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Sociedad

La hipótesis menos pensada: el crimen del inspector Carmona se produjo por un intento de robo y remite a otras entraderas impunes

Las hipótesis no faltaron y básicamente rondaron alrededor de la idea de que podía tratarse de un desafío narco a la autoridad del Estado. El ministro de Seguridad de la provincia reaccionó en consecuencia y las comisarías de Rosario que todavía no contaban con vallas se atrincheraron como prevención ante un ataque. Un mes después, la investigación del crimen del inspector César Eduardo Carmona confirma que el hecho se produjo por la causa menos considerada en los medios y en la política: un intento de robo.

El fiscal Alejandro Ferlazzo sostuvo desde un principio que la hipótesis más clara conducía a un robo. Pero el antecedente de una balacera contra la Agencia de Investigación Criminal bastó para imaginar un atentado contra el Estado y una posible represalia de bandas narcocriminales por la actividad de Carmona como policía. El sensacionalismo de la prensa local y la desorientación del Ministerio de Seguridad se combinaron para reforzar el pánico ciudadano ante la inseguridad.

El crimen de Carmona fue descripto como una emboscada, una imagen que contribuyó a la idea falsa del atentado de una banda narcocriminal. No se trataría de una cuestión de corrección semántica sino de encontrar los términos que comprenden a los hechos como ocurrieron. La investigación revela así que el caso se encuadra en otro contexto, menos espectacular pero más cierto: las salideras que se repiten desde mediados de año contra personas que retiran dinero de financieras o bancos de la zona céntrica.

El 14 de septiembre, Carmona se retiró poco después de las 14.45 de una agencia ubicada en la calle Italia al 700 donde cumplía servicios adicionales. El lugar no es estrictamente una financiera, sino que realiza operaciones con títulos y valores. El policía vestía de civil y salió con su auto particular Ford Fiesta con rumbo a la sede de la AIC, en Lamadrid al 500, y los delincuentes comenzaron a seguirlo. En ese punto se abre un interrogante todavía sin respuesta: la inteligencia o la información previa al intento de robo, ya que no parece haber sido un golpe al voleo.

Según la acusación de la fiscalía, Agustín Alfredo Almirón y Fernando Ariel Cabrera siguieron a Carmona en un Citroën C3 de color bordó mientras otro cómplice, Alan Nahuel Aragón, se desplazaba en un Volkswagen Trend. El primer auto tenía sus guarismos adulterados y fue identificado en la escena de una entradera que se produjo menos de un mes antes del asesinato, cuando cinco personas ingresaron en la casa del empleado de una financiera.

El oficial fue abordado al estacionar frente a la AIC. “Fernando Cabrera es quien rompe el vidrio de la puerta del acompañante para robar un bolso que llevaba Carmona, y al hacerlo se lastima una mano y pierde sangre. Las pericias nos dieron un ADN positivo. Ya teníamos la huella de Almirón obtenida en el interior del auto y testimonios que lo colocan como autor de los disparos”, señala el fiscal Alejandro Ferlazzo. Los tres involucrados fueron imputados por homicidio agravado por robo.

Carmona recibió ocho impactos de una pistola calibre 9 milímetros. “Este caso motivó muchas preguntas, como que por qué ocurrió frente a la AIC. Al día de hoy no ha surgido otra hipótesis y se robustece la idea del robo”, agrega Ferlazzo. El fiscal desmiente que Carmona hiciera adicionales en forma irregular, como afirmó otra versión: “Estaba en blanco”.

Ferlazzo cuestionó desde el principio la filtración del video que mostraba el homicidio y tuvo amplia difusión en medios locales y nacionales: “(Los delincuentes) estaban alertados de que los buscábamos y en esa circunstancia siempre se da el descarte de elementos de evidencia. Preservar el video hubiera sido relevante para llegar al segundo auto con los ocupantes antes de que lo descartaran”, explica. La mochila de Carmona, justamente, no fue encontrada.

La reiteración de las salideras es otro síntoma de la pérdida del control de la calle por parte de la policía. 

