“No vengo a romper, no vengo a dividir”, dice el concejal Federico Lifschitz horas después de la presentación de Nueva Energía, un espacio desde el cual convoca a todos los rosarinos. “Vengo a sumar al socialismo y a Unidos una mirada distinta”, sostiene para completar la idea y, además, “para dejar tranquilos a unos cuantos”.
Hijo del exgobernador Miguel Lifschitz, Federico tiene 33 años y un estilo disruptivo y desenfadado para hacer política. Se define como “un tipo de acción” y “un progresista pragmático”. Pese a que se reconoce militante y afiliado del PS, y nombra a Hermes Binner y a su padre como referentes, el año pasado, en su primera aparición electoral, no representó al partido sino que lo hizo como candidato de Maximiliano Pullaro; mal no le fue. Con muy poco recorrido y siendo un desconocido para la mayoría de los rosarinos, quedó a ocho mil votos de María Eugenia Schmuck, ganadora de las PASO de Unidos.
Lifschitz tiene una particularidad: dice sin decir. Por lo que se infiere de sus palabras. En el diálogo con Suma Política aclara que Nueva Energía “no es una corriente interna del PS” sino que se propone como “un espacio que trasciende a los partidos”. De acuerdo a su mirada, “se viene un escenario muy favorable para Rosario, entre otras cosas por la política de seguridad del gobierno provincial. Para ese nuevo escenario, la sociedad le exige a la política un cambio real, nuevas ideas, por arriba de los partidos. Eso intentamos que sea Nueva Energía: un proyecto de futuro”.
Asegura que llevar el apellido Lifschitz “no es un peso en lo más mínimo” pero sí “una enorme responsabilidad”, y explica por qué. “Estamos hablando del mejor gobernador que ha tenido la provincia. El último gran intendente de la ciudad. Y no lo digo yo, me lo transmite la gente a cada lugar que voy”. Esa responsabilidad de la que habla se debe a que “represento sus valores” y resalta: “Mi viejo era un tipo de valores que se dedicó a la política. Con una impronta distinta, porque siempre nos animó a los más jóvenes a romper los esquemas”.
En este poco tiempo de Federico Lifschitz en la política está claro que la irreverencia lo define. “Basta de discutir boludeces”, rezaba la cartelería que impulsaba su candidatura al Concejo de Rosario. Y después hubo otro más polémico: “Todos sabemos que los trapitos te ‘cuidan’ el auto de ellos mismos”.
La obsesión
Durante estos días en el Concejo Municipal se instaló el rumor de que se iba del bloque socialista que preside Manuel Sciutto. Federico Lifschitz lo desmiente. “No me voy del bloque. El bloque va a seguir firme porque entiendo que es lo mejor”. Sin embargo, aclara que “quizás podamos pensar en un bloque más grande, incluyendo a otra gente”. Y admite que le gustaría sumar a Anahí Schibelbein, del bloque Radical. De todos modos, se apresura a decir que “no se habló nada sobre eso”, como para que quede en una expresión de deseos. “Más que irme del bloque mi idea es sumar todo lo que se pueda”, insiste como para terminar con las especulaciones.
Durante la charla los temas cambian, pero de alguna manera vuelven sobre el mismo eje: Rosario. “Tengo una particular obsesión con mi ciudad, Rosario está para mucho más”, asegura Lifschitz. “Imagino una Rosario pujante, que vuelva a tener una mirada metropolitana y regional, que lidere la región, con una mejor gestión de sus servicios y que retome grandes proyectos aspiracionales”, dice mirando hacia adelante. Cuando la mirada va hacia atrás ve otras cosas: “Hace 20 años que Rosario no accede a ningún tipo de financiamiento internacional, que no hay un shock de inversión ni proyectos transformadores”. Para ese tiempo que viene, espera “liderazgos que estén a las alturas de los desafíos. Creo en liderazgos como los de mi viejo o de Maxi (Pullaro), liderazgos que se hacen cargo de los problemas, que no patean la pelota afuera, que buscan soluciones, que no se dejan llevar por el dogma y les resuelven problemas a la gente”.
El futuro
Lifschitz, que se define como “un tipo de acción”, no sorprende cuando cuenta que se ve en un rol “más ejecutivo que legislativo” y que el Concejo “no es su lugar de confort”, aunque aclara que “no vine a buscar confort a la política”. Por si quedan dudas: “Claramente tengo mayor vocación por la tarea ejecutiva y por mi ciudad. Tuve otras propuestas en términos electorales pero sin embargo opté por ser candidato a concejal en 2023 porque soy un enamorado de Rosario. Quiero ser protagonista del cambio que viene para Rosario”.
—¿Cómo ve el Concejo del que es parte?
—Veo un Concejo muy chato, con perfiles bajos y creo que debiese haber perfiles más altos, jerarquizar otras discusiones. Un lugar donde se discuta la agenda de la ciudad en el corto, mediano y largo plazo y eso hoy no lo veo. Sigo siendo muy crítico del Concejo y de su funcionamiento e intento desde mi pequeñísimo lugar de responsabilidad modificar lo que está a mi alcance pero falta muchísimo. No es cuestión de criticar sino de plantear que las cosas son perfectibles.
—¿Va a ser candidato el año que viene?
—No lo he pensado, estoy enfocado en el día a día. Lo que sé es que no voy a ser reelecto como concejal cuando termine mi mandato en 2027. Hay que terminar con concejales, y dirigentes políticos en general, que están 8, 12, 16 años en un lugar porque eso no le hace bien ni a la política ni a la ciudad.
Federico Lifschitz lleva un apellido que es marca registrada en la política. Acaba de presentar en sociedad Nueva Energía, desde donde convoca a los rosarinos a participar. Dice que está obsesionado con la ciudad e imagina que vienen buenos tiempos. Como su padre, prefiere las tareas ejecutivas a las legislativas y ya definió que no irá por la reelección en el Concejo.
No quiere hablar de candidaturas. Tal vez no hace falta que lo haga. Son demasiadas señales en la misma dirección.
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Periodista. Cofundador y editor de Suma Política. Ex secretario de Redacción del diario La Capital. En Twitter: @rpetunchi
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