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La guerra y las economías regionales: asoma una oportunidad para Santa Fe

La Argentina tiene una participación menor de su comercio exterior en las cadenas de valor global, con un porcentaje de exportaciones a la mitad del promedio mundial. En 2021 las exportaciones totales argentinas representaron solo el 0,31 por ciento del total global. Para alcanzar el objetivo de 100 mil millones de dólares de exportaciones se necesita desplegar una estrategia de mayor agresividad.

En la última década, la economía nacional vio descender el valor de sus ventas externas de 700 a 470 dólares por tonelada. En ese mismo periodo, el valor de las exportaciones de Nueva Zelanda alcanzó los 912 dólares por tonelada. Con 5 millones de habitantes, el valor exportado per cápita en el país de Oceanía ronda los 7.630 millones de dólares. En el caso argentino, con 45 millones de habitantes, la cifra es de 1.220 dólares. 

De acuerdo a datos de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional, la Argentina ocupa entre el primero y quinto puesto del ranking de exportaciones en aceite de soja, jugo de limón, aceite de maní y peras, maíz, miel, yerba mate, porotos secos, aceite de girasol, jugo de uva, ajo, ciruelas disecadas, maní, aceitunas en conserva. También es un actor fundamental en alimentos industrializados, gourmet, orgánicos y diferenciados, carnes, frutas y verduras, lácteos, legumbres, pesca, vinos y bebidas. 

Estas actividades están integradas mayormente por pequeñas y medianas empresas de fuerte arraigo territorial y contribuyen con más de un millón de puestos de trabajo directos. Son las que cuentan con efectos multiplicadores hacia el interior de las provincias y actúan como piezas claves para el empleo de las materias primas en procesos industriales de agregación de valor. 


El caso de las arvejas 


En un mundo que demandará proteínas y tendrá a la seguridad alimentaria como una de las principales preocupaciones, las legumbres emergen como un alimento clave para la nutrición humana. La superficie sembrada en Argentina es baja, pero hay condiciones agroecológicas y de sistemas productivos para expandirla. 

Con su núcleo en Buenos Aires, que concentra el 69 por ciento de la producción, las legumbres tuvieron un crecimiento significativo en los últimos años. Santa Fe se ubica en el segundo lugar entre las provincias productoras, con el 21 por ciento del total producido. 

Una perspectiva sistémica implica ir más allá de las rentabilidades específicas e integrar la producción en un esquema de distribución regional de las actividades. Estos cultivos generan rotación en los sistemas productivos y son una alternativa hacia una intensificación sustentable. 



A partir de la pandemia, la siembra de arvejas comenzó a ser una posibilidad concreta. Como cultivo invernal, la arveja se presenta como una buena alternativa por su ciclo reducido entre julio y principios de noviembre. Además, consume menos agua que el trigo. En la última campaña, la producción alcanzó las 297 mil toneladas, un 53 por ciento más que la campaña 2020/2021. 

Si bien la sequía afectó el aumento de la superficie sembrada, las oportunidades en el mercado mundial afianzan al cultivo como una de las variedades con mejor proyección en la provincia, desde donde salió el primer embarque hacia China en 2020. 

El potencial de crecimiento se encuentra entre la ruta 19, el río Uruguay, el sudeste de Córdoba y el este de la pampa. En el caso santafesino, el cultivo de arvejas enfrenta un enorme desafío hacia adelante basado en el rol como proteína base para la alimentación en Asia y la producción de carne en Occidente. 


Legumbres en un mundo en guerra


Los principales exportadores de legumbres son Canadá, Estados Unidos, Rusia y Ucrania. La guerra y las dificultades de la campaña en el hemisferio norte abrieron una chance inédita para la Argentina. Canadá tiene poco espacio para crecer y Australia recupera el área de siembra. La región del Mar Negro se encuentra absorbida por el conflicto bélico y no puede colocarse como proveedor de China. 

Argentina, en cambio, cuenta con ese mercado abierto. Sin embargo, el gran factor en contra es el costo logístico. A nivel mundial, son las arvejas amarillas las más consumidas, especialmente por los mercados de Asia y África. Pero en la Argentina se produce mayormente la arveja verde, que se envía a Brasil. 

El aumento de las ventas externas nacionales fue notable: las 167 mil toneladas de la campaña 2021/2022 representan un incremento del 156 por ciento respecto a la anterior. Y cuenta con una característica fundamental: las cinco mayores empresas exportadoras son de capital nacional. 

Las preguntas sobre el desarrollo tienen una nueva enunciación de las relaciones entre energía, balanza de pagos y términos de intercambio. La Argentina necesita aumentar la productividad ante la imposibilidad física de expandir el área de siembra y armonizar los procesos productivos con lógicas de sostenibilidad. 

Las economías regionales serán las protagonistas de la nueva etapa del agro argentino donde el cuidado ambiental adquiere un valor medible en términos económicos y financieros, y el mercado global observará más atentamente el origen de lo que utiliza y consume. Es como tener un penal sobre el final del partido. 


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