-El 27 de julio, el propietario de una fábrica fue seguido desde un banco de Santa Fe y Sarmiento hasta Ayacucho al 3700, donde dos jóvenes en moto rompieron los vidrios de la camioneta en que circulaba el empresario y se apoderaron de un bolso con ocho millones de pesos. 

-El 4 de agosto, un hombre de 46 años tomó un taxi en Corrientes y Santa Fe después de hacer un trámite bancario y al bajar en España y 9 de Julio otra pareja de delincuentes que lo seguía en moto le robó 1.600.000 pesos que llevaba en una mochila, después de romper las ventanillas traseras del auto. 

-El 15 de septiembre, al día siguiente del asesinato del oficial de la AIC, un empresario fue seguido desde un banco de Eva Perón al 8000 y despojado de un millón de pesos que guardaba en el baúl de su vehículo cuando bajó para otro trámite en barrio Belgrano. Ningún caso fue aclarado, como tampoco las entraderas contra Filomena Cinalli, la jubilada de 88 años que murió a causa de los golpes a martillazos que recibió en su casa de La Paz al 3700, y la cooperativa La Hoja, de Zuviría al 7300, el 21 de junio y el 31 de agosto.

El fiscal Ferlazzo investiga la vinculación de los detenidos por el crimen del policía con una salidera que no tuvo difusión pública. “Tenemos al mismo Citroën C3 y entendemos que con las mismas personas en una entradera de la que fue víctima otra persona vinculada con una financiera, menos de un mes antes”, afirma.

La conmoción por el homicidio derivó en 27 allanamientos en distintas zonas de la ciudad. Almirón pudo mantenerse prófugo durante casi un año por otro crimen pero fue capturado en menos de cuarenta y ocho horas en un domicilio de Puente Gallego “a partir de un trabajo de inteligencia”, según el fiscal. La policía apresó a Aragón en Vía Honda y a Cabrera en el noroeste de la ciudad.



Fondo negro


A los 22 años, Almirón carga con una historia que emerge del bajo fondo donde el crimen se confunde con la policía y que puede ser vista como una condensación del problema de la criminalidad. Su padre, Germán Almirón, fue un policía que revistó en la División Judiciales en la época en que esta sección reportaba al narcotráfico; en 2017 fue condenado a seis años de prisión por permitir la fuga de un integrante de Los Monos de la Jefatura de Policía y previamente unas escuchas telefónicas lo registraron en diálogo con un preso de Coronda y testigo en la causa por el asesinato de Martín “Fantasma” Paz, con quien especulaba sobre el asesinato del juez Juan Carlos Vienna y el fiscal Guillermo Camporini. En noviembre de 2022, por otra parte, el joven Almirón fue acusado como el sicario responsable de un crimen por encargo perpetrado sobre el trasfondo de disputas gremiales.

Apodado Calamar, Almirón debe responder por el asesinato de Mauricio Cordara, el chofer del ex diputado y dirigente de Uatre Pablo Ansaloni, perpetrado en la ciudad bonaerense de Colón. En ese marco su captura cierra un círculo en el que falta identificar la figura central: la persona o las personas que encargaron el crimen, cuyo objetivo era en realidad Ansaloni.

Almirón se negó a declarar ante la fiscal bonaerense Magdalena Brandt, en una audiencia virtual. La investigación desarrollada en conjunto con el fiscal Matías Edery tiene otros cinco acusados y permitió establecer que el crimen fue encargado a personas vinculadas con la narcocriminalidad en Rosario y un preso en la cárcel de Piñero. La presunta responsabilidad de Calamar estaría acreditada por escuchas telefónicas, mensajes de WhatsApp y el secuestro de la camiseta que vistió al cometer el asesinato, además del video que lo registra arma en mano en el momento de acribillar a Cordara. También está probado que parte del grupo regresó a Colón dos veces después del hecho.

La investigación del intento de robo y el homicidio de Carmona sigue en curso. “Estamos a la espera de que se puedan abrir los teléfonos de los imputados y de la pericia de revenidos para identificar el auto original cuyos guarismos fueron trasladados al Citroën”, anticipa Ferlazzo. Mientras tanto, el crimen también produce revelaciones sobre el tratamiento periodístico de la inseguridad y el atolondramiento con que se puede actuar desde la gestión política.


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