el primer instrumento que lleva al Congreso.

—Sucede que es instrumento que incluye 300 leyes, un híper instrumento que reformatea la cultura política.

—Yo nunca escuché “votamos Bases porque la gente en la calle apoya a Milei”, no veo ese cálculo, aunque sí un cálculo vinculado a la gobernabilidad, que se puede compartir o no. Yo no lo comparto. También hay que reconocer que aparecieron muchos mileístas que estaban en el closet, que argumentan en contra y luego dan la vida por votarle a favor. Nosotros como Hacemos Coalición Federal pusimos la caripela por los gobernadores y el gobierno se cagó en los compromisos asumidos. Eso lo vimos en tiempo real, y ahora está todo bastante roto con el gobierno, que maltrata a propios y extraños. Te atacan por las redes, te corren de las oficinas, te incumplen las promesas de contratos, te quitan pasajes sin avisarte y varias cosas más. ¡Pará!



—Pensando en seis meses para adelante, ya en 2025, ¿de qué lado te imaginás al PS?, digo porque en Santa Fe comparten el gobierno con el PRO, pero en el Congreso el PS hasta acá votó en contra de la LLA.

—Nosotros somos un partido de oposición. Las elecciones legislativas del 2025 se resuelven en cada distrito, con perfiles variados. El PS será oposición, aunque en algunos distritos aportemos situaciones particulares; por caso, podríamos acompañar a Martín Llaryora en Córdoba; en provincia de Buenos Aires podemos tener intersección con radicales y también con peronistas. Después veremos hacia adelante si podemos construir un centro amplio con distintas identidades políticas, donde preservemos nuestra posición clara. Si llegamos debilitados, podemos caer en una licuadora con identidades difusas.

—¿Y en Santa Fe?

—Si Pullaro nos integra y nos reconoce como la segunda minoría luego del radicalismo, allí estaremos. Si le da lo mismo que estemos o no, o si hace lista con el PRO y La Libertad Avanza, diremos gracias por todo, e iremos con lista propia.


